Estrenada en 1966, La jauría humana de Arthur Penn es un retrato feroz de la América profunda, donde las tensiones raciales, la corrupción y los deseos reprimidos estallan en un pueblo sureño cuando un fugitivo regresa a casa. Con un reparto de lujo encabezado por Marlon Brando, Jane Fonda y Robert Redford (Nosotros en la noche), la película mezcla el drama social con el thriller, convirtiéndose en un espejo incómodo de una sociedad al borde del colapso moral.
Crítica de 'La jauría humana'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La jauría humana
Título original: The Chase
Reparto:
Marlon Brando (Sheriff Calder)
Robert Redford (Bubber Reeves)
Angie Dickinson (Ruby Calder)
Jane Fonda (Anna Reeves)
Miriam Hopkins (Mrs. Reeves)
E.G. Marshall (Val Rogers)
Robert Duvall (Edwin Stewart)
James Fox (Jason (Jake) Rogers)
Martha Hyer (Mary Fuller)
Janice Rule (Emily Stewart)
Richard Bradford (Damon Fuller)
Jocelyn Brando (Mrs. Briggs)
Katherine Walsh (Verna Dee)
Diana Hyland (Elizabeth Rogers)
Henry Hull (Mr. Briggs)
Clifton James (Lem)
Año: 1966
Duración: 135 min.
País: Estados Unidos
Director: Arthur Penn
Guion: Lillian Hellman. Novela: Horton Foote
Fotografía: Joseph LaShelle
Música: John Barry
Género: Drama. Vida rural
Distribuidor:
Tráiler de 'La jauría humana'
Sinopsis
Un hombre (Robert Redford) que se ha escapado de la cárcel vuelve a su pueblo, pero sus vecinos, gentes absolutamente degradadas, emprenden contra él una auténtica cacería como si se tratara de una diversión más. Sólo el sheriff (Marlon Brando), un hombre integro y cabal, tratará de evitar su linchamiento.
Dónde se puede ver la película en streaming
Una cacería envenenada
La jauría humana es una película que destila la crudeza del sur profundo de Estados Unidos en los años sesenta. Lo que debería ser un relato de redención se transforma en una espiral de violencia y degradación colectiva. La jauría humana retrata la miseria moral de una comunidad corroída por el racismo, el odio y la frustración, donde el linchamiento se convierte en entretenimiento. En medio de esta atmósfera enrarecida se alza la figura del sheriff que trata de imponer la justicia en un lugar donde ya solo impera la barbarie.
El sur como infierno
Arthur Penn dirige con pulso firme un relato que incomoda y sacude. No es casual que la película llegara en un momento de gran convulsión social en Estados Unidos, los ecos de los movimientos por los derechos civiles resuenan en cada esquina de este pueblo que parece un microcosmos del país. La dirección no se detiene en el simple drama carcelario; lo que construye es un fresco humano donde la violencia no es solo física, sino también psicológica y cultural.
Penn filma con crudeza las tensiones, dejando que la incomodidad impregne al espectador, el resultado es un melodrama sureño cargado de tensión moral, que combina momentos de lirismo con ráfagas de brutalidad. La cámara no se aparta de los excesos ni de la degradación colectiva, subrayando que lo monstruoso no está en el forastero, sino en la comunidad que lo rechaza.
El rostro de la inocencia
Si bien La jauría humana cuenta con un reparto coral en el que brillan figuras de la talla de Marlon Brando, Angie Dickinson o Jane Fonda, es Robert Redford quien da al filme su tono más humano. Con apenas unos años de carrera sólida, Redford encarna al prófugo con una mezcla de vulnerabilidad y dignidad que lo convierte en el verdadero corazón de la historia. Su personaje no necesita largos discursos, basta con su mirada clara, esa expresión de alguien que aún conserva un resquicio de pureza en un entorno podrido.
Frente a la degradación de los vecinos, su figura destaca como un recordatorio de que la inocencia puede ser castigada simplemente por existir. Brando, por su parte, aporta la gravedad moral, pero es Redford quien se queda grabado en la memoria como el joven perseguido no solo por la ley, sino por la mezquindad humana.
Polvo, sudor y sombras
La jauría humana aprovecha los espacios rurales de Norteamérica para reforzar el carácter opresivo de la narración. Los exteriores áridos, las casas desvencijadas y los bares cargados de humo crean un retrato sofocante de una comunidad cerrada sobre sí misma. La fotografía, marcada por contrastes y tonos terrosos, acentúa la sensación de calor y hostilidad permanente.
El montaje mantiene un ritmo pausado pero implacable, como una olla a presión que tarde o temprano debe estallar. La música, discreta pero inquietante, acompaña sin estridencias, dejando que las imágenes y los silencios transmitan la verdadera tensión.
Conclusión de 'La jauría humana'
Más allá de su trama o de su estilo, La jauría humana es también un testimonio de lo que Robert Redford aportaba al cine, esa mezcla de fragilidad y entereza que lo convirtió en un icono. Aquí, todavía lejos de ser la superestrella que llegaría a ser, demuestra su capacidad para encarnar personajes perseguidos, llenos de humanidad, que funcionan como espejos de una sociedad que prefiere destruir antes que comprender. Su presencia ilumina un relato sombrío y lo convierte en algo más que un drama rural, lo eleva a la categoría de tragedia moral.
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