"Si te gustan los finales felices, puedes retirarte". Marusya Syroechkovskaya, directora y una de las protagonistas del documental How to save a dead friend, nos comunica esta realidad cuando podríamos estar pensando que ya hemos visto todo lo malo que se nos presenta. Pero no es más que el principio del fin. Una joven Marusya comienza narrando su decisión de dejar el mundo, de suicidarse. Sin embargo, cuando conoce a Kimi estos pensamientos autolesivos comienzan a desvanecerse y florece una conexión de lo más pura entre dos personas que sobreviven en la Federación de la Depresión, como nombran al régimen ruso que gobierna en sus respectivos territorios. Se alzó con el Premio del Jurado a Mejor Película Internacional en Documenta Madrid 2023.
Crítica de 'How to Save a Dead Friend'
Resumen
Ficha Técnica
Título: How to Save a Dead Friend
Título original: How to Save a Dead Friend
Reparto:
Marusya Syroechkovskaya
Kirill Morev
Año: 2022
Duración: 103 min.
País: Suecia
Director: Marusya Syroechkovskaya
Guion: Marusya Syroechkovskaya
Fotografía: Kirill Morev, Marusya Syroechkovskaya
Música: Felix Mikensky
Género: Documental
Distribuidor:
Tráiler de 'How to Save a Dead Friend'
Sinopsis
La joven Marusya, de 16 años, estaba decidida a poner fin a su vida al acabar el año hasta que conoce a un tímido joven grunge llamado Kimi. A partir de ese momento, la inseparable pareja capturará la euforia, la ansiedad y la miseria de su precaria existencia bajo la sombra de un gobierno opresor. Grabada a lo largo de 12 años con gran destreza, esta cruda, exuberante y conmovedora historia de amor ofrece una visión de una generación silenciada de jóvenes rebeldes que luchan por sobrevivir en la Rusia de Putin.
Dónde se puede ver el documental en streaming
El peso de la estética
Uno de los elementos de How to save a dead friend que destacan sobre el resto es la estética. Syroechkovskaya se abre en canal para ofrecer una visión de lo más íntima de su propia vida. Es difícil señalar cuánto de la obra es parte de la propia Marusya y cuánto de Marusya es parte de la obra. No se puede dividir, ni contabilizar. Por ese motivo, la vertiente artística de la obra bebe directamente de la de su directora.
Es un documental en tonos fríos, neutros. Nada brilla ni destaca más que los propios protagonistas, quienes conquistan la lente. Se percibe fácilmente los gustos de ambos: el grunge, lo underground, lo indie. Son aspectos que dejan huella a través del vestuario, los peinados, la manera de expresarse, la música que escuchan y los temas que tratan.
El hecho de que se trate de un diario a lo largo de los años intensifica exponencialmente el componente realista del relato. Todo lo que se ve es lo que hay, y cuando deja de haber ya no se ve nada más. La voz en off, además, ayuda a explicar aquello que la cámara no capta tan bien por sí sola.
Lo único que rompe con la realidad filmada es esa presentación kitsch que se regodea en la estética de lo cutre y cuenta la historia de amor como si lo narrase una adolescente enamorada por primera vez. Muy disfrutable, muy entretenido y se agradece una ruptura con la dura realidad aunque sea durante unos breves instantes.
A veces, el amor no es suficiente
How to save a dead friend comienza por el final, para que no nos hagamos ilusiones. Con la muerte de Kimi, todo lo que Marusya ha estado grabando tantos años llega a un fin. Y de las lágrimas del entierro se pasa a la felicidad adolescente de haber encontrado a tu alma gemela en el peor momento de tu vida.
Es fácil ver por qué ambos encajan a la perfección, son muy compatibles en todos los sentidos. La química que desprenden es innegable y el cariño se palpa a través de la pantalla. Es tan abrumador que incluso en sus peores momentos, siguen estando el uno para el otro.
Esta eterna lucha contra la realidad les deja, y nos deja, momentos enternecedores entre ambos, donde parece que van a poder librarse del destino que va acabando con toda pizca de inocencia y juventud que poseen. Pero no es así.
No se sabe del todo si Rusia es la que acaba con Kimi, si son las drogas o si es él mismo. Parece que es una mezcla de todo. Aún teniendo todas las herramientas para poder escapar de ahí, no ve salida posible. Esto es lo que nos da una de las escenas más desgarradoras de todo el filme, cuando se derrumba tras uno de sus ingresos en el hospital psiquiátrico.
La resistencia y fuerza de voluntad de Marusya parece interminable, y quizá hubiese sido interesante ahondar también un poco en ella, en sus sentimientos. Sin embargo, How to save a dead friend es la carta de amor definitiva más pura que he visto nunca, y aún en las peores de las circunstancias destaca la resiliencia y el apoyo. Incluso cuando sabemos el trágico final, que es inevitable, siempre parece que hay un punto de esperanza. Una esperanza que su situación les ha arrebatado. Quizá si hubieran nacido en otra parte del mundo, si les hubieran gustado otras cosas, si no se hubieran sentido abocados a un destino fatal, este sería un documental con final feliz donde Kimi y Marusya viven juntos y forman una familia. Pero no lo es.
Con una Rusia del siglo XXI de telón de fondo, How to save a dead friend no solo habla de Marusya y de Kimi, sino que también lo hace de toda la realidad social que les rodea. Se muestran imágenes de manifestaciones políticas, se habla de la depresión y las enfermedades mentales, de la falta de oportunidades para los jóvenes, de la represión que sufren y la esperanza perdida.
Hay momentos de esperanza, de unidad, como con el partido de fútbol. Pero no son capaces de opacar la desgracia y la caída en picado que, no solo ellos, sino todos a su alrededor sufren. Las drogas, la desintoxicación, los periodos de mono. La cárcel, el entrar, el salir, la normalización del consumo y del arresto. Crecer entre la oscuridad sabiendo que solo te espera la muerte, que no hay nada más para ti. Morir para vivir. El pesimismo en su máximo esplendor.
Conclusión de 'How to save a dead friend'
Marusya Syroechkovskaya no se reprime de ninguna manera y se desnuda, metafóricamente hablando, ante el espectador. How to save a dead friend es un canto a una inocencia arrebatada, a una esperanza enviciada y a un amor inmortal. Es un durísimo retrato de la juventud perdida que ha marcado a toda una generación.
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