"Jojo Rabbit": La idiosincrasia de la fábula

Taika Waititi, conocido por haber dirigido filmes como "Lo que hacemos en las sombras" o "Thor: Ragnarok", vuelve a la gran pantalla con Jojo Rabbit. El realizador adapta la novela de Christine Leunens. La película ha obtenido un gran reconocimiento en festivales y premios muy prestigiosos. Está nominada en seis categorías en los Premios Óscar 2020, incluyendo a mejor película, a mejor actriz de reparto y a mejor guion adaptado. En cines el 17 de enero en España.

Crítica de 'Jojo Rabbit'

Ficha Técnica

Título: Jojo Rabbit
Título original: Jojo Rabbit

Reparto:
Roman Griffin Davis (Jojo)
Thomasin McKenzie (Elsa)
Scarlett Johansson (Rosie)
Taika Waititi (Adolf)
Sam Rockwell (Capitán Klenzendorf)

Año: 2019
Duración: 108 min
País: Estados Unidos
Director: Taika Waititi
Guion: Taika Waititi
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Música: Michael Giacchino
Género: Comedia
Distribuidora: 20th Century Fox

Filmaffinity

IMDb

Tráiler de 'Jojo Rabbit'

Sinopsis de 'Jojo Rabbit'

El jocoso retrato del nazismo

Taika Waititi realiza una fábula histórica a través de Jojo Rabbit, una película que comienza como una sátira sobre el nazismo y su pensamiento extremista y termina por desarrollar un pensamiento alejado del humor. El realizador y guionista empieza el film con una historia ligera, en la que se muestra la doctrina nazi llevado al extremo y haciendo una parodia ácida que funciona. De esta forma, se presenta a Jojo, un niño que pertenece a las Juventudes Hitlerianas. Waititi respeta la inocencia del protagonista y a través de sus ojos se dan pinceladas de la madurez acelerada con la que cuenta, por el espacio histórico en el que se narra. Sin embargo, en ocasiones, la naturaleza del film no termina de ser muy clara y juega entre dos vertientes, pero de una forma tan ambigua que es posible llegar incluso despistar al espectador.

El universo que se fabrica en la cinta permite que brille el conglomerado de personajes que aparecen en ella, aunque se focalice sobre todo en la relación entre el protagonista, su madre y Elsa. Aun así, consigue que el público empatice con las situaciones que se desarrollan en torno al joven y su destino. Según avanza el film, va cambiando su esencia, por lo que propone diversos debates y, sin duda, en su último tercio, convoca al efecto más sensible en escena. Por suerte, Waititi mantiene la ligereza en pequeñas dosis frente a lo dramático, para no romper la coherencia narrativa que ha ido formando en el primer escenario. Únicamente hay que mencionar que, en alguna escena, hay un exceso de sentimentalismo, que no se produce de una manera totalmente orgánica. No es factible obviar la propagandística estadounidense.

Cuestión de niños

El alma de Jojo Rabbit no es otro que Roman Griffin Davis, que se mete en la piel del personaje que da nombre a la película. El pequeño actor demuestra sus dotes interpretativas con una soltura y una naturalidad que transmite toda esa inocencia, ignorancia, inmadurez, ingenuidad y perspicacia que hay en torno a su personaje. Pese a la personalidad de la cinta, Davis sabe adaptarse en todo momento al ambiente de cada parte de ella. Regala un trabajo interpretativo muy fresco y se convierte en lo mejor del film. Por su lado, Scarlett Johansson, como la madre de Jojo, es una apuesta muy acertada. Sensible, dulce, pero firme e, incluso, burlona. Da ese picante en su actuación, que la eleva. Tiene una gran química con Davis y ambos forman un dúo cómico sin forzarlo, muy orgánico.

El otro gran descubrimiento del film es Thomasin McKenzie, la cual da vida a Elsa. La actriz va de menos a más, por lo que realiza una transformación interpretativa que le posibilita enseñar a los espectadores su trabajo interior y su uso del lenguaje no verbal. Pese a que en sus primeras escenas realiza un esquema ya conocido por el público, va dándole matices hasta culminar la metamorfosis en sus últimas escenas. Luego, es imposible no mencionar a Sam Rockwell y al propio Taika Waititi, Capitán Klenzendorf y Adolf, respectivamente. Rockwell está inmenso, muy cómodo en su personaje e ilumina la pantalla, establece una actuación mordaz y sale airoso de ella. Brillante. Por su parte, Waititi es irreverente, deslenguado y sabe llevar el humor más físico a la pantalla. Su locura es la que mantiene la comedia en su lugar.

La tragicomedia

El género de Jojo Rabbit no es complicado de definir en las primeras escenas. Ambientado en una hipotética Alemania, se dibuja un escenario que no busca el rigor histórico, sino crear un ring creativo alrededor suyo. Lo logra efectuar al dar un mundo más cerca de la mente de un niño, que la seriedad y crudeza de la guerra. No obstante, mantiene algunos elementos y secuencias que hacen que no sea un cuento infantil y se pueda reflexionar sobre las consecuencias de este momento histórico. La leve contradicción es plausible verla en cómo el esquema técnico comienza con un ritmo rápido, dinámico y en movimiento, para luego establecer uno más sombrío. Aunque lo hace desde una coherencia narrativa, llega el espectador a darse cuenta del cambio de registro y no de una forma sutil.

A nivel estético, hay que subrayar la importancia de los colores vivos, de la manera en la que se inventan símbolos y los leitmotiv que perduran en la mente del espectador. Hay una buena realización en la dirección artística, en la que se ha cuidado mucho el resultado visual en escena. Se ve como el detalle forma parte del film, algo que es de apreciar, dado que no se limita a dejar el peso en la acción. Además, hay una gran riqueza de escenarios y de personajes. Otro de los puntos que favorece al film es la banda sonora que acompaña al largometraje. La música encaja en todo momento y se establecen distintos números musicales que llevan a un carácter desenfadado, pero firme. Por último, subrayar el gran trabajo de montaje, que junto a la dirección de Waititi, ofrece un relato efectivo.

Conclusión

Jojo Rabbit es una fábula socarrona, que a través de un retrato satírico de la Alemania nazi, también muestra un punto de vista más profundo. El guion realiza una transformación que funciona, aunque a veces llega a tocar la fina línea de la ruptura de la coherencia narrativa. A nivel actoral, hay que aplaudir el gran trabajo de Roman Griffin Davis, que, a su corta edad, maneja perfectamente el peso dramático del film. El montaje es muy dinámico y mantiene el ritmo vertiginoso, atrayendo así al espectador. Un viaje desde la visión de la niñez, en la que se lleva todo al extremo, sin dejar apartada la complejidad del ser humano y lo que hay tras de él.

Reportaje de Jojo Rabbit en Días de Cine TVE

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