El Nuevo Teatro Alcalá acogió el pasado 23 de mayo el estreno de Había una vez, mi familia, un emotivo y divertido viaje a nuestra infancia, producido por Emilio, Mónica, Alonso, Gonzalo y Rodrigo Aragón, y escrita y dirigida por Esteve Ferrer.
Emilio Aragón se pone al cargo de la dirección musical en este homenaje a la historia de los payasos de la tele, que coparon de felicidad a tantos millones de niños y cuyo legado ahora está en manos de sus primos Mónica, Gonzalo, Rodrigo y Alonso Aragón.
Había una vez, mi familia, podrá verse en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid del 23 de mayo al 16 de junio, los jueves a las 20.00, viernes y sábados a las 17.00 y 20.00 y domingos a las 12.00 y 17.00 h.
La abuela Eva va a celebrar su cumpleaños con sus nietos, hasta que un aviso meteorológico impide que acudan. Ella se dispone a guardar todo lo preparado en su desván cuando, de pronto, una caja cobra vida y aparecen todos los recuerdos de su infancia: un pequeño carrusel, una cajita de música, sus juguetes, un Cinexin, un antiguo televisor donde ella veía sus programas favoritos.
De repente el televisor se enciende y aparece el programa de Los Payasos de la Tele. A la pregunta “¡Cómo están ustedes!”, Eva, nuestra abuela, responde lo que todos tenemos en la cabeza. El desván empieza a transformarse hasta que en un espacio mágico Los Payasos de la Tele se materializan en carne y hueso junto a ella. Los payasos y su troupe de alocados payasos acompañarán a Eva en un viaje por un mundo de recuerdos y sueños, en un espectáculo teatral y musical que no sólo rinde homenaje a Los Payasos de la Tele, sino que también rinde homenaje al género del Clown y a una época que marcó la infancia de una generación de niños y niñas que se criaron en las décadas de los 70 y 80.
En el espectáculo recorreremos todos los subgéneros y técnicas características del mundo del clown, como la gestual, la textual, la parodia, lo circense y la técnica, y en todos sus formatos, como la entrada clásica completa, los números musicales, el humor textual, la poética visual, el simbolismo o la magia. Los grandes creadores del género estarán reivindicados en Había una vez, mi familia. (WEB OFICIAL).
Había una vez un circo lleno de alegría e ilusión
Se abre el telón y comienza la magia.
En unos pocos segundos, volvemos a ser niños.
Queremos cantar y gritar con esos queridos payasos que nos acompañaron durante tantos años. Volvemos a estar delante de aquellos televisores en blanco y negro, con los ojos como platos, y felices como entonces. No hay pesares. No hay problemas. Nada nos duele.
Parece imposible, pero en menos de un minuto desde que empieza la función, los ojos se nos humedecen por la nostalgia, mientras que a la vez nos reímos a carcajadas.
Queremos aplaudir ya. Gritar. Cantar como cuando éramos niños. Porque en ese momento, aquellos treinteañeros a los que Miliki dedicó su álbum A mis niños de 30 años, y que ya andamos rozando peligrosamente los 60, volvemos a ser esos pequeñajos felices, pegados a la tele, disfrutando como locos.
Con motivo del 50.º aniversario de la emisión del primer programa y con el hilo conductor de la abuela Eva (interpretada por Mónica Aragón), que mediante un caja que cobra vida revive los momentos más entrañables de su niñez, esta obra dirigida por Esteve Ferrer no es solo es un viaje mágico que homenajea a Gaby, Fofó, Miliki y Fofito,los Payasos de la Tele, sino también un canto a esa magia especial que tiene la risa que nos conecta y nos hace sentir parte de algo más grande.
… Que alegraba siempre el corazón
Esteve Ferrer dirige y escribe Había una vez, mi familia para revivir la niñez de los años 70 y homenajear a Gaby, Fofó, Miliki y Fofito. Pero su intención va más allá, y convierte esta obra en una reflexión sobre la importancia de la familia y la capacidad de la risa para unir a las personas. Un homenaje a una época en la que el circo alcanzó las más altas cotas de popularidad y que marcó la infancia de una generación de niños y niñas que se criaron en las décadas de los 70 y 80.
En un viaje nostálgico a través de la música de la época, la magia y números circenses, nos transporta a esas tardes de infancia, merendando galletas frente a la televisión, bajo un cielo azul que Antonio Machado habría pintado con sus palabras.
Alonso, Gonzalo y Rodrigo Aragón interpretan a los Payasos de la Tele con una autenticidad que nace del legado vivo que son de aquellos míticos payasos. Mónica Aragón, en el papel de la abuela Eva, con una tierna sensibilidad nos guía por el laberinto de recuerdos que creíamos tener olvidados y que, según escuchamos las canciones o vemos los números que se van representando, afloran a nuestra memoria con la fuerza de un huracán.
