La Sala Cándido Lara acoge durante todo la temporada estival uno de los clásicos más queridos de Oscar Wilde: La importancia de llamarse Ernesto, en versión de Ramón Paso. Esta adaptación se mantiene fiel al material original, potenciando algunos elementos más contemporáneos, así como mayor foco en los personajes femeninos. En su reparto cuenta con rostros ya habituales en la compañía, siendo Ana Azorín, Sergio Otegui, Inés Kerzan, Ángela Peirat, Jordi Millán, Guillermo López-Acosta y Paloma Paso Jardiel quiénes se suben a las tablas para protagonizar esta comedia. Se puede disfrutar hasta el 11 de septiembre en el Teatro Lara de Madrid.
Duración: 100 min. apróx. Dirección: Ramón Paso Autor original: Oscar Wilde Versión: Ramón Paso
Traducción: Sandra Pedraz Decker
Jefa de producción: Inés Kerzan
Iluminación: Carlos Alzueta Vestuario: Inés Kerzan y Ángela Peirat Ayudante de producción: Sandra Pedraz Decker Fotografía: Ramón Paso Diseño gráfico: Ana Azorín Prensa y comunicación: María Díaz Ayudante de dirección: Ainhoa Quintana Producción: Paso Azorín Teatro
Tráiler de 'La importancia de llamarse Ernesto'
Sinopsis de 'La importancia de llamarse Ernesto'
La importancia de llamarse Ernesto nos presenta a Gwendolen, que está enamorada de Ernesto. Y Cecily también está enamorada de Ernesto. El problema es que Ernesto no existe.
Jack está enamorado de Gwendolen, y Algernon está enamorado de Cecily. Ellas dos sólo podrían amarles… si fuesen Ernesto. Y los dos están dispuestos a ser Ernesto, aunque ninguno es Ernesto. La comedia más brillante y divertida de Oscar Wilde. Versión y dirección de Ramón Paso. (TEATRO LARA).
Enredos y amores
Uno de los clásicos teatrales de la cartelera madrileña que sigue triunfando en estas últimas tres temporadas es La importancia de llamarse Ernesto, en manos de Ramón Paso. Este clásico de Oscar Wilde revive en una adaptación fresca, que pone de manifiesto el buen gusto de la compañía por la comedia. Por ello, logra que el relato deambule de una forma sólida y dinámica, donde los amoríos y los enredos toman la acción, disfrutándose de las aventuras y desventuras de este grupo de sociedad. Además, no solamente se valora que hayan sabido ser fieles a la pieza original, sino que exponen su universalidad y atemporalidad al seguir siendo todo un acierto entre los espectadores. Una muestra de cómo los clásicos lo son por un motivo, siempre y cuando lleguen en una versión que esté a la altura del original.
La crítica social en torno a las apariencias, a los convencionalismos sociales, sigue estando presente, mediante la combinación de lo disparatado, que ya viene desde la premisa sobre la atracción por un nombre. Así, permite unos diálogos en torno al amor, a lo que se espera de uno, que pese a ambientarse en la Inglaterra victoriana, crean una línea de conexión directa con los espectadores. No obstante, hay algunos elementos que no fluyen con la misma naturalidad que la hilaridad del libreto, como son los anacronismos que aparecen en escena. Se comprende la intención, como vehículo de ruptura disparatada, pero no logra encontrarse una justificación más allá de eso. Pese a ello, se puede decir perfectamente que esta obra es uno de los mejores títulos de la compañía Paso Azorín Teatro.
Un reparto consolidado
Rostros ya habituales de la compañía Paso Azorín Teatro regresan para esta versión de La importancia de llamarse Ernesto de Ramón Paso. En primer lugar, Inés Kerzan se mete en la piel de Gwendolen Fairfax, con una interpretación agradable, expone una labor notable, aunque queda algo opacada por sus compañeras de reparto. Ana Azorín está excelente como Cecily Cardew, no se puede negar el talento de Azorín, quién demuestra una vez más ser todo un referente en la comedia y manejarla a su antojo para brillar en todo momento. También hay que aplaudir el trabajo interpretativo de Ángela Peirat, quien aprovecha los distintos cambios de registro de personaje y su gestualidad muy bien elegida para sacar partido a su Señorita Lane. No se puede negar que la química entre las tres, después de tantos años, es un plus.
Sergio Otegui ofrece un Jack Worthing solvente, en varias escenas demuestra una personalidad que potencia su labor sobre la escena, aunque en otras se queda algo a medio gas. Se echa en falta que se suelte más, que se deje llevar en esa locura, que sí comparten el resto de sus compañeros. En consecuencia, a veces, se le ve algo incómodo. Por otro lado, Jordi Millán y Guillermo López-Acosta conocen a la perfección el tono de la obra y así lo demuestran. Ambos entran de lleno y conectan desde el principio con sus personajes y con el resto de compañeros en escena. Por último, una maravillosa Paloma Paso Jardiel, que culmina este reparto con una interpretación de alto nivel. Un regalo poder verla sobre las tablas.
Buscando a Ernesto
La puesta en escena de La importancia de llamarse Ernesto, versión de Ramón Paso, propone una construcción eficaz, donde no hacen falta multitud de espacios, ni la sobresaturación de la escenografía utiliza. Por ende, establece unos diseños atractivos, convenientes para contextualizar y estéticamente elegantes. Además, se une a una iluminación muy bien escogida, al potenciar su perspectiva artística, que se unifica a una elección de vestuario muy apropiada. Desde el primer minuto se pueden ver aspectos comunes de la tradición de la compañía, quiénes apuestan por ligueros y un tono algo más seductor en sus propuestas. Aunque no siempre esté justificado, no afecta negativamente al conjunto. Luego, los colores elegidos son una maravilla, elegantes, sutiles, pero una muestra de cómo se cuida el detalle.
Como se mencionaba antes, sobre los anacronismos, no son pocos los momentos en los que se muestran objetos que no pertenecían a esa época, iPad, móviles... Un guiño simpático, que a nivel artístico puede ser una oportunidad de suscitar carcajadas. Las transiciones se producen de una manera muy orgánica, evitando pausar abruptamente la acción. Por otra parte, el ritmo de la pieza es vertiginoso, se encuentra en continuo movimiento y despertando risas constantemente. Un espejo pícaro, que se sazona con la acidez crítica que viene del guion, pero que se imprime en el sello de identidad de la propuesta escénica. Con lo cual, se respira una obra muy bien confeccionada a nivel artístico, uniéndose a la calidad actoral y a su adaptación, se sentencia como un montaje perspicaz.
Conclusión
La importancia de llamarse Ernesto, en versión de Ramón Paso, es fiel a la pieza original, logrando establecer un estilo propio, que hace que triunfe sobre la escena esta comedia de enredos. El libreto mantiene ese humor ácido, que se adereza con una perspectiva que saca provecho al material original y combina inteligencia con hilaridad. Después, un reparto donde se palpa la química, con unas excelentes Ana Azorín y Paloma Paso Jardiel a la cabeza. La propuesta artística es visualmente atractiva, destacando detalles como la elección de los colores o la iluminación. El público cae rendido ante unos enredos y amores atemporales, que han sabido estar a la altura de Oscar Wilde.
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