Lucio Castro debuta en el largometraje con Fin de siglo, cinta que ha sido tildada como "la mejor película gay del año" por la crítica especializada. Fue ganadora al mejor film argentino en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. En España estuvo nominado en el Festival Internacional de Valladolid, la Seminci 2019, a la espiga arcoíris. Es una de las apuestas más esperadas durante el Festival de Cine LesGaiCineMad 2019. En España llegará a los cines de la mano de Filmin el próximo 13 de diciembre.
Crítica de 'Fin de siglo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Fin de siglo
Título original: Fin de siglo
Reparto:
Juan Barbieri (Ocho)
Ramón Pujol (Javi)
Mía Castro (Sonia)
Helen Celia Castro-Wood (Oona)
Mariano López Seoane (Transeúnte)
Año: 2019
Duración: 84 min
País: Argentina
Director: Lucio Castro
Guion: Lucio Castro
Fotografía: Bernat Mestres
Música: Robert Lombardo
Género: Drama
Distribuidora: Filmin
Tráiler de 'Fin de siglo'
Sinopsis de 'Fin de siglo'
Fin de siglo muestra a dos hombres que se encuentran en Barcelona y, después de pasar un día juntos, se dan cuenta de que ya se conocieron hace veinte años. (FESTIVAL LESGAICINEMAD 2019).
Dónde se puede ver la película
Déjà vu
Lucio Castro se embarca en su primer largometraje, Fin de siglo, de una manera en la que las emociones invaden toda la historia que se aborda en el guion. Narrativamente, el film explora diversos temas relacionados no con la homosexualidad, sino con la concepción del amor, de las parejas, del paso del tiempo y de las experiencias vitales. Además, a través de sus protagonistas, le permite establecer un análisis del consumo inmediato del sexo, pero la dificultad de resolver el gran enigma vital del romanticismo. Una de las mayores virtudes de su libreto son los distintos saltos temporales que se plantean, lo que provoca esa introspección emocional, pero también el crecimiento y madurez ante lo desconocido. Tiene una fuerza personal impactante y Castro sabe explotarlo hasta las entrañas de su historia. No tiene miedo a mostrar las aristas y taras que esconden el ser humano.
Las relaciones personales que se establecen entre Ocho y Javi es un ejemplo de uno de los mecanismos de seducción, que también, ha aumentado, por lo menos, de una forma más pública, por el florecimiento de las redes sociales y las aplicaciones. Aun así, sabe dejar pinceladas que abren la reflexión sobre qué es lo que se espera de estos encuentros sexuales. La historia aprovecha la gran carga sexual entre ambos, resolviéndola sin dejarla esperar, para darle rienda suelta a una historia más sensitiva. Hay una cercanía pasional, que el espectador no tiene problemas de conectar. Sin embargo, uno de sus mayores atractivos también es uno de sus factores más peligrosos y es dejar que el público sea el encargado de participar activamente en el film, siendo él quién discierna qué es lo que está viendo en pantalla. Puede distraer el foco, pero también deja huella.
Íntimo y cercano
Es un hecho que Fin de siglo conquista a los espectadores gracias a sus dos protagonistas. El argentino Juan Barbieri y el español Ramón Pujol son los encargados de dar vida a esta pareja tan singular. Ambos actores tienen una química en pantalla brutal, además de mostrarse muy cómodos entre ellos mismos. La sinergia que crean entre ellos traspasa a las butacas y es lógico que haya tanta verdad en sus interpretaciones. Barbieri tiene una naturalidad innata, además de saber llevarse a su personaje a niveles emotivos sin caer en el dramatismo. Transmite en todo momento esa transformación que se produce en su personaje. Vemos una metamorfosis en pantalla, que da igual la etapa que se esté narrando, que sigue siendo verosímil. Una elección totalmente acertada, dado que comprende a su personaje y se desnuda sentimentalmente ante el espectador.
Pujol, por su parte, da una interpretación que se aleja más de una perspectiva sensitiva, ofreciendo un ejercicio de contención, no únicamente interpretativamente, sino también como elemento expresivo. Gracias a su trabajo actoral, el film no cae en el sentimentalismo excesivo, que se puede dar en las historias románticas cinematográficas. Dota de identidad a su Javi y le permite explorar otros horizontes intrínsecos en las personas. Pisa con fuerza, pero siempre dando espacio al resto de interpretaciones en pantalla. Por otro lado, Mía Maestro realiza un papel que podría parecer estar en segundo plano, pero aporta mayor realismo gracias a una actuación sin adornos. Es perspicaz y se disfruta de su presencia en escena. Dota de una tranquilidad y de luminosidad al film, que, sin duda, la audiencia agradece. Un equipo artístico muy humano, que no tienen miedo de ir a lo más recóndito de la historia.
Una vida de ensueño
Una de las particularidades de Fin de siglo es la realización técnica que hay detrás de ella. Se aleja de un cine más comercial, pero sin perder la calidad visual. Es importante subrayar que tiene una personalidad propia y escoge unos escenarios que se convierten en la mejor puesta en escena. Al utilizar lugares cotidianos, podría haber caído en el descuido artístico, pero no es así. Su dirección fotográfica es cuidada y hay planos que son realmente delicados y que en sí mismo, evocan a la belleza. Asimismo, también otorgan una fuerza más cruda y visceral en escenas que tienen una tensión que necesita esa potencia. El carácter de cine de autor está impregnado en sus secuencias, dotándole de una fascinación de cómo una imagen tan minimalista sigue causando tanta impresión. Un ejemplo de que, a veces, menos es más.
Además, hay que destacar el trabajo detrás de la dirección artística. Pese a ser una película de bajo presupuesto, ha sabido escoger algunos escenarios que recuerdan al cuidado del espacio que hace Woody Allen en muchas de sus películas. Hay ese gusto por apreciar tanto los grandes monumentos de Barcelona, como pequeños sitios más trascendentes para los protagonistas. Otro de los puntos que más engrandece al film es el manejo de la propia influencia del arte como tal. Recuerda mucho a otras obras donde esta facción cobra vida y mejora el resultado estéticamente como “La vida de Adèle”. Esto demuestra la intencionalidad de encaminar el film a un nivel alejado de lo banal y de solo enfocarlo en lo romántico. Hay ese efecto de mostrar la vida en sí misma. Por último, las escenas sexuales son un golpe de efecto que funciona perfectamente.
Conclusión
Fin de siglo es una película que habla del sentir, del paso del tiempo, de los remordimientos y del aprendizaje vital. Es una historia que tiene una verdad intrínseca, que consigue embaucar al espectador. Parte de una realización alejada de grandes artificios, pero que gana con ese aspecto minimalista. Tiene mucho cuidado visualmente y un gusto que es de apreciar. La ciudad de Barcelona se convierte en un buen telón de fondo, además de verse una influencia cultural muy acertada. Las interpretaciones de Juan Barbieri y Ramón Pujol son estupendas. Tienen una gran química y crean una sinergia muy personal. Una estructura espacio-temporal singular, que puede jugar en su contra con cierta parte de la audiencia. Una oda a la introspección vital y a la reflexión de los caminos que se llegan por las elecciones de cada etapa con un sello propio que atrapa al espectador.
Reportaje de Fin de siglo en Días de Cine TVE
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