Carlota Pereda regresa a las salas de cine con La ermita, segundo trabajo tras su gran debut con "Cerdita". En esta ocasión, cuenta con Belén Rueda y Maia Zaitegi como principales protagonistas, aunque se verán rostros conocidos como Elena Irureta, Laura Galán o Lorena Mauleón. Estrenada en el prestigioso Festival de Sitges, está en la gran pantalla desde el pasado 17 de noviembre.
La ermitaes un drama sobrenatural en el que su particular mirada consigue trascender el cine de género explorando temas como el amor maternofilial, la muerte, los fantasmas o la reconciliación con nosotros mismos y con los que nos rodean. (FILMAX).
Después de su debut cinematográfico con “Cerdita”, muchos esperaban con ganas la segunda película de Carlota Pereda. Por eso, las expectativas en torno a La ermita eran altas y lo que añade presión al evento. En primer lugar, cabe aplaudir la manera de iniciar el relato, mediante una introducción oscura, que brinda pinceladas del estilo sobrenatural que se puede esperar del film. Sin embargo, tras esa primera acción, deambula finalmente más hacia el relato humano y el drama principal que envuelve la vida de Emma. A pesar de entenderse la intención, podría haberse explotado más el fantasmagórico universo, para evitar que haya espectadores que se sientan frustrados. La razón no es otra que no es la primera vez que se relata un film que lleva esas motivaciones a la cámara, recordando a otras películas que ya fueron criticadas por el efecto lacrimógeno que buscan.
Aún así, debe aplaudirse que Pereda, junto a Albert Bertrán Bas y Carmelo Viera han sabido construir un universo con una simbología contundente. Por tanto, el espectador acoge rápidamente las figuras en torno a la leyenda de la peste negra. Por este motivo, se sabe que podría haberse explotado todavía más las oportunidades que le daban enfocar el relato desde ese prisma. En consecuencia, la balanza termina asentándose más en la emoción y las relaciones personales, dejando algo descuidado el efecto sobrenatural. No obstante, no se siente como un proyecto fallido en Pereda, dado que demuestra que tiene talento para naturalizar el terror y adentrarse en él de una forma totalmente orgánica. Todavía está en plena evolución, pero, indudablemente, puede convertirse en una gran figura del terror en el panorama cinematográfico español.
Relación materno-filial
Belén Rueda y Maia Zaitegui son las grandes protagonistas de La ermita. Por un lado, Rueda se transforma en Carolina, la hija de la médium. Para comenzar, su interpretación inicia con ese tono irónico y oscuro que le sienta bien. El problema se halla en que se sabe que la actriz puede dar muchos más matices que los que se ven en pantalla. Por tanto, llega un momento en que se ve excesivamente encorsetado en un solo tono, quedándose en un único tono. Pese a ello, su presencia ante la cámara es innegable y funciona a la perfección como una de las protagonistas. Por eso, se podría pensar que era posible aprovecharse más su labor en este proyecto. Aun así, Belén Rueda siempre tiene momentos realmente buenos y aquí no es una excepción.
Maia Zaitegui logra encandilar a la audiencia, con esa luminosidad e ingenuidad infantil, que combina muy bien con la oscuridad que destila el film. Sin duda, causa ternura, siendo coherente con la estrategia narrativa que se ha seguido desde el guion. Después, Josean Bengoetxea cumple con su trabajo ante la cámara, con una cercanía muy campechana que encaja a la perfección con la personalidad de su personaje. Loreto Mauleón se corona como una de las interpretaciones más potentes, ya que lo aborda desde la contención, de la fragilidad, pero sin caer en el melodrama fácil. Gracias a ello, le da un tono a su personaje que mejora la sensación que se tiene sobre él. Por último, mención especial a Elena Irureta y Laura Galán, ambas demuestran que unos minutos en pantalla bien llevados son suficientes para quedar en la retina.
Visualmente potente y oscura
Si en “Cerdita” se explotaba una imagen muy clara en torno al pueblo y la sangre, en La ermita se da un paso al frente y se apuesta por la oscuridad y el misterio. Por esta razón, se ve un avance positivo en el cuidado de lo visual, con una fotografía espléndida en el que se saca partido a las posibilidades que le da la ambientación sobrenatural. Asimismo, la dirección de arte ha conseguido transportar al público a ese mundo oscuro, tétrico, que causa en algún momento incomodidad. Con lo cual, a pesar de su efecto dramático, si se analiza artísticamente, se puede decir sin ningún problema que goza de un alto nivel. La imagen es atrayente, por lo que, debería seguir cultivándose en ello.
El vestuario no pasa desapercibido, aunque, por lo general, muy costumbrista, en sus principales protagonistas logra identificarlas con objetos claves: unas orejas de gato y una muñeca y un abrigo de piel. Aunque no es una consolidación fluida, funciona y queda bien como leitmotiv. La música tiene varios momentos en los que brilla, en consonancia con el tono de cada escena. Con lo cual, puede ir más hacia el sentimiento que la tensión. No obstante, la composición es notable. El montaje del film no tiene mal ritmo, es entretenida y no se produce una desconexión ante lo que se ve en pantalla. Por lo que, se puede concluir que no cae en una propuesta densa, sino que fluye sin mucho problema. Artística y técnicamente logra ser muy resultona.
Conclusión
La ermita parte de un inicio muy potente, que no culmina en la inmersión en ese universo, sino que apuesta por las relaciones interpersonales. Por ello, puede resultar algo frustrante para los amantes del cine de género, dado que no se desarrolla hacia ese dirección. Además, resulta algo predecible, que recuerda a cintas que se desenvuelven en la misma estrategia. A nivel interpretativo, se comanda con una tierna Maia Zaitegui y una Belén Rueda que tiene momentos muy buenos, aunque no se explota todo su potencial. Por otra parte, artísticamente consolida un estilo y un cuidado visual de calidad, que augura un muy buen futuro para Pereda. La leyenda se torna en realidad, que lejos de impactar, se pierde en lo sentimental.
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