Icíar Bollaín vuelve a los cines con La boda de Rosa, una película que busca hablar sobre la necesidad de buscar la independencia personal. Hay que destacar que el film estaba previsto para formar parte de la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga. Asimismo, iba a competir para alzarse con la Biznaga de Oro. Por otra parte, se convierte en uno de los estrenos más esperados del cine español en plena recuperación estival de la cartelera. Pese a los retrasos en su fecha de estreno, llega a la gran pantalla el próximo 21 de agosto de 2020 en España.


La boda de Rosa

Crítica de 'La boda de Rosa'

Ficha Técnica

Título: La boda de Rosa
Título original: La boda de Rosa

Reparto:
Candela Peña (Rosa)
Sergi López (Armando)
Nathalie Poza (Rosa)
Ramón Barea (Antonio)
Paula Usero (Lidia)

Año: 2020
Duración: 100 min
País: España
Dirección: Icíar Bollaín
Guion: Icíar Bollaín y Alicia Luna
Música: Vanessa Garde
Fotografía: Sergi Gallardo y Beatriz Sastre
Género: Comedia
Distribución: Filmax

Filmaffinity

IMDb

Tráiler de 'La boda de Rosa'

 Sinopsis de 'La boda de Rosa'

La boda de Rosa nos muestra cómo a punto de cumplir 45, Rosa se da cuenta de que ha vivido siempre por y para los demás y decide apretar el botón nuclear, mandarlo todo a paseo y tomar las riendas de su vida. Pero antes, quiere embarcarse en un compromiso muy especial: un matrimonio consigo misma.

Pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar. Casarse, aunque sea con ella misma, va a ser lo más difícil que haya hecho nunca. (FILMAX).

Dónde se puede ver la película



La boda de Rosa
Foto de Filmax

Vivir a merced de otros

El cine de Icíar Bollaín se ha convertido en un éxito por sus relatos llenos de verdad y búsqueda del camino vital. Con La boda de Rosa mete al espectador en una historia de superación y sobre la dificultad de encontrarse a uno mismo. A través de un libreto minimalista, se deshace de florituras innecesarias y expone lo complicado que es tener voz en un mundo donde se vive en la pleitesía de los demás. Desde el principio se observa esa exigencia de estar para los otros. En consecuencia, el público camina al lado de su protagonista en una metamorfosis, que se efectúa como un golpe en la mesa. Junto a ello, invita a la reflexión sobre la necesidad de buscar un camino en el que cada persona sea la protagonista de su historia.

La creación de un personaje que no tiene un pasado complejo, hace que se vea que no es imprescindible un sometimiento emocional exacerbado para buscar el porqué de la vida. Sin embargo, la justificación, en algunos momentos, no termina de redondearse y juega dentro de una emocionalidad excesivamente naif y sin dar demasiadas explicaciones. Aun así, no se puede negar que haya ese factor de realismo que hace que se muestre la importancia de cuestionarse a uno mismo sin la obligación de que haya un gran problema detrás. Solamente algunos diálogos caen en una peligrosa línea de blanquear, en cierta manera, la sobreexplotación de las personas que se desviven por los demás. A ello, hay que añadir lo caricaturesco que resultan algunos aspectos esenciales de los personajes protagonistas que no terminan de cuajar como debiesen. Por suerte, el mensaje es claro y conciso.

Foto de Filmax

La sencillez de las personas

La calidad de Candela Peña como actriz queda una vez más retratada. En La boda de Rosa demuestra por qué es una de las mejores actrices que hay actualmente en el panorama español. La razón es la versatilidad y la personalidad que da a cada uno de sus personajes. Sin necesidad de ser extrema, esa transformación de Rosa la hace con una delicadeza y una verdad tan realista que hay momentos que son pura emoción. Además, sabe cómo expresar lo que hay dentro de su personaje, se deshace de la potencia arrolladora que tiene para mostrar una faceta más desenfadada, sencilla y tranquila. A causa de ello, ese camino que recorre lo realiza con una capacidad interpretativa excelente. Incluso, se podría decir que es la mejor interpretación de la película.

