Nora Aguirre dirige, protagoniza y escribe La madurez, obra teatral que hace un análisis sobre la edad y los prejuicios que hay sobre él pasados los 40 años. El proyecto está protagonizado también por Virginia DeMorata. Aguirre lleva un trayectoria muy amplia en España, tras más de 13 años desarrollando su carrera artística con títulos como "A saco con la Psico" o "El príncipe y el dragón". Por su lado, a DeMorata la hemos podido ver en películas como "321 días en Michigan" o en series como "Caronte". Ambas han unido su talento en este título que se encuentra hasta el 29 de noviembre en el Teatro de las Aguas.
Crítica de 'La madurez'
Resumen
Ficha Técnica de 'La madurez'
Título: La madurez
Título original: La madurez (O mejor llámalo madurescencia)
Reparto:
Nora Aguirre (Amiga)
Virginia DeMorata (Ana)
Duración: 60 min
Dirección: Nora Aguirre & Steven Lance
Dramaturgia: Nora Aguirre
Género: Comedia
Productora: En Blanco Teatro
Sinopsis de 'La madurez'
La madurez se centra en Ana, que está en la víspera de su 40 cumpleaños y se ha levantado en plena crisis de los cuarenta. De forma inesperada, recibe en su casa la visita de una vieja amiga, que le hará enfrentarse a su pasado, encarar el presente y mirar al futuro. En clave de humor, con un ritmo trepidante, veremos a Ana asumir con Madurez, esta nueva etapa de su vida…aunque mejor llamémoslo, La Madurescencia. (EN BLANCO TEATRO).
Bienvenida a los 40
Nora Aguirre es la guionista que se encuentra detrás del libreto de La madurez, una obra que narra la crisis de los 40 desde una faceta más cómica. La dramaturgia de la venezolana mezcla las bases del teatro humorístico con el monólogo de comedia, por lo que motiva un conjunto distinto en el que aprovecha esos giros de interacción para darle mayor dinamismo. La historia se plantea desde un punto de vista tragicómico, socarrón y con una clara intención de romper los estereotipos desde los propios clichés de la edad. Es lógico que comience haciendo alusión a esos chistes sobre los cambios que sufre la persona al ser más adulta. Se quitan los miedos a decir la palabra “vieja” y tampoco se recrea en esa necesidad de juventud con “los 40 son los nuevos 30” o frases por el estilo.
Origina una conexión con el espectador, en especial, con la gente más adulta, dado que parodia escenas cotidianas que recuerdan a la vida misma. Además, lo conjuga con un histrionismo diferente y que no raya en la comedia absurda, por lo que se mantiene en una identidad propia que dota de frescura al ambiente que crea en las tablas. El único conflicto que se encuentra es que, en ocasiones, el texto no termina de conectar entre sí y hay ciertos lapsos narrativos que se hacen palpables durante la ejecución del guion. Los 'gags' funcionan muy bien en el escenario, provocando las carcajadas en los asistentes, pero, a veces, no hilan como podrían hacerlo. Tiene potencial, por lo que podría brillar más. Aún así, cumple su cometido de llevar su mensaje de positividad a la audiencia.
El dúo dinámico
Lo mejor de La madurez, sin duda, es la gran pareja humorística que forman sus protagonistas. Virginia DeMorata y Nora Aguirre llevan la voz cantante y entre ellas tienen una química impresionante. Hacen un trabajo en equipo que lo convierten en una sinergia escénica y suplen los vacíos de guion que podrían encontrarse. Por su lado, DeMorata tiene una expresividad tan natural con la comedia, que sabe combinar el humor más físico con el dialogado. Es tan irreverente que desencadena una familiaridad con el espectador que sabe aprovecharla en todo momento. Se encuentra cómoda y liberada en el escenario, transmitiendo en todo momento esa viveza. No hay intención de marcar un dramatismo con la historia, por lo que la interpretación de DeMorata es impoluta. Se puede ver que es una gran profesional en escena y lo bien que controla el género en todo momento.
Luego, por otra parte, Nora Aguirre conecta a la perfección con su personaje. El espectador reflexiona en todo momento con él y aunque en un primer momento, puede parecer un arquetipo del “feel-good”, según vaya transcurriendo la dramaturgia, profundiza en la idea que se tiene sobre la madurez a nivel social y lo hace con una personalidad con mucho salero. Sabe sacar partido a sus dotes artística, no únicamente interpretativamente, sino también como maestra de ceremonias. Mantiene una buena conexión con el espectador y aprovecha ese carácter impetuoso. Hace un contraste muy inteligente entre la ingenuidad y el golpe de efecto con sus palabras. Pone toda la carne en el asador y entrega toda su energía a la obra. Una presencia escénica única, que aunque, al principio, no arranca directamente, después sabe encaminarlo e inventar esa explosión de energía.
La cuarta pared
La manera de exponer la dramaturgia concebida en La madurez obtiene un carácter dinámico con la puesta en escena que fabrica. En cierta forma, hay una intención de renovar el género del teatro cómico y explota el factor de romper la cuarta pared. No dejan que el público sea un mero testigo de lo que ocurre en escena, sino que consiguen que sea un participante más de lo que se está narrando sobre el escenario. Por lo cual, el ritmo no se estanca en ningún momento y al contrario, establece una sintonía eficaz, que evoluciona satisfactoriamente. Fluye de una manera distendida y con una sensación luminosa. Evoca a una metáfora de la vida, más cercana de lo que se puede imaginar el espectador antes de asistir a esta historia y recibir un feedback muy lumínico.
El decorado sobre las tablas del Teatro de las Aguas recrea visualmente, perfectamente, la realidad de muchas personas en la sociedad española. Lo más curioso de todo es la importancia que cobra uno de los detalles de la escena, que al principio, el espectador no repara en ello. Ese símil con la propia Ana es uno de los momentos de mayor emoción. Además, hay que subrayar la buena utilización de los medios sonoros para aumentar el movimiento y otorgar de vida a otros elementos que no están de forma tangible. Después, ese homenaje a figuras femeninas tan importantes de la cultura popular hace que sea inevitable no aplaudir. Por tanto, hay una combinación de ingredientes con mucho color que acaban en un conjunto que encaja sin problema y contribuye en todo momento a ese resultado tan vivo.
Conclusión
La madurez es una obra de teatro que habla de la edad sin tapujos y sin hacer drama de ello. Lo combina con un humor histriónico muy dinámico, en el que hace partícipe al espectador. Nora Aguirre y Virginia DeMorata se dejan la piel en el escenario y dan lo mejor de sí en todo momento. Un guion que mezcla la comedia más teatral con el monólogo o “sketch”, una combinación que permite a los asistentes verlo desde una perspectiva distinta. La puesta en escena está en continúo movimiento y sacan partido a los medios audiovisuales. Un proyecto que busca animar al público y ahonda en un mensaje tan profundo como importante, como es la importancia de ser uno mismo y tomar las riendas de la vida.