Joyland es la primera película del director y guionista pakistaní Saim Sadiq. Un drama luminoso y triste sobre tres personajes acorralados por la rígida sociedad del país asiático. Un hombre que sueña con la danza, su infeliz mujer y un transexual con el que el protagonista tendrá una relación muy especial.
Galardonada en el Festival de Cannes, con el Premio del Jurado y nominada, entre otros, a mejor película extranjera en los Premios Independent Spirit. La cinta está protagonizada por Ali Junejo, Alina Khan, Rasti Farooq y Sarwat Gilani. Su estreno en los cines españoles se espera para el 10 de febrero de 2023.
Crítica de 'Joyland'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Joyland
Título original: Joyland
Reparto:
Ali Junejo (Haider)
Rasti Farooq (Mumtaz)
Alina Khan (Biba)
Sarwat Gilani (Nucchi)
Salmaan Peerzada (Father)
Año: 2022
Duración: 126 min.
País: Pakistán
Director: Saim Sadiq
Guion: Saim Sadiq, Maggie Briggs
Fotografía: Joe Saade
Música: Abdullah Siddiqui
Género: Drama. Transexualidad
Distribuidor: Surtsey Films
Tráiler de 'Joyland'
Sinopsis
Joyland nos cuenta la historia de Haider, el hijo menor de una clásica familia patriarcal en Lahore (Pakistán), que se une en secreto a una compañía teatral de danza erótica donde los sentimientos por su esposa se ponen en cuestión cuando se enamora de Biba, una joven y ambiciosa estrella trans, provocando una revolución en la familia. (Surtsey Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un hallazgo para la industria de Pakistán
Joyland ha sido y está siendo historia para la cinematografía de Pakistán. Un país del que no se suele hablar mucho en términos fílmicos y que ahora misma está consiguiendo un sinfín de merecidas alabanzas. Por ello, fue la primera película pakistaní en competir en el pasado Festival de Cannes. Así como se postuló como representante del país asiático en la lucha por la nominación al Oscar. La película supone el debut en el largometraje de Saim Sadiq. Un joven guionista y realizador que ha decidido estrenarse tras la cámara con una conmovedora historia localizada en su Lahore natal.
Una trama que protagonizan Haider (Ali Junejo), Biba (Alina Khan) y Mumtaz (Rasti Farooq). Haider es un joven muy alejado de la prototípica masculinidad imperante en Pakistán y en muchos países del mundo. Porque aunque Haider está casado con Mumtaz, no tiene trabajo y sueña con bailar. Por si no fuera poco, Haider no tiene trabajo y vive gracias al sueldo de su mujer, Mumtaz, quién trabaja como esteticista. Ambos viven en la casa familiar, con el patriarca y el la familia del hermano mayor de Haider. Una situación tensa que se precipitará cuando Haider consiga un trabajo en un teatro erótico. En un espectáculo como bailarín de una transexual llamada Biba.
Atrapados entre barreras invisibles
Tres personajes que Joyland teje a la perfección para ir abordando multitud de temas y lamentos silenciosos. Con dos partes bien diferenciadas, quizás demasiado. Y es que primero asistiremos a la especie de embrujo que Haider sentirá por Biba. Dos personajes que no tienen un lugar entre tanta represión y que se enamorarán. En una de esas historias inesperadas e irremediables que pueden recordar a otras bellezas particulares.
Cada cuál tendrá la suya, yo personalmente recordaba Deseando amar o la más reciente Two Lovers. En cuanto a un amor triste, callado, apenas consumado, pero fervientemente deseado. Un amor que, además, resulta un gran ejemplo de cine queer. Cine novedoso y valiente que puede ayudar a normalizar otro tipo de historias. Producidas en otras latitudes y con otras idiosincrasias.
Una historia de amor que se convertirá en triángulo trágico en la segunda parte de Joyland. Cuando el personaje de Mumtaz cobra el relevo del protagonismo. Una mujer infeliz, pero muy independiente que es privada de su oxígeno, su trabajo. Ya que cuando Haider empieza a ganar dinero como bailarín, ella tiene que encerrarse en casa. Para hacer el trabajo de tantas mujeres, lo que le llevará a la reclusión. En un ejemplo de la supeditación del deseo de ella en beneficio del de su marido. Aunque la película refleje un marido alejado de las masculinidades tóxicas. Aquí, como casi siempre, la mujer es la que más sufre las consecuencias.
Delicada, emotiva y triste
Aunque más allá del fondo, quizás lo mejor de Joyland es la forma de contar. La forma de decir sin palabras, de mostrar con apenas pocos elementos. Todo en ella es de una infinita delicadeza y gusto narrativo. Siempre midiendo muy bien los ritmos y con una mezcla de tonos que es muy acertada. Con momentos incluso divertidos y otros de una tremenda tristeza. Porque lo que está contado su director rezuma verdad y la amargura de Mumtaz o los sueños incompletos de Biba y Haider llegan. Da igual que los planos nos muestren una ciudad lejana como Lahore. El sentimiento de pérdida, de extrañamiento y dolor por no ser lo que quieren otros resulta emocionante.
Dicho esto, la pericia de Sadiq con la cámara es más que palpable. Con algunas secuencias muy simbólicas, como cuando Haider y Biba viajan en una motocicleta junto a un enorme cartel de ella. O con ese flashback tan tierno del final, en el que descubrimos los inicios de Haider y Mumtaz. Pequeños ejemplos de decisiones acertadas, combinadas con una frescura innegable de sus actores. Capaces de traspasar barreras e imprimir pulso a cada uno de sus personajes.
Conclusión de 'Joyland'
En resumen, Joyland es un gran descubrimiento para cualquier cinéfilo hambriento de estímulos nuevos y sinceros. Una historia emotiva y delicada, sobre personajes arrinconados por una sociedad represora. Con una historia de amor imposible, una mujer casada asfixiada por la tradición y un joven provisto de un masculinidad alejada de la norma. Seres, todos ellos, que tendrán que malvivir por una ciudad que no les ve. En un ejemplo de cine contado desde las profundidades. Cine de una gran carga simbólica que dice a base de silencios y muestra con apenas un puñado de elementos.
Reportaje de Joyland en Días de Cine TVE
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