Desde el pasado 9 de febrero se representa la obra de La casa de Bernarda Alba en el Teatro María Guerrero. Esta producción del Centro Dramático Nacional vuelve a traer sobre las tablas el clásico de Federico García Lorca. En esta ocasión, es Alfredo Sanzol quién dirige este montaje, siendo la primera vez que se enfrenta a una pieza del conocido dramaturgo granadino. Con un reparto liderado por Ana Wagener y Ane Gabarain, cuenta con un total de 15 actrices. Se podrá disfrutar hasta el 31 de marzo.



La casa de Bernarda Alba en el Centro Dramático Nacional

Crítica de 'La casa de Bernarda Alba'

Ficha Técnica

Título: La casa de Bernarda Alba
Título original: La casa de Bernarda Alba

Reparto:
Ester Bellver (María Josefa)
Eva Carrera (Amelia)
Ana Cerdeiriña (Mujer 2)
Ane Gabarain (La Poncia)
Claudia Galán (Adela)
Belén Landaluce (Magdalena)
Patricia López Arnaiz (Angustias)
Chupi Llorente (Mujer 1)
Lola Manzano (Mujer 3)
Inma Nieto (Criada)
Celia Parrilla (Mujer 4)
Sara Robisco (Martirio)
Isabel Rodes (Prudencia/Mendiga)
Ana Wagener (Bernarda)
Paula Womez (Muchacha)

Duración: 100 min. apróx.
Dirección: Alfredo Sanzol
Dramaturgia: Federico García Lorca
Voces actores: Elías González, Javier Lago, Jaime López, Daniel Llull, Carlos Serrano y Jaime Soler
Escenografía:
Blanca Añón
Iluminación:
Pedro Yagüe
Vestuario:
Vanessa Actif
Música:
Fernando Velázquez
Sonido:
Sandra Vicente y Pilar Calvo
Movimiento:
Amaya Galeote
Caracterización:
Chema Noci
Ayudante de dirección:
Beatriz Jaén
Ayudante de escenografía:
Cristina Hermida
Ayte. de iluminación:
Eduardo Berja
Ayudante de vestuario:
Sandra Espinosa
Ayudante de movimiento:
José Luis Sendarrubias
Realización de escenografía:
Espacio Odeón, Gerriets, VNG led y Moquetas Roldán Telón de encaje: Sfumato
Fotografía y tráiler:
Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel:
Equipo SOPA
Producción: Centro Dramático Nacional

Tráiler de 'La casa de Bernarda Alba' 

Sinopsis de 'La casa de Bernarda Alba'

La casa de Bernarda Alba es una obra que arranca con una muerte y termina con otra. La muerte del padre abre el reinado despótico de Bernarda, que produce al final la muerte de su hija más joven, símbolo de vida, libertad y sexualidad. Bernarda es la encarnación de un sistema de normas sociales. Es su brazo ejecutor y también su víctima.

La humanidad de Bernarda está en el deber cumplido de proteger a sus hijas de la ruina que pueden producir los impulsos sexuales en el contexto social que habitan. El miedo a caer en el ostracismo la lleva a aplicar de manera paranoide las mismas restricciones que cayeron sobre ella desde su infancia. Bernarda también fue una Adela. Es una Adela muerta en vida. Es una mujer con una herida tan grande que sólo ha podido encontrar la salvación tomando el relevo de sus agresores. Bernarda y su casa son la metáfora de una sociedad aterrorizada. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



La casa de Bernarda Alba
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

Eterno Lorca

Federico García Lorca es uno de los dramaturgos más representados en España, lo que indica el gran legado que dejó tras de sí después de su asesinato. Por tanto, es fascinante volver a ver sus piezas sobre el escenario, pero también hace más complicado para las compañías innovar ante algo que ya es un viejo conocido para el gran público. Alfredo Sanzol se introduce en la tragedia de la obra de La casa de Bernarda Alba con absoluto respeto hacia el texto original, no añadiendo ninguna palabra ni contenido nuevo. Con lo cual, la excelencia que conserva el libreto original es un punto a favor, disfrutándose siempre por el simbolismo, el cuidado de la palabra, la contundencia de su desarrollo.

