Después de La vida es sueño y de Edipo rey, Declan Donnellan regresa a la cartelera teatral madrileña, con Hamlet de William Shakespeare. Nos reencontramos con parte del elenco que ya disfrutamos en Edipo rey, de la compañía rumana Teatrul Naţional Marin Sorescu de Craiova.
Con una puesta en escena minimalista y contemporánea, Donnellan actualiza el clásico, profundizando en la soledad y la locura del príncipe, interpretado por Vlad Udrescu.
Hamletde William Shakespeare pudo disfrutarse del 16 al 19 de enero de 2025 en la Sala Verde de los Teatros del Canal de Madrid.
Reparto: Vlad Udrescu (Hamlet)
Ramona Drăgulescu (Gertrude)
Claudiu Mihail (Claudius)
Theodora Bălan (Ophelia)
Raluca Păun (Polonius)
Alex Stoicescu (Laertes)
Valer Dellakeza (Fantasma)
Cătălin Vieru (Rosencrantz)
Darko Huruială (Guildenstern)
Marian Politic (Actor)
Angel Rababoc (Actor)
Costinela Ungureanu (Actor)
Mircea Mogoșeanu (Guardia)
Mihnea Presura (Guardia)
Duración: 120 min. apróx. Dirección: Declan Donnellan Versión y traducción: George Volceanov Autoría original: William Shakespeare Diseño: Nick Ormerod
Asistente de dirección: Laurențiu Tudor
Compositor: Tibor Cari Dirección técnica: Cristian Norel Petec Producción: Teatrul Naţional Marin Sorescu in Craiova (Rumanía) / Cheek By Jowl
Tráiler de 'Hamlet'
Sinopsis de 'Hamlet'
A veces se pasa por alto que Shakespeare tomó cuatro de las palabras quizás más aburridas del idioma inglés y luego las convirtió en el verso más famoso del teatro mundial.
«Ser o no ser», ¿cómo puede algo tan abstracto resonar en tantas culturas y eras? Para algunos, la respuesta a la pregunta parece sencilla: “¡Es ser!”. ¿De modo que en lugar de hacer preguntas sobre la existencia que no tienen respuesta, deberíamos simplemente abrazar la vida y poner un pie delante del otro? Pero la pregunta sigue atormentando a muchos, incluido yo mismo, sobre todo porque no entendemos el «por qué».
Parece que la cuestión no es el lujo de un intelectual con demasiado tiempo, sino que es de crucial importancia. A veces hacemos cosas sin sentido, cosas verdaderamente terribles sin motivo ni beneficio aparente. Y corremos desesperados preguntando «¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!». Los seres humanos son el único animal que puede ser irracionalmente cruel. Y quizás esto esté relacionado con el hecho de que los humanos son los únicos animales que pueden dudar de su propia existencia.
El dilema de Hamlet encarna esta lucha. Pero no de forma directa, sino enigmática, como un fantasma que recorre los oscuros pasillos de Elsinore. (TEATROS DEL CANAL).
Declan Donnellan frente a Shakespeare
Hablar de Hamlet es hablar de una de las obras más representadas y conocidas de todos los tiempos. Un pilar sacrosanto de la literatura universal. Por eso, resulta tan estimulante que existan aproximaciones que busquen explorar nuevas facetas. Los clásicos son clásicos porque no está todo dicho de ellos. No son arqueología. Lejos de agotarse, cada generación, cada director de escena puede encontrar en esa materia ecos que resuenen en sus propios tiempos.
Declan Donnellan es, sin duda, un referente dentro del panorama teatral contemporáneo. Su predilección por los clásicos, a los que se aproxima siempre con una sensibilidad particularísima, no está libre de controversia. Su Hamlet, junto con La vida es sueño y Edipo rey, que pudimos disfrutar los últimos años, conforma una tríada atemporal sobre los deberes familiares, la justicia y el poder. Donnellan despoja sus obras de artificios para centrarse en la esencia de los conflictos humanos, dando protagonismo absoluto al trabajo de los actores. En esta versión, se apuesta por intensificar la soledad del protagonista, eliminando o simplificando algunas subtramas.
Vlad Udrescu, desmesurado y formidable
Si hay algo que destaca en esta propuesta son sus sobresalientes interpretaciones, que logran explorar la complejidad emocional de los personajes. Vlad Udrescu tiene una presencia en escena fascinante. Nos ofrece un Hamlet grotesco y perturbado. Su interpretación es intensísima e hipnótica. Es imposible apartar la vista. Un monstruo frágil, sediento de amor y de sangre, rabioso y vulnerable. Con este Hamlet, Vlad Udrescu se convierte en uno de los actores más interesantes del panorama teatral europeo. El resto del elenco ofrecen un conjunto cohesionado y lleno de matices, que acaban de dar profundidad al resultado final.
Especialmente memorable, es la escena final. El duelo entre Hamlet y Laertes se prolonga en silencio. Gertrude y Claudius beben sus copas y mueren sin palabras. Uno a uno entran en el mundo de los fantasmas donde el viejo rey les espera. ¿Es posible para Hamlet la conciliación consigo mismo y con los suyos? ¿Qué hay en el silencio que no se encuentra en las palabras y en los discursos retóricos? Esas preguntas son las que nos acompañan cuando las luces se apagan y el telón cae.
Minimalismo y frialdad emocional
La escenografía corre a cargo de Nick Ormerod, habitual colaborador de Donnellan. La elección de la Sala Verde de los Teatros del Canal con su disposición de las gradas de público en 365º con respecto al escenario hace que el espectador se sienta inmerso en la acción, pero también resulta especialmente acertado al subrayar la metaficcionalidad que radica en el corazón del texto. Una larga y relativamente estrecha tira de vinilo blanco marca un espacio escénico desnudo. Esta disposición permite remarcar la distancia emocional de los personajes, especialmente la soledad de Hamlet. Este, enajenado por su sed de venganza, no es cómplice de la mentira que está teniendo lugar en la corte. Piensa fuera de los rígidos límites impuestos, ve más allá de lo establecido y rompe con frecuencia la cuarta pared.
La luz es el único recurso del que se hace uso para resignificar el espacio. En la mayor parte del espectáculo, la iluminación es artificial y uniforme. Solo en momentos muy concretos esta cambia para crear una atmósfera sobrenatural. El diseño de vestuario se aleja también de aproximaciones historicistas y apuesta por lo simbólico. Como sacados de un catálogo de Zara, los miembros de la corte visten trajes grises e impersonales. Los colores cobran así una especial relevancia. El negro, luto y dolor; el rojo, pasión y deseo, culpa y transgresión; el amarillo, la ironía y lo macabro; el plateado, distanciamiento emocional y frialdad.
Conclusión
Disfrutar de un montaje de Declan Donnellan es siempre un acontecimiento. El director británico aporta a este Hamlet una mirada innovadora, que, sin embargo, mantiene la esencia del texto original. Con una puesta en escena minimalista, es su elenco, todos miembros de la la compañía rumana Teatrul Naţional Marin Sorescu, lo que da potencia a la propuesta, especialmente su protagonista, Vlad Udrescu. Una oportunidad única de reencontrarse con un clásico atemporal, que indaga sobre la responsabilidad y la justicia, pero también sobre la fragilidad y la soledad.
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