El Teatro de la Zarzuela arranca el año con La corte de Faraón. Una opereta bíblica que, más de un siglo después de su estreno, sigue siendo una fiesta de humor, irreverencia y ritmo trepidante. Esta producción, con la dirección escénica de Emilio Sagi y la batuta de Carlos Aragón, es un homenaje a la esencia transgresora del género chico, trayéndolo de vuelta al siglo XXI. Con un tono descarado y una puesta en escena que abraza la diversidad, la obra reafirma su vigencia y demuestra que el teatro musical español puede ser tan sofisticado como provocador y divertido.
Título: La corte del faraón Título original: La corte del faraón
Reparto: María Rey-Joly (Lota)
María Rodríguez (Reina)
Enrique Viana (Sul)
Annya Pinto (Raquel)
Amparo Navarro (Ra)
Amelia Font (Sel)
Leticia Rodríguez (Ta)
Luis Cansino (El Gran Faraón - Días 29, 30, 31, 5, 6, 7, 8 Y 9)
Enric Martínez-Castignani (El Gran Faraón - Días 1, 2, 12, 13, 14, 15 Y 16)
Jorge Rodríguez-Norton (José)
Ramiro Maturana (El General Putifar)
José Manuel Díaz (El Gran Sacerdote)
Jesús García Gallera (Selhá)
Rafael S. Lobeto (Seti)
Duración: 90 min. apróx. Dirección de escena: Emilio Sagi Música de: Vicente Lleó
Libreto de: Guillermo Perrín Y Miguel De Palacios
Dirección musical: Carlos Aragón
Escenografía: Daniel Bianco
Vestuario: Gabriela Salaverri
Iluminación: Eduardo Bravo
Coreografía: Nuria Castejón Producción: Teatro Arriaga, Teatro Campoamor y Teatros del Canal (2012)
Tráiler de 'La corte del faraón'
Sinopsis de 'La corte del faraón'
El Teatro de la Zarzuela comienza el año con energía positiva y buen humor de la mano de La corte de Faraón, obra divertida, transgresora y a la vez imprescindible, que marcó una transición del género chico al musical a la española. (TEATRO DE LA ZARZUELA).
Foto de Elena del Real
Una opereta con historia
Estrenada en 1910, La corte de Faraón es una de las obras más representativas del género sicalíptico, una vertiente del teatro musical que juega con la picardía y la insinuación erótica. El libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios reinterpreta la historia bíblica de José con un tono cómico y burlesco, cargado de dobles sentidos y juegos de palabras. La estructura en un solo acto y cinco cuadros permite un desarrollo rápido, sin pausas innecesarias. Esta renovada versión de Sagi y Enrique Viana respeta el espíritu original. Pero introduce elementos contemporáneos que enriquecen su discurso, jugando con referencias actuales y un tratamiento mucho más abierto de la diversidad de género y sexualidad.
Interpretaciones que rompen moldes
El elenco, encabezado por María Rey-Joly (Lota) y Luis Cansino y Enric Martínez-Castignani (alternando el papel del Faraón), brilla por su capacidad de llevar la comedia al extremo sin caer en lo grotesco. La aparición estrella de Enrique Viana, en el papel de Sul, añade una capa extra de ingenio con su dominio del subtexto y la improvisación.
Foto de Elena del Real
La revisión de la obra no solo resalta su carácter irreverente, sino que también la convierte en un espectáculo festivo que abraza lo queer en este formato tradicionalmente conservador. La incorporación de una drag queen que juega con la figura de la vedette y la reinterpretación del personaje de Putifar son elementos clave en la narrtiva para explotar esa comicidad a través de una ambigüedad más marcada. Todo ello sin forzar la trama, sino potenciando su esencia in crescendo.
Escenografía y ruptura de la cuarta pared
Uno de los mayores aciertos de La corte de Faraón es el uso de la escenografía de Daniel Bianco como un elemento narrativo activo. Desde el inicio, el escenario se presenta como un gran artificio dorado que juega con la ilusión teatral. Telones pintados, estructuras que simulan templos egipcios y una lluvia dorada que envuelve a los personajes desde la primera escena favoreciendo el tono burlesco del libreto. La combinación entre estos elementos visuales exagerados y la constante interacción con el público no solo marca el ritmo de la obra, sino que también guía la atención del espectador en cada momento. La ruptura de la cuarta pared es momentánea, invitando a cantar al patio de butacas, haciendo que cada función sea un espectáculo irrepetible.
Foto de Elena del Real
Conclusión
Esta versión de La corte de Faraón es un triunfo del humor y la diversión. Una revisión que logra actualizar una zarzuela clásica sin traicionar su esencia y sin temor a jugar con la parodia de leyendas históricas de la antigüedad. La combinación de un ritmo impecable, una escenografía deslumbrante y unas interpretaciones que saben exprimir cada doble sentido del libreto hacen que la obra se sienta fresca y contemporánea. Es teatro musical en estado puro: desvergonzado, ingenioso y, sobre todo, divertidísimo. Como espectador, es imposible no salir tarareando "¡Ay, babilonio, qué mareo!", y con la certeza de que la zarzuela, lejos de ser un género del pasado, sigue teniendo mucho que ver con el presente.
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