La noche del fin de los tiempos (The Spine of Night) es una película de animación para adultos dirigida por Philip Gelatt y Morgan Galen King. El primero es conocido por haber escrito la serie ‘Love, Death & Robots’ (Netflix, 2019). Se trata de una producción norteamericana en cuya versión original ponen voz, entre otros, Richard E. Grant y Lucy Lawless. Esta última, famosa por ser el personaje de Xena, la princesa guerrera, en la serie de TV de los noventa. Se presentó en el Festival de cine SXSW con buena recepción y entró en la sección oficial del Festival de Sitges. Producida por Gorgonaut y Reno Productions, se estrena el 24 de diciembre en Filmin.
Crítica de 'La noche del fin de los tiempos'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La noche del fin de los tiempos
Título original: The Spine of Night
Reparto:
Richard E. Grant (El guardián)
Lucy Lawless (Tzod)
Patton Oswalt (Lord Pyrantin)
Betty Gabriel (Phae-Agura)
Joe Manganiello (Mongrel)
Año: 2021
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Director: Philip Gelatt, Morgan Galen King
Guion: Philip Gelatt, Morgan Galen King
Fotografía:
Música: Peter Scartabello
Género: Animación. Fantástico
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'La noche del fin de los tiempos'
Sinopsis
Una fantasía épica y ultraviolenta que sigue los códices de la Espada y la Brujería más clásica y cuenta con las irrepetibles voces de Lucy Lawless y Richard E. Grant. "The spine of night" es, ante todo, una clase magistral de animación profundamente ochentera que recupera el buen gusto visual de autores como Ralph Bakshi ("El Señor de los Anillos") y la despiadada bestialidad de obras como "Heavy Metal" o "Primal".
Cuando una antigua y poderosa magia caiga en las manos equivocadas, un grupo de héroes de distintas culturas y procedencias deberán reunirse para derrotar al mal. A cualquier precio.
Dónde se puede ver la película
En La noche del fin de los tiempos reinan la fantasía, el gore y el erotismo
La galaxia estrellada abre paso a la nieve en las alturas de un paisaje montañoso. Y entonces vemos a una mujer casi en cueros y elementos tribales subir el terreno escarpado. Es la guerrera Tzod, que acude en busca de la flor azul que el Guardián, en estado moribundo, protege en la cueva. Así da comienzo La noche del fin de los tiempos (The Spine of Night), una historia dentro de un universo propio. Un universo medieval en el que reinan la fantasía, el gore y el erotismo. Este encuentro sirve de pretexto para que Tzod recurra al flashback para contar una serie de relatos con un hilo conductor: la flor talismán. Sus pétalos conceden un poder inmortal y fuerza divina a quien la posee. Por contra, esta flor tiene un efecto destructivo, pues allá donde cae siembra el caos con guerras y luchas políticas.
Desde que la armada de un príncipe despótico asalta en su comunidad del pantano donde practica hechicería, Tzod inicia una historia de sangría humana. A ella le arrebatan la flor azul, pero el holocausto continúa a lo largo del tiempo en una tierra donde conviven humanos y dioses. A medida que le suceden en la posesión de la flor, la crueldad y la corrupción aumenta. Y la premisa de esta historia va perdiendo fuerza y sentido con trucos de magia barata. Parece que todo se reduce a un ciclo infinito de violencia desmedida que se repite desde tiempos inmemoriales.
Un universo donde pasean multitud de personajes que se presentan con la finalidad de colocarse en batallas que acaban siendo monótonas. La noche del fin de los tiempos renuncia a profundizar en el mensaje de fondo. Y la razón de ser de los personajes se vuelve confusa más allá del cliché de que el poder corrompe.
Una propuesta que satisface a los fans del género
El guion, aunque parezca una adaptación de novela, cómic o videojuego, se trata de una idea original. Resultaba expectante que uno de sus creadores hubiese escrito Love, Death & Robots para que fuera mucho más original. Pero, lejos de sorprender, es una historia más con reminiscencias a otros universos similares inspirados en la Edad Media. Sin embargo, lo que más decepciona son sus diálogos pues, sin tener base en la literatura, son enrevesados y obvios. La narrativa queda supeditada al efectismo de la sangre, que salpica en la pantalla de forma vana y repetitiva. La noche del fin de los tiempos busca la provocación en el espectador sin más alarde que el gusto por el morbo. Ni a Tarantino se le podría ocurrir semejante polaridad en la narración.
Su estética es deudora de títulos como Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981) y Tygra, hielo y fuego (Ralph Bakshi, 1983). Incluso algunos personajes recuerdan a Sean Connery en Zardoz (John Boorman, 1974). O a Masters del Universo (Michael Halperin, 1983). No obstante, el resultado de la animación tradicional en la película no es del todo perfecta. Pues la construcción de su mundo, realista y fantástico, contrasta con la torpe rotoscopia de los personajes. Tiene ese punto oscuro y rancio de principios de los ochenta. Y la indumentaria parece sacada de una peli porno. Ahora que está tan de moda la nostalgia en el entretenimiento, La noche del fin de los tiempos es una propuesta que solo satisface a los fans del género. Por lo que, si perteneces a la Generación X, o te vistes de paladín en un salón del cómic, aquí vas a encontrar una buena dosis de ella.
Conclusión de 'La noche del fin de los tiempos'
La noche del fin de los tiempos (The Spine of Night) es una película autocomplaciente. Se ha construido como un homenaje a todo ese cine de época medieval. Un universo fantástico como los que hicieron las delicias de muchos adolescentes en los años ochenta. Y no como una historia con nuevos roles, salvo por algún guiño a la sociedad actual. Como la joven bibliotecaria negra que aparece en uno de los pasajes luchando contra la dominación de los blancos. Esto no es Disney, de acuerdo. Pero que se vean hasta las vísceras no es motivo para pensar que es un proyecto arriesgado. Solo es una película para ese público adulto que sigue disfrutando de las posibilidades de la animación. Y que cree en la fuerza de la magia negra.
Por eso, solo se entiende que esto sea fruto de un sueño húmedo de sus creadores en su adolescencia. Quizá en su cabeza era espectacular. Pero recuperar esta historia, vista desde el revisionismo, no merecía la pena. La nostalgia, muchas veces, juega malas pasadas. Haberla hecho realidad ahora solo significa que las historias guardadas por sus autores en un cajón no deberían salir nunca. Falta autenticidad, falta que conmueva. Aunque esto no es un problema para los fans del género, que la convertirán seguramente en una peli de culto y quién sabe si en una saga interminable. Pero eso lo dirá el tiempo, cuando La noche del fin de los tiempos también sea nostalgia per se.
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