"Gypsy, el musical": Madre sabe más

Gypsy, el musical es la historia definitiva sobre una ambiciosa “madre del artista” que lucha por el éxito de sus hijas, mientras secretamente anhela el suyo propio. Basado libremente en las memorias de la artista de burlesque Gypsy Rose Lee, su trama central gira en torno al personaje de Rose, la madre de Gypsy, una mujer implacable que busca convertir a sus hijas en estrellas del vodevil a cualquier precio.

Inspirado libremente en la América de los años veinte y treinta, cuando el vodevil y el burlesque nacieron, este musical de referencia de Arthur Laurents explora el mundo del espectáculo con humor, corazón y sofisticación. (TEATRO DEL SOHO CAIXABANK). 

La creación del fenómeno

En 1959 fue el estreno original de Gypsy, un musical basado en la artista de burlesque Gypsy Rose Lee, que a su vez se inspira en las memorias que escribió esta figura de gran relevancia en Estados Unidos. Antonio Banderas recupera este famoso musical en España, con una adaptación que desea causar el furor que ya ocurriese en su país de origen y en otros lugares del mundo. El librero explora la obsesión de una madre por hacer de sus hijas unas auténticas estrellas, con todas sus consecuencias. El mensaje es claro y eso rema a favor de la pieza para ser comprendida por el gran público. Tal vez, al ser Gypsy Rose Lee una desconocida para el público mayoritario, se hace más difícil la conexión a ciertas referencias, pero no resta interés en lo que se desea exponer sobre las tablas.

La obra sigue una estructura clásica, donde los números musicales contienen dosis de espectáculo, comedia, emoción y sentimiento, contentando así a aquellos seguidores del formato que verán como los aspectos principales de este género se cumplen sin problema. Sin embargo, se echa en falta mayor dinamismo, mayor despliegue y profundidad en la figura de la artista, en la que se ve una evolución excesivamente rápida. Se entienden los símbolos, las escenas que resumen los sacrificios humanos, la ruptura de la inocencia, la obsesión por la fama, el sueño americano... pero le falta, o un despliegue más dinámico y grandilocuente para suplir la parte emocional, o un enganche que haga empatizar con lo que sucede en escena.

El sueño americano

Uno de los aspectos más relevantes es el excelente trabajo que realiza Lydia Fairén sobre las tablas, tanto de forma interpretativa como vocal. Expone una capacidad musical de gran nivel, que transfiere a su personaje de principio a fin. Gracias a ello, hay momentos de gran emoción ante la escucha de sus interpretaciones. Sin duda, de lo mejor de la obra. Junto a ella, Marta Ribera logra una actuación imponente, con carácter, que hace que se sostenga y cumpla con lo que se espera de ella. Laia Prats y Aaron Cobos realizan una labor plausible, con momentos bonitos. Especial mención a Carlos Seguí, que consigue destacar por la personalidad con la que dota al personaje. El resto del elenco realiza un buen trabajo, sobre todo, en movimiento y baile, con unas coreografías muy bien medidas.

La puesta en escena de Gypsy es algo irregular, no realiza un despliegue de grandes construcciones y tampoco pone énfasis en la intimidad que se desea. Hay elementos de la escenografía que no tienen el acabado que se puede esperar de una productora que tiene tras de sí “El fantasma de la ópera”. Por ello, se queda a medio gas en este aspecto. No obstante, su gran as en la manga es la orquesta en vivo, es una delicia, es una de las mejores partes del montaje y saben sacarle partido al máximo. Con lo cual, se puede decir sin ninguna duda que merece la pena solo por la música en directo. El diseño de vestuario es ingenioso, tiene color y dinamismo. Por último, el ritmo no logra la agilidad que debería, quedándose algunas parte excesivamente parsimoniosas.

Conclusión

Gypsy recupera el famoso musical sobre la vida de la estrella del burlesque Gypsy Rose Lee con un resultado notable. El libreto goza de momentos interesantes, picando la curiosidad en saber sobre la vida de la artista. No obstante, se echa en falta más espectáculo o más sentimiento, pero se queda entre dos mundos. Lydia Fairén realiza un trabajo magnífico y soberbio, brilla tanto vocalmente como interpretativamente. Junto a ella, un elenco plausible, que cumple con lo que se le demanda. La puesta en escena obtiene un resultado mixto, siendo su mayor baza la orquesta en vivo, que triunfa en este montaje. El 'sueño americano' en manos de una madre obsesiva que goza de puntos estupendos, que entretiene, pero que podría ser todavía más.

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