Este elenco se completa con los Tonis, Oriolo, Gregor Acuña-Pohl, Susana Villegas, Eli Donnola, Carles Vallès, Mario Larce, Carla León, un conjunto de artistas circenses que redondean la función, aportando una energía contagiosa, demostrando que el circo sigue siendo un espectáculo.
Lleno de color, un mundo de ilusión…
La puesta de escena es un deleite para los sentidos. Aquellos escenarios que solo habíamos visto en el pequeño televisor de casa en blanco y negro, de repente, los vemos aquí, en un espectacular baile de piezas iluminadas por colores vibrantes, en un movimiento dinámico a ritmo de aquellas canciones que todos hemos tarareado una y mil veces.
Es un escenario para soñar con la magia. Con la ilusión. Con algunos momentos de una belleza sobrecogedora y tierna, y que no voy a desvelar aquí, pero que sí puedo decir que me emocionaron profundamente y me hicieron recordar aquel lejano Barnum que dirigió Emilio Aragón allá por el año 1984, y al que yo tuve también oportunidad de asistir al estreno.
El vestuario de la obra es en sí una pequeña obra de arte. En cada traje se advierte un diseño meticuloso, que refleja la tradición del circo y sí, no faltan ni las míticas camisolas rojas de Fofó y Miliki, seña de identidad de los payasos de la tele, ni las lentejuelas o pequeñas marionetas que sirven para contar la historia de la familia.
Con estos mimbres se teje una historia maravillosa que evoca un pasado que sigue vivo en el imaginario de millones de personas.
Pleno de alegría y de emoción
¿Quién no recuerda las canciones de los payasos de la tele? ¿Qué persona no se sabe el Hola don Pepito, o Susanita tiene un ratón, o cualquier otra de sus canciones? ¿Quién todavía no canta el Feliz en tu día en los cumpleaños?, ¿quién puede escucharlas sin sonreír? Las canciones de la familia Aragón son la banda sonora de toda una vida. De varias generaciones y de las que aún vendrán. Que igual te las canta un octogenario que un niño de cinco años. Forman parte de nuestra historia, de nuestro imaginario colectivo.
Emilio Aragón, hijo de Miliki, y sobrino de Gaby y Fofó, armado de su excelente trayectoria profesional, produce y dirige musicalmente Había una vez, mi familia.
La música siempre ha sido seña de identidad de las producciones de Emilio Aragón, y en esta obra, brilla con luz propia. La banda sonora de su vida, que es la de todos los que crecimos en aquella época, se actualiza en esta ocasión con orquestaciones diferentes, manteniendo su esencia.
Esta producción musical no solo acompaña la acción, sino que es el alma de la historia. Cada nota que resuena en el teatro toca la fibra sensible de los espectadores, creando un puente que une el pasado de aquellos niños de entonces con el presente, una vez rozada ya la sesentena.
Pero esta música no solo la disfrutamos los que ya tenemos una edad, no. Los niños que asistían a la representación, la coreaban con el mismo entusiasmo que nosotros, señal de que estas canciones han trascendido en el tiempo y todavía tienen, afortunadamente, un largo recorrido por delante.
Conclusión
Había una vez, mi familia es un viaje emocional a la infancia, a un pasado en el que toda la familia se reunía unida para ver a los Payasos de la Tele, a esos míticos Gaby, Fofó, Miliki y Fofito a los que tantos y tantos millones de niños idolatramos y seguimos haciéndolo. Imposible escuchar sus canciones y no sonreír, o no corearlas, o no cantarlas a voz en grito.
Es un homenaje maravilloso y merecido para esos payasos que tanta felicidad regalaron y también, por qué no, un homenaje al circo y al humor con mayúsculas, a ese humor inteligente tan difícil que hace reír a la vez a un niño y a un adulto.
Resumiendo, esta obra no es solo una representación teatral, es un pasaje a los días felices de la niñez, cuando éramos invencibles y la risa iluminaba nuestra cara. Los Payasos de la Tele nos enseñaron no solo a reír, también nos inculcaron valores y nos hicieron soñar. Había una vez, mi vida es un testimonio de aquellos momentos imborrables, un regreso a la alegría que aquellos artistas, armados de camisola roja y frac, inculcaron a nuestras vidas.
Si quieren salir del teatro con un sonrisa, tarareando canciones inolvidables, y con cuarenta años menos sobre las espaldas, yo les recomiendo que vayan a verla. No se arrepentirán.
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