Después, Peña se ve acompañada por Sergi López y Nathalie Poza en el reparto principal. Por un lado, López cumple ciertos estereotipos de la cultura española, pero en varios momentos se desmarca para mostrar una expresividad más sensible y donde le permite exhibirse. Luego, Poza realiza una montaña rusa interpretativa, que le da la oportunidad de ahondar en más matices de su personaje y es un caramelo para la actriz, que ha asumido retos más complejos. No obstante, apuesta totalmente hasta el final con su personaje y no se capta menos rendimiento en su trabajo. Después, Paula Usero no termina de convencer en pantalla la sensibilidad que intenta se opaca con un uso del drama irregular, que no le ayuda a que sea más creíble. Por último, Ramón Barea esta fantástico y tiene una naturalidad en escena muy enriquecedora, siendo un equilibrio actoral necesario.

Foto de Filmax

La falta de la pasión

En anteriores películas, Icíar Bollaín ha demostrado la maestría para construir historias desde el detalle más cotidiano, desde un realismo que no necesita de una estética superflua, pero se echa en falta en La boda de Rosa un simbolismo más potente. Los espacios y los iconos suelen ser una necesidad en los proyectos de la cineasta, pero, en este film, pierden fuelle al no obtener una estética que muestren todo ese influjo. Es cierto que hay momentos en los que hay esa nostalgia visual y lleva al público ante un sentimiento profundo, pero después no se explota lo suficiente como para transmitirse toda esa importancia. Se sabe, pero con asentarlo no está todo hecho, por lo que se extraña un mayor cuidado de los elementos con significado en la escena. Sin embargo, el espectador capta cuáles son y no se pierde en ellos.

Después, la fotografía se aleja de la artesanía y de la mirada más personal, para dar una construcción en la que se percibe una falta de alma. Al igual que en otros filmes la cámara enseñaba todo ese sentir, aquí hay demasiada estandarización en los encuadres y en los movimientos. Además, en alguna que otra secuencia, se ven saltos de eje que se hacen excesivamente notorios. Pese a ello, cumple su función y no afecta tanto como para quitar el foco en la propia historia. Luego, la dirección de arte ha creado un trabajo impoluto, en especial en la mercería, que tiene un gusto y una importancia visual brillante. Es una pena que no se haya aprovechado más ese factor estético. Por otra parte, la identidad plástica juega una parte importante, aunque se diluye ante una coreografía más acorde a las comedias de situación.

La boda de Rosa
Foto de Filmax

Conclusión

La boda de Rosa es un canto a la necesidad de romper con aquello que opaca una voz propia y la reflexión vital hacia lo que es uno mismo. A través de un guion personal y con una introspección sencilla, pero certera, Icíar Bollaín mete al espectador a una historia costumbrista con un mensaje muy claro. Candela Peña está excelente y demuestra ser un todoterreno como actriz. Sin embargo, falta mayor potencia en la artesanía de la imagen, donde se extraña una personalidad íntima y con un cuidado por el detalle que aquí no llega a efectuarse. Una ceremonia sobre la búsqueda de la identidad necesaria, que triunfa en su ejecución, pero no en el envoltorio.

Reportaje de La boda de Rosa en Días de Cine TVE

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
la-boda-de-rosa-critica-peliculaEs un canto a la necesidad de romper con aquello que opaca una voz propia y la reflexión vital hacia lo que es uno mismo. Icíar Bollaín mete al espectador a una historia costumbrista con un mensaje muy claro. Candela Peña está excelente y demuestra ser un todoterreno como actriz. Sin embargo, falta mayor potencia en la artesanía de la imagen, donde se extraña una personalidad íntima y con un cuidado por el detalle que aquí no llega a efectuarse. Una ceremonia sobre la búsqueda de la identidad necesaria, que triunfa en su ejecución, pero no en el envoltorio.

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