Sin embargo, ahí radica el dilema de atribuir el éxito a su autor original o a la persona que ha decidido respetar al máximo el texto. En este sentido, se aplaude la elección de Sanzol, dado que siguen emocionando y sorprendiendo los diálogos que se insertan en la mente del espectador. A pesar de buscarse una confrontación de su realidad y la actualidad, esta pieza tiene un contexto muy concreto, por lo que, la idea de presentar a Bernarda como consecuencia de dicha sociedad y no como ente de dominación no termina de consolidarse. Se echa en falta una mirada que dé ese aire fresco a esta versión, algo que la diferencie. Pese a ello, la figura de Bernarda y de sus hijas sigue explorando ese universo asfixiante y lleno de deseo.

Centro Dramático Nacional
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

Mujeres al frente

Uno de los aspectos a remarcar de este montaje de La casa de Bernarda Alba es que el espíritu de la obra no se encuentra únicamente en el respeto absoluto de la pieza, sino en la posibilidad de contar con un elenco numeroso para llevarlo a escena. Por tanto, hay que aplaudir el gran trabajo realizado por cada una de las actrices, no centrando la atención solo en las hijas, en Bernarda y Poncia, sino en el resto de féminas que forman parte del reparto. Todas y cada una de ellas aportan ese costumbrismo tétrico que se buscaba en el texto de Lorca, en conexión constante con la energía que desprende la obra. De forma particular, gran aplauso para Ane Gabarain, que deslumbra con una Poncia impoluta. Está excelsa, con un control de la expresión, del lenguaje, del movimiento, se convierte en una de las mejores interpretaciones de la pieza.

Junto a Gabarain, una estupenda Ana Wagener, que se deshace del estereotipo de una Bernada inquisidora, para darle una vuelta y explorar una vertiente más cercana, incluso familiar, sin perder la esencia principal del personaje. Claudia Galán expone una Adela que cumple, creciéndose en las partes más viscerales. Después, Ester Bellver, Eva Carrera, Belén Landaluce e Inma Nieto consiguen que el espectador se quede con su trabajo en la retina, aprovechando cada momento en escena. Especial mención a Sara Robisco, que desprende personalidad y fuerza en su Martirio. Patricia López Arnaiz retrata a Angustias desde una crudeza cautivadora, únicamente, debe potenciar más la voz, quedándose algo más pequeña en este aspecto.

Centro Dramático Nacional
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

La modernidad frente a lo clásico

Al omitirse la actualización del texto, como ya se ha mencionado anteriormente, la gran revolución en esta La casa de Bernarda Alba viene por la propuesta escénica de la obra. Una gran construcción en colores blancos, cubierto de una tela que emula una mantilla funeraria, destacan estéticamente y ofrecen un primer acercamiento muy atractivo. Después, esta luminosidad que desprende el espacio, se ve contrastado con la propia historia y las interpretaciones. No obstante, al tener la posibilidad de jugar con el espacio, se podría haber aprovechado más el desempeño visual, aunque se agradecen los movimientos de sillas, la disposición de los objetos en escenas, los cuales dan ese dinamismo que se aprecia durante el montaje. El vestuario es otro de los grandes aciertos de esta producción, viéndose una mirada actual sin perder la sobriedad que se le exige.

No obstante, una de las particularidades es la introducción de un ritmo de techno durante cada interludio, tal y como marca el libreto, que no consigue encajar del todo con el planteamiento artístico de la obra. Lo mismo sucede con el baile que desarrolla cada una de las actrices, donde se ve una intención de aportar algo de performance, pero no se justifica del todo, siendo algo que rompe con el equilibrio de la pieza. Podría haberse buscado una composición sonora más disruptiva, pero sin perder su identidad. Pese a ello, el espacio sonoro, con campanas, con las voces del pueblo, es una maravilla, no pierde detalle y ello es un gozo. Por último, el ritmo de la pieza se desarrolla sin problema, mantiene la atención del público en todo momento.

La casa de Bernarda Alba obra
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

Conclusión

La casa de Bernarda Alba, bajo la dirección de Alfredo Sanzol, ofrece una versión fiel al libreto original, siendo éste su estandarte. La dramaturgia no cambia ni una sola coma, lo cual es un acierto, aunque el riesgo está en ver qué la hace distinta. Las interpretaciones son estupendas, sobre todo una brillante Ane Gabarain, que se come la escena, junto a una Ana Wagener que se lleva a su Bernarda hacia su terreno. Por otro lado, el despliegue artístico destaca en el espacio sonoro, así como en una construcción de gran potencial. Sin embargo, no se aprovecha todo lo que pudiera, así como alguna disonancia como sucede con la música techno. Una versión que demuestra por qué este clásico debe seguir representándose, pero que no encuentra su propia identidad en varios espacios, aunque consigue captar la atención del público.

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