Si algo demostró Joseph Kosinski en Top Gun: Maverick es su capacidad para transformar la emoción adrenalínica en un auténtico show. Su reto con F1: La película era exactamente el mismo: convertir el punto nostálgico de la gran estrella en una superproducción para todo el mundo; eso sí, profundizando lo suficiente en el drama humano. El director estadounidense aprovecha al máximo todo esto y la inconmensurable figura de Brad Pitt para hacer del deporte de motor de élite un espectáculo atractivo para el gran público. A estos elementos debemos sumar la coescritura del guion de Ehren Kruger, el arte fotográfico de Claudio Miranda y el trabajo musical de nada menos que Hans Zimmer. Por supuesto, parte de la producción corre a cargo de un tal Lewis Hamilton. Estreno en salas españolas el 27 de junio de 2025.
Crítica de 'F1: La película'
Resumen
Ficha Técnica
Título: F1: La película
Título original: F1: The Movie
Reparto:
Brad Pitt (Sonny Hayes)
Damson Idris (Joshua Pearce)
Javier Bardem (Ruben Cervantes)
Kerry Condon (Kate McKenna)
Tobias Menzies (Peter Banning)
Kim Bodnia (Kaspar Smolinski)
Sarah Niles (Bernadette)
Will Merrick (Nickleby)
Joseph Balderrama (Fazio)
Abdul Salis (Dodge)
Año: 2025
Duración: 155 min.
País: Estados Unidos
Director: Joseph Kosinski
Guion: Ehren Kruger. Historia: Joseph Kosinski
Fotografía: Claudio Miranda
Música: Hans Zimmer
Género: Acción
Distribuidor: Warner Bros Pictures España
Tráiler de 'F1: La película'
Sinopsis
Apodado “el más grande de todos los tiempos”, Sonny Hayes (Brad Pitt) fue el fenómeno más prometedor de la Fórmula 1 en la década de 1990 hasta que un accidente en la pista casi acaba con su carrera. Treinta años después, es un piloto nómada a sueldo al que contacta su antiguo compañero de equipo Rubén Cervantes (Javier Bardem), propietario de un equipo de Fórmula 1 en apuros que está al borde la quiebra. Rubén convence a Sonny para volver a la Fórmula 1 y tener una última oportunidad para salvar al equipo y ser el mejor del mundo.
Su compañero será el novato Joshua Pearce (Damson Idris), el piloto estrella del equipo que está decidido a imponer su propio ritmo. Pero, con el rugido de los motores, el pasado de Sonny empieza a afectarle y descubre que en la Fórmula 1, el compañero de equipo es el rival más feroz, y que el camino a la redención no se puede recorrer en solitario. (Warner Bros Pictures España)
Dónde se puede ver la película en streaming
Técnica sometida a la emoción
Hablamos de un espectáculo sin precedentes, un cohete de altos vuelos (aunque ahora cambiamos los aviones por automóviles de hipervelocidad). Joseph Kosinski logró lo imposible con Top Gun: Maverick y ahora repite la fórmula del éxito con las ruedas marcando el asfalto de máxima competición. Fabulosa conjunción de ingredientes son la cámara dentro del coche, un montaje sin concesiones y las capturas de un Claudio Miranda que hace poesía con cada curva. La expresión artística a través de la técnica es evidente; fijémonos en el diseño sonoro de cada rugido de motor o en la banda sonora de un Hans Zimmer que hace memorable lo contenido, traiciona sus aires grandilocuentes para subrayar sin invadir con fuegos artificiales, esto es, deja respirar a la escena.
Todo ello cobra sentido pleno cuando sabes que F1: La película ha sido desarrollada con la inestimable ayuda de la FIA, equipos de competición y un Hamilton en modo supervisor del realismo. Era prácticamente imposible que el resultado no fuera semejante fiesta de los sentidos, auténtica como pocas veces se ha visto en la gran pantalla tratándose de este deporte. Hay verdad, todo se ve creíble, más que nada porque los circuitos de rodaje son tal cual. El fruto de todo esto es el mejor posible: que el espectador viva la experiencia de primera mano, como el mismo protagonista lo hace.
Escritura humanista
Claro, de nada sirve un blockbuster bronceado en oro si por dentro hay hueco. Quede claro que, en ciertas ocasiones, si los elementos así se conciben y ejecutan, es suficiente con dejarse llevar. Pero F1: La película es mucho más que brillo y flow al volante; se diferencia del resto de filmes del género por su valor para trascender. El guion no reinventa nada, pero encuentra el punto de catarsis dramática que exigen los personajes, siempre alrededor de inflexiones vitales como la soledad del piloto, la presión por el éxito o el fracaso, o el mismo duelo generacional.
Con un carisma desbordante, Brad Pitt lidera el reparto como esa leyenda caída que retorna para ganar, guiar y reconciliarse con el trauma. El fuego que arde en esta cinta es su relación con la joven estrella, alimentado por la química entre actores y nutrido por el contraste de conceptos como debilidad y fortaleza, hambre y experiencia, o miedo y esperanza.
A su lado está el siempre sobresaliente Javier Bardem, jefe de equipo, que dota a la narración del pegamento entre figuras, un equilibrio genial entre drama y comedia que aporta mayor sentido al relato. El resto de intérpretes está a la altura, sin tampoco destacar sobremanera.
Fondo laudable
F1: La película es también cruzar los límites, saltar de la superficie a una dimensión más profunda, sin ser paradigma, pero sí lo suficientemente aprovechable. El director se adentra en la exploración de temas universales, reconocibles por cualquier persona frente a la gran pantalla. Se cuestiona el poder del perdón, la redención, la fuerza del grupo contra el individualismo y, en última instancia, la humildad. Observemos cómo Hayes está herido de muerte, carga con la mochila de la culpa y urge de redención. Será a través de su compañero como consiga sanar, dejando claro que la verdadera victoria no está en el asfalto, sino en levantarse y seguir caminando en compañía.
Se pueden apreciar puntos fructíferos como la superación y la fraternidad, siempre lejos del nihilismo de otras entregas, lo que dota al filme de un tono absolutamente cercano a las esferas de comunidad, entrega y trascendencia del "yo". Eso sí, huyendo del sermón, el buenismo o la banalidad.
Conclusión de 'F1: La película'
F1: La película no cambia el cine, no revoluciona el género y, por supuesto, no dejará un poso de obra maestra. Sin embargo, su mayor virtud es ir más allá del puro espectáculo deportivo, que lo es sobradamente, para transmitir un corazón que late intensamente, con una firma autoral de Joseph Kosinski y una elegancia inusitada. Esto es cine en mayúsculas, que vibra y humaniza. Una carrera de fondo que emociona y es digna de debate.
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