La otra Missy es una alocada comedia romántica producida por Happy Madison y distribuida mundialmente por Netflix. Está interpretada , en los roles más destacados, por David Spade y Lauren Lapkus. De labores de dirección se encarga Tyler Spindel. Se puede ver en VOD desde el 13 de Mayo.
Crítica de 'La otra Missy'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La otra Missy
Título original: The Wrong Missy
Reparto:
David Spade (Tim Morris)
Lauren Lapkus (Missy)
Sarah Chalke (Julia)
Nick Swardson (Nate)
Molly Sims (Melissa)
Rob Schneider (Komante)
Geoff Pierson (Jack Winstone)
Vanilla Ice (Rob Van Winkle)
John Farley (Calvin Sr.)
Jorge Garcia (Chico en avión)
Lori Pelenise Tuisano (Autobusera)
Año: 2020
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos
Director: Tyler Spindel
Guion: Kevin Barnett, Chris Pappas
Fotografía: Theo Van de Sande
Música: Matt Messina
Género: Comedia romántica
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'La otra Missy'
Sinopsis
Tim Morris conoce a la chica de sus sueños, y la relación por SMS no podría ir mejor, así que decide dejarse llevar e invitarla al retiro que organiza su compañía en una isla. Sin embargo, la que aparece en el aeropuerto lista para viajar es una chica con la que tuvo una cita a ciegas para el olvido. Ya es demasiado tarde: se ha estado escribiendo con “La otra Missy”. (Netflix)
Donde se puede ver la película
La primera en la frente
La otra Missy apuesta fuerte, y nada sutilmente, por los equívocos a la hora de buscar el humor. El principio es un aperitivo de lo que vendrá después. Tim Morris (David Spade) aspira al puesto de jefe de ventas de su firma, pero su vida amorosa no marcha demasiado bien. Ