El 30 de abril de 2025 se estrena en salas de cine españolas La historia de Souleymane, película francesa dirigida por Boris Lojkine (Camille) llamada a ser uno de los títulos independientes más importantes del año y protagonizada por el actor revelación Abou Sangare. Película y actor recibieron tres galardones en Cannes (premio del Jurado, premio Fipresci y premio a mejor actor en Un Certain Regard), dos Premios del Cine Europeo EFA (mejor sonido y mejor actor para Sangare), y un premio en el Festival de Gijón a Sangare como mejor actor).
La historia de Souleymane triunfó con hasta ocho nominaciones en los César, de los cuales obtuvo cuatro premios (mejor actor revelación, mejor guion original, mejor montaje y mejor actriz secundaria). Abou Sangare se convirtió en la estrella indiscutible de la gala francesa con su emotivo discurso, en el que dio voz a los que, como él mismo, luchan por conseguir una vida mejor en Europa.
Crítica de 'La historia de Souleymane'
Resumen
Título: La historia de Souleymane
Título original: L'histoire de Souleymane
Reparto:
Abou Sangare (Souleymane Sangaré)
Nina Meurisse (El agente de la OFPRA)
Younoussa Diallo (Khalil)
Amadou Bah
Emmanuel Yovanie (Emmanuel)
Keita Diallo (Kadiatou)
Ghislain Mahan (Ghislain)
Mamadou Barry (Mamadou)
Yaya Diallo (Yaya)
Karim Bouziane
Sory Binta Barry
Thierno Sadou Barry
Nagnouman Touré
Año: 2024
Duración: 92 min.
País: Francia
Director: Boris Lojkine
Guion: Boris Lojkine, Delphine Agut
Fotografía: Tristan Galand
Música:
Género: Drama social. Inmigración
Distribuidor: La Aventura Audiovisual
Tráiler de 'La historia de Souleymane'
Sinopsis
Mientras pedalea por las calles de París para repartir comidas, Souleymane repite su historia. En dos días tiene que pasar la entrevista de solicitud de asilo, la clave para obtener papeles. Pero Souleymane no está preparado.
Dónde se puede ver la película en streaming
Una lucha interna
Souleymane no entrega comida; reparte pedazos de su vida mientras esquiva coches y fantasmas, cada timbre de su bicicleta suena como un latido acelerado, cada semáforo en rojo es tiempo perdido para ensayar mentalmente la entrevista, esa que decidirá si Francia le da asilo o lo devuelve al infierno del que huyó.
La historia de Souleymane no necesita explosiones, su drama está en los detalles, las calles de París, filmadas como laberinto kafkiano, donde hasta el aire pesa, Boris Lojkine teje presente y pasado con aguja fina.
No es épica, es supervivencia en modo low cost, y en eso radica su fuerza, en mostrar que migrar no termina al cruzar la frontera. Termina cuando alguien te dice bienvenido.
La cámara que suda junto al protagonista
Boris Lojkine dirige como testigo incómodo, su cámara se pega al hombro de Souleymane, respira su cansancio. Los planos secuencia de la bicicleta te hacen sentir el ardor en los muslos, el viento cortando la cara, cuando la acción se detiene, en una oficina de inmigración que parece un quirófano, los encuadres se vuelven claustrofóbicos, ventanillas de cristal blindado, paredes color hospital, luces fluorescentes que desinfectan hasta las esperanzas.
El sonido de La historia de Souleymane es otro narrador, motores que rugen como bestias, el clic-clic del cambio de velocidades, silencios tan densos que podrían partirse con un hacha. La música brilla por su ausencia, y es un acierto, aquí la banda sonora es el jadeo de un hombre que lleva meses conteniendo la respiración.
Ser o actuar
Abou Sangare no actúa, existe, sus ojos dicen lo que el guion calla, miedo de ser deportado, orgullo, rabia de quien sabe que para la sociedad vale menos que un DNI, en cada entrega de comida, en cada mirada rápida a su teléfono por si llega el mensaje, construye un retrato de ansiedad crónica.
Los personajes secundarios, más escasos pero esenciales, cumplen su función sin robar foco, contribuyen a un mosaico humano donde cada rostro refleja un fragmento de la realidad de la migración contemporánea.
París como personaje
La fotografía de La historia de Souleymane convierte la ciudad en cómplice, no hay Torre Eiffel ni cafés instagrameables, solo callejones que huelen a fritura, escaleras de vecindario que crujen como huesos viejos, neones de supermercado que parpadean como ojos cansados, la paleta de grises sucios y azules fríos no es estilo, es diagnóstico social.
El montaje juega al despiste, cortes bruscos entre el presente y recuerdos que llegan como puñaladas, cuando Souleymane frena en seco, tú también sientes el golpe en el estómago.
Conclusión de 'La historia de Souleymane'
La historia de Souleymane es un retrato honesto, sin concesiones ni maniqueísmos, de la odisea personal de un joven que trata de enseñarle a la burocracia que un ser humano vale más que un expediente.
Gracias a una dirección contenida, una interpretación central poderosa y un cuidado aspecto técnico, la película logra concitar la empatía del espectador y abrir un espacio de reflexión sobre la migración, la identidad y la urgencia de construir una vida digna desde cero.
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