La Compañía El Tinglao ha adaptado Fragmento de teatro I, una de las piezas teatrales menos conocidas de Samuel Beckett. Además, esta obra es característica por ser protagonizada por dos personas con diversidad funcional: una sensorial, ceguera, y motora, el desplazamiento a través de silla de ruedas. Por lo cual, esta producción busca ahondar en la obra mediante dos actores con características físicas, capacidades y discapacidades similares, que navegan dentro de la propia conciencia teatral. Esta obra se estrenó dentro del marco Surge Madrid 2020 en el Teatro Pradillo.
Crítica de 'Fragmento de teatro I'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Fragmento de teatro I
Título original: Fragment de théâtre I
Reparto:
Ángel Negro
Lola Robles
Duración: 60 min. apróx.
Dirección: Andrea D'Ovidio
Versión y traducción: Andrea D'Ovidio
Asistencia a la dirección artística: Ángel Negro
Iluminación: Covadonga Mejía
Vestuario: Elena Colmenar
Espacio sonoro: Luis Jorge Flores Díaz
Coreografía: Florencio Campo
Regiduría: Iris Bolla
Diseño gráfico: Marta Azparren
Producción: Compañía El Tinglao
Sinopsis de 'Fragmento de teatro I'
Hemos optado por una obra desconocida de Beckett, Fragmento de teatro I, donde los personajes principales son, precisamente, dos personas con diversidad funcional, una persona con diversidad sensorial, un ciego y otra con diversidad motora, usando silla de ruedas para su desplazamiento. Nuestro nuevo reto en abordar esta obra será escoger dos actores que, con sus características físicas, sus capacidades y discapacidades, ahonden en su trabajo actoral hacia otros planos, quizá más profundos, de conciencia. Los conceptos fundamentales de la obra, como en muchas de Beckett, son los de “indigencia moral”, además de la propia indigencia real representada en escena. (TEATRO PRADILLO).
Dos extraños
Andrea D'Ovidio dirige esta adaptación de Fragmento de teatro I, de Samuel Beckett. En esta ocasión, ha sido la propia D'Ovidio quien se ha encargado de esta adaptación de la obra. Para comenzar, hay que aplaudir que ha sabido dar ritmo y dinamismo al texto, ofreciendo un relato en el que, aparentemente, no pasa nada, pero se cuentan problemas profundo que hay detrás de toda esa comedia del absurdo. De esta forma, la historia presenta a dos indigentes desconocidos, ambos con sendas discapacidades. Se forma un diálogo jocoso sobre su situación. Asimismo, hace uso del humor más físico, parecido a las reminiscencias de Charles Chaplin. Por lo que, es un gusto para aquellos que disfrutan de la comedia disparatada, aunque cuenta con un trasfondo humano detrás. Así, consigue que no sea una sucesión de escenas sin ningún tipo de cohesión.
El uso de la repetición en esta pieza teatral es preciso, no abusando de él, sino dándole una significado diverso. Aunque haya personas que puedan no captar esta locura narrativa, se sigue disfrutando de igual manera. A ello se une el respeto por la obra original, la cual sigue conservando su espíritu. No obstante, la hace suya a través de guiños muy particulares, que son sutiles pero suficientes. Luego, el personaje de él es una hecatombe sarcástica, que juega a la picardía, aún con una visión luminosa y sin caer en la maldad. Con lo cual, se conjuga muy bien con Billy, que transmite esa ingenuidad y esperanza, a pesar de las adversidades que hay a su alrededor. La composición de ambos personajes hace que se conquiste un universo de fantasía, dentro de una realidad mucho más cruda.
Puro talento
Para dar vida a Fragmento de teatro I la función de los actores es fundamental, sin ellos simplemente no sería posible. Antes de nada, hay que aplaudir la decisión de escoger dos actores con discapacidad, haciendo visible que este tipo de elecciones interpretativas no debe ser la excepción, sino que tiene que normalizarse. Una vez remarcado este aspecto, Lola Robles es la primera en saltar a la escena. Su trabajo es impoluto, sumiéndolo en una alegría constante. Además, trabaja la expresividad a la perfección, que se combina con momentos de verdaderas carcajadas, que contagia a los asistentes. Asimismo, no encuentra obstáculo en el escenario, sino que conecta muy bien con la escucha y con el apoyo de su compañero en escena. Como apunte, sus rasgos marcados dejan constancia de un buen uso del humor en su propia expresión corporal y facial.
Después, Ángel Negro es el partenaire para dar vida a la pieza teatral. Desde el principio se puede ver una expresividad perfecta para la comedia y el humor, pero sin caer en el histrionismo innecesario. A su vez, a pesar de las condiciones de su personaje, otorga un movimiento constante a su alrededor, que se funde con un buen uso del efecto más físico. De igual forma, es gozo poder escucharle, ya que tiene una dicción estupenda. Por lo cual, sabe cómo dar un enfoque distinto a todo lo que dice, dando una sensación agradable y de acompañamiento hacia el espectador. Gracias al trabajo de ambos, los dos combinan la nostalgia de vivir fuera de la sociedad, dejando salir de sus cuerpos la metáfora del significado de seguir adelante pese a todo y no desde un dramatismo más duro.
Trabajo físico
La puesta en escena se ve en un primer vistazo ante la ausencia de elementos en el escenario, por lo que Fragmento de teatro I se decanta por la omisión material. De esta manera, establece las prioridades dramáticas en torno a la obra de teatro, como la necesidad de focalizar la atención sobre las acciones en el escenario y la expansión del espacio a través de la complicidad del espectador, que debe poner en su propia mente el paisaje artístico. No obstante, aunque parezca difícil de conseguir, realmente lo hacen y con una accesibilidad precisa. Es un acierto el fomentar la interactividad con la propia obra. Prueba de ello, es la utilidad de la risa como reactivo sensitivo y el efecto que desencadena. No hay nada mejor que con lo más sencillo, se cubra el impacto expresivo y cumpla su fin.
Por otra parte, la inexistencia de objetos no significa que no haya una propuesta. Por un lado, la iluminación es uno de los aspectos creativos fundamentales, adquiriendo un papel muy importante. Además, hay secuencias en las que hay un juego de flashes que bebe de la performance, sin tentar a excederse en ello. Esa coreografía lumínica es un espectáculo que suple perfectamente la ausencia de lo tangible. Luego, la composición sonora funciona en varias partes, pero en otras no saca todo el potencial que pudiera. Por lo que, acaba por ofrecer un influjo llamativo, pero no vigoroso. Por último, destacar los detalles sobre el vestuario, que son una anécdota simpática, que tiene un carácter figurativo caricaturesco acertado. Incluso, el propio diseño, en esos trajes verdes, lleva a un planteamiento artístico en sintonía con el tono de la obra.
Conclusión de 'Fragmento de teatro I'
Fragmento de teatro I es una obra humorística que combina perfectamente la comedia física, disparatada y absurda. Gracias a una buena adaptación, se dibuja una realidad dura con una luminosidad certera y un disfrute ameno y agradable. Además, se encuentra acompañado por dos actores en estado de gracia, que demuestran sus capacidades interpretativas y su uso exquisito de la expresión corporal. Asimismo, se unifica una puesta en escena minimalista con el movimiento de los actores, mezclados con una coreografía dinámica y un efecto notable de la composición sonora. Un encuentro entre dos desconocidos que se convierte en una experiencia cercana, hilarante y familiar.
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