La novia del diablo (la batalla de Satán) se trata de una película producida por la mítica compañía británica de terror y serie B, la Hammer, y dirigida por uno de los directores fetiches de la citada, como fue Terence Fisher. Además, cuenta en el reparto principal con Christopher Lee, con lo que tiene los suficientes alicientes como para que un amante de la serie B se lance a por ella de cabeza. Y difícilmente saldrá decepcionado.
Crítica de 'La novia del diablo (la batalla de Satán)'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La novia de Satán (La batalla de Satán)
Título original: The Devil Rides Out
Reparto:
Cristopher Lee (Duc de Richleau)
Charles Gray (Mocata)
Nike Arrighi (Tanith)
Leon Greene (Rex)
Patrick Mowe (Simon Aaron)
Gwen Ffrangcon Davies (La condesa)
Sarah Lawson (Marie Eaton)
Paul Eddington (Richard Eaton)
Rosalyn Landor (Peggy Eaton)
Russell Waters (Malin)
Año: 1968
Duración: 95 min
País: Reino Unido
Director: Terence Fisher
Guion: Richard Matheson (Novela: Dennis Wheatley)
Fotografía: Arthur Grant
Música: James Bernard
Género: Terror
Productora: Hammer Productions / Seven Arts Pictures / Associated British Picture Corporation (ABPC)
Trailer de 'La novia del diablo (La batalla de Satán)' en versión original
Sinopsis
Simon ha sido captado por una secta. El Duc de Richleau y su amigo Rex van a ver de que se trata, pero rápidamente se dan cuenta de que esta secta no es una cualquiera...es una secta con claras referencias a Satán. Su líder, el malvado Mocata, hará todo lo posible, incluyendo sacrificios humanos, para complacer al Maligno.
1969: El año cero
No es casualidad que prácticamente coetáneamente a La novia del diablo (La batalla de Satán), nos encontremos con otra producción que revolucionaría no sólo el subgénero satánico o el de terror, sino el cine en general. Me estoy refiriendo, claro está, a la Semilla del diablo (1969), estrenada tan solo un año más tarde. Y es obvio que hay que hacer algunas comparaciones, de tal manera como en la historia del arte se hacen entre pintores de un mismo período, para sacar conclusiones provechosas.
De hecho, a priori puede parecer que ambas películas son muy similares, pero lo cierto es que están totalmente alejadas la una de la otra. La producción de la Hammer es precisamente eso, una producción más, una obra artesanal hecha por un dignísimo artesano como era Terence Fisher (que todo el que ama la serie B respeta como a un Dios), pero no una película que avanza o que incluso refleja el miedo o el terror de la sociedad de los sesenta. También hemos de tener en cuenta que la censura británica de aquella época era la que era, mucho más dura que la norteamericana, y la Hammer siempre estuvo atada en este sentido.
Sí la película de Polanski utilizaba una parábola de terror para contarnos multitud de temas, como el aborto (y las complicaciones de las medidas abortivas en aquellos años, que causaron miles de deformaciones en bebés, como ya relacionó muy bien el historiador cultural David J.Skal en su obra sobre la Historia cultural del terror), el aislamiento de una mujer, y en definitiva, iniciaba lo que sería el thriller psicológico contemporáneo, en la película de Fisher nos encontramos con algo diferente. Algo más tradicional, que no peor.
La Batidora de Satán
Lo que hace el guión, que en realidad está basado en una novela de Dennis Wheatley (un escritor con gran popularidad en el Reino Unido en aquellos años, y que frecuentemente en sus novelas tocaba temas sobrenaturales), es incluir algunos elementos y citas relacionadas con el satanismo, pero de manera muy superficial, con lo que la sociedad de aquella época podía evidentemente sentirse reflejado, porque le había llegado por algún canal. Sin embargo, todo eso se queda aquí, y no hay una auténtica explotación del tema del Satanismo, más que en algún momento contado.
