"La isla del aire": Nuria Espert viene a pasárselo bien

La isla del aire nos lleva a Menorca, donde una familia de cinco mujeres, guiadas por la vieja Mencía (la matriarca de la familia), se adentran en un viaje en barca a la Isla del Aire. La desaparición de Helena, la nieta mayor de Mencía, está muy presente en la mente de la familia y, durante esta excursión, Mencía obligará a sus hijas y nietas a enfrentarse a la verdad y a los secretos que ocultan. (TEATRO ESPAÑOL). 

La compañía

Alejandro Palomas publicó el libro La isla del aire en 2005, después de casi 20 años llega a los escenarios en una versión dirigida por Mario Gas. La pieza relata el encuentro entre tres generaciones de mujeres que deben hacer frente a una pérdida traumática. Uno de los grandes alicientes es que es la despedida de los escenarios de Nuria Espert, lo que hace que se mire con lupa este título. Por un lado, cabe destacar que el papel de Espert es especialmente agradecido, dándole la oportunidad de divertirse en escena, ser deslenguada, socarrona y transmitir toda esa viveza mediante un personaje que es hilarante a la par que intrigante. En este sentido, es todo un acierto.

Con respecto a la telaraña que se forma entre las distintas generaciones, se teje un misterio que interesa, que capta la atención de los espectadores, pero mediante una estrategia ligera. Con lo cual, no busca fomentar una intriga más profunda de lo que ya se puede comprobar desde las primeras escenas. Asimismo, las relaciones entre las mujeres se forja ante una familiaridad y simpatía agradables, que ofrecen una primera percepción sobre el gran bagaje que puede haber detrás. Por ello, puede dar la sensación que podría haberse explorado mucho más en varios sentidos y en distintas temáticas. En consecuencia, para algunos espectadores, podría haber faltado más empaque al eje central narrativo de la pieza.

La despedida de una grande

Como se ha mencionado previamente, Nuria Espert comanda el elenco de La isla del aire. ¿Qué se puede decir del trabajo de Espert? Impoluto. La actriz se deja llevar y es perfecta para toda esa comedia pícara y llena de burla y guasa, lo que hace que el espectador disfrute junto a ella. No es un papel, a priori, que exija un desgarro emocional de gran envergadura, pero, sin duda, le permite que conecte con los espectadores y lo adereza con naturalidad y cercanía. Exquisita. Después, Vicky Peña interpreta de una forma llena de matices, donde se puede ver ese contraste más dramático en la pieza. El hastío, el cansancio se plasma a la perfección en su rostro, en su lenguaje corporal.

Teresa Vallicrosa pisa fuerte el escenario, se puede ver un carácter muy bien medido sobre las tablas. A nivel vocal, su voz capta a los espectadores y se percibe una personalidad arrolladora. No obstante, no se explota todo lo que pudiera, quedándose en algunas partes relegada en un segundo plano, que no le sienta tan bien. Aun así, conecta a la perfección con el resto de sus compañeras. Luego, Candela Serrat pone un punto de luz al espectáculo, tiene una energía muy tierna, que hace que la dupla que forma con Espert sea muy bonita. Por último, Claudia Benito llega con actitud y se valora que busque esa firmeza, pero no logra que sea de una manera totalmente orgánica.

El mar de los secretos

La propuesta escénica de La isla del aire es uno de los aspectos mejor construidos del montaje. Para comenzar, el uso del audiovisual es impresionante, han sabido captar la magia de combinar ambos universos, lo que permite dar un empaque más elevado a la pieza. Asimismo, la construcción de una escenografía en grandes dimensiones también llama la atención de los espectadores, dado que fabrica esa ilusión de estar habitando la isla en la que se ambiente espacialmente la obra. El diseño de iluminación logra establecer distintos planos, tanto a nivel espacial como narrativo, aunque no haya más influjo artístico. Por lo que, funcionalmente, es un acierto.

Aun así, hay escenas en las que puede dar la sensación de falta de dinamismo al producirse en el mismo lugar, aunque se recupera con los audiovisuales que acompaña a los monólogos, por ejemplo. La música es otro de los elementos artísticos a mencionar, dado que hay una construcción sonora elegante y que sienta muy bien a la pieza. En cuanto al ritmo, gracias a esa ligereza, se disfruta en todo momento y es accesible para todo tipo de públicos. Puede haber algún momento en el que haya cierta cadencia que ralentiza el dinamismo, pero, por lo general, se mantiene en alza. No obstante, uno de los mejores momentos, es en el que Nuria Espert se enfrenta a los aplausos junto a sus compañeras, ahí es donde se ve la despedida cálida del público y aquello se inunda de emoción.

Conclusión

La isla del aire es un drama que ha sido bien combinado con la comedia, dando la oportunidad a Nuria Espert de irse divirtiéndose. Por tanto, el libreto goza de una ligereza y un misterio que no se acaba de explotar, pero que contiene buenos momentos de hilaridad. El reparto está estupendo, liderado por una magnífica Nuria Espert, que enamora a los asistentes con su naturalidad y su socarronería orgánica. La puesta en escena es de grandes vuelos, llamando la atención de los asistentes, en especial, en el apartado audiovisual. Una despedida tierna, con humor, que se consolida en el gran respeto que profesa el público hacia Espert en el final de la obra.

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