La noche sobre Chile (1977) es una curiosa y fascinante película soviética dirigida por dos directores, Sebastián Alarcón y Aleksandr Kosarev. La película cuenta uno de los hechos más terribles sucedidos en Latinoamérica, como fue el golpe de estado de Pinochet y la detención de numerosas personas que fueron torturadas y ejecutadas en el Estadio Nacional de Chile, en días posteriores al golpe. Como curiosidad, la película a pesar de estar ambientada en Chile, cuenta con actores rusos y el idioma original de la película es ruso (a pesar de que se intercalan algunas pocas expresiones en español).



La noche sobre chile poster

Crítica de 'La noche sobre Chile'

Ficha Técnica

Título: La noche sobre Chile
Título original: Noch nad Chili

Reparto:
Grigore Grigoriu (Manuel Valdivia)
Giuli Chokhondelidze (Juan González)
Olegar Fedoro (Oleg Fedorov)
Baadur Tsuladze (Senador)
Vsevolod Gavrilov (Padre)
Nartay Begalin (Soldado chileno)

Año: 1977
Duración: 92 min
País: Unión Soviética (URSS)
Director: Sebastián Alarcón, Aleksandr Korasev
Guion: Sebastián Alarcón, Sergei Mukhin
Fotografía: Vyacheslav Syomin, Christian Valdez
Música: Patricio Castillo
Género: Drama
Distribuidor: -

FilmAffinity

IMDb

Tráiler de 'La noche sobre Chile'

Sinopsis de 'La noche sobre Chile'

Noche sobre Chile narra la historia de Manuel Valdivia, un pequeño-burgués desinteresado por la política, que es detenido el día del golpe de estado en Santiago de Chile contra el presidente Salvador Allende. Es llevado al Estadio Nacional, que oficiaba de centro clandestino de detención junto con otros apresados.

Encerrado, sin causa justa aparente, se inician las peripecias del protagonista y su contacto con otros personajes relacionados, en mayor o menor medida, con el proceso revolucionario abierto por el gobierno de la Unidad Popular en el país transandino. En aquel submundo atravesado por el dolor y la tortura se acerca a las clases populares de Chile, desarrollando un profundo sentido por la justicia social que tanto reclamaba el pueblo.



En Bakú

La noche sobre Chile se rodó en Bakú (1) por parte de un Sebastián Alarcón que por aquel entonces contaba con apenas 28 años de edad. Para reconstruir Santiago de Chile se emplearon diferentes técnicas en las que se incluyo la colocación de carteles (podemos ver de la marca de refrescos Pepsi), construcción algunos edificios especialmente para la película y por supuesto atrezzo para el vestuario de soldados y militares chilenos. Lo cierto es que a pesar de la extravagancia inicial, la película da totalmente el pego.

El Golpe de Estado

La noche sobre Chile arranca con una secuencia en la que vemos a nuestro personaje principal interpretado por Grigore Grigoriu, siendo despertado por sus compañeros. "Golpe de estado" susurran. Él no parece entender nada. Le vuelven a repetir "golpe de estado". Poco a poco empieza a comprender. Allende ha caído y la represión puede ser brutal. Ya con este arranque, que recuerda a las películas de Costa Gavras que combinan la realidad social política con el tono de Thriller, se marca una huella personal que no se abandonara durante todo el metraje.

Poco después, el ejército atrapará a nuestro protagonista, enviándolo al centro de detención del Estadio Nacional, en lo que podríamos decir que se encuentra el nudo de la película. Todo ello, a pesar de que él es una persona con nula implicación en la política, y detenido de manera arbitraria.  Es precisamente por esa combinación entre thriller y drama social que La noche sobre Chile consigue engancharnos desde el primer minuto. A pesar de que alguien pueda entender poco el contexto histórico, prontamente se sentirá atraído por una historia en la que la adrenalina se va acumulando en los primeros compases y va en constante aumento.

La noche sobre chile

La Cámara es un reportero de guerra

La noche sobre Chile es formalmente una delicia. Parece que Alarcón y Kosarev tomaron buena nota de las nuevas corrientes cinematográficas que estaban sacudiendo el cine en los años setenta. La noche sobre Chile está pensada como si fuera un reportaje de guerra, como un documental en el que se toma partido de manera totalmente consciente. Incluso en cierto momento, durante una secuencia en la que los militares están deteniendo civiles en la calle, uno de los militares mira directamente a la cámara y pide que dejen de grabar. Es muy acertado este detalle. Los directores apuestan por romper la cuarta pared cinematográfica, e ideológicamente quieren mostrar su compromiso político. El cine es un actor más en el juego político.

Por otra parte, este efecto también consigue recrear una extraña sensación de verosimilitud. El pacto de ficcionalidad nos hace creer que lo que estamos viendo en realidad no es solo una película, sino un testimonio documental ficcionado. Para ello el filme también combina elementos reales, como fotografías auténticas de los detenidos durante el estadio, y de los despliegues del ejército durante aquellas jornadas.

La noche sobre Chile

Grandes secuencias

La noche sobre Chile cuenta con grandes secuencias que dejan huella. Podemos citar dos. La primera es la que nos enseña como nuestro personaje principal, porque sabe escribir, tiene que realizar una lista de los compañeros que se encuentran detenidos con él y preguntarles por su profesión y afiliación política. Todos parecen no pertenecer a ningún partido, quieren salvar su pellejo (sin partido, contestan todos). En estas aparece un campesino. El pobre hombre, como afiliación política, contesta también campesino. La secuencia revela uno de los grandes dramas de Latinoamérica de esos años, como fue la extrema pobreza de un sector de la población, el rural, que era analfabeto.

Y también podríamos citar la secuencia en la que finalmente nuestros protagonistas son liberados del estadio. Son acompañados por una multitud popular que se detiene ante un grupo de militares. Las miradas entre los dos grupos son violentas. Uno de los soldados simula disparar mientras se ríe. La película termina.

Conclusión de 'La noche sobre Chile'

La noche sobre Chile es una de las grandes películas políticas de los años setenta. Por la frontera lingüística y política, en Occidente apenas ha tenido repercusión. Sin embargo, es un deber obligado para todo aquel cinéfilo que tenga a Konstantin Costa-Gavras como uno de sus referentes cinematográficos.

(1) V.V.A.A, Latinskaya America, Ed. Nauka, Moscú 1995, p.58

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