Por ejemplo, si, vemos los sacrificios del gallo, así como un pentagrama. Incluso se habla de Las Clavículas de Salomón, una cita culta a un libro del siglo XVI que está relacionado con la magia negra y que existe o existió realmente. También, el personaje de Christopher Lee, que es el que en realidad tira toda esta información a la cara del espectador, habla del camino de la mano izquierda (también relacionado con la magia negra), algo real.
Pero todo esto no dejan de ser elementos tan folclóricos que podría haber oído una abuela en la peluquería en una conversación terrorífica sobre la creciente aparición de sectas relacionadas con Satán. Nada más lejos de la realidad.
Y sin embargo, todo lo comentado anteriormente no hace a la película algo peor. En realidad, es una obra maestra en su género. Dentro del terror popular, alejado del cine más para élites que pretendía Polanski, La novia del diablo se convierte en una película que aúna todas las características de la Hammer, pero llevándolas a su máximo nivel. Tanto en concepción artística, como en su reparto, como incluso en efectos especiales. No en vano, fue la película favorita de Christopher Lee dentro de todas las de la factoría británica.
Una producción Hammer singular...a medias
Sí, Christopher Lee, el eterno Dracula, el malvado Saruman y otros tantos personajes malignos que ha encarnado en el cine, aquí en esta película lo vemos en el papel de bueno (y no solo eso, también estéticamente lo vemos bastante cambiado respecto a otras películas). Y esto ha hecho decir a algunos que por esto mismo la película ya es una absoluta rara avis dentro de la Hammer. Un servidor no iría tan lejos solo por este motivo.
Sí es cierto que hay algunos elementos sorprendentes. Por ejemplo, el ímpetu con el que arranca La novia del diablo, y es que casi desde el primer momento entramos ya de lleno en el tema de las sectas y el satanismo, y la película coge un ritmo con el que no suelta al espectador hasta por lo menos el último cuarto del filme, que es incluso aún mejor, con un final apoteósico.
Pero también contamos con un diseño de producción más que notable, que a pesar de que no es amplio en presupuesto (pues muchas veces repite los mismos escenarios), Fisher es lo suficientemente astuto como para presentarlo de una manera bastante singular. En realidad, el frío al que hacen referencia en numerosos diálogos los personajes, se puede entrever también a través de la puesta en escena y la fotografía.
Unos efectos diabólicos
También contamos con la aparición de un diablo menor y el mismísimo Satán. Si bien la primera aparición puede ser hoy en día algo más cuestionable (un hombre negro con los ojos rojos mirando fijamente a cámara), la verdad es que la aparición del propio Lucifer en persona resulta más conseguida. Lo vemos en su forma de medio hombre medio macho cabrío, y los efectos artesanales (no deja de ser un hombre disfrazado) resultan bastante logrados. A pesar de recurrir a una iconografía poco innovadora, lo cierto es que la mirada del actor resulta cuanto menos inquietante.
Y ya hacía el final, La novia del diablo pierde la vergüenza para ofrecernos aún más de lo suyo, incluyendo el caballero de la muerte, representado por un caballero cadavérico. Un espectáculo muy bufonesco, pero efectivo.
La Traca final
Pero sin duda, lo mejor se guarda para el final, donde hay una auténtica traca que recuerda al mejor cine de la Hammer. Fisher sabe como mantener la tensión, aunque sea con trucos bastante reconocibles, como esos planos generales del círculo de protección, y como poco a poco va introduciendo un tour de force, o los primerísimos primeros planos de los ojos, que en la película juegan un componente de fuerza sobrenatural. Detalles de maestro, que acaban con la señal de la cruz en alto. El bien volvió a triunfar...por ahora.
Conclusión de 'La novia del diablo (la batalla de Satán)'
Nos encontramos ante una de las cimas de la compañía británica. Recomendable para cualquier amante al cine, sea fan del género o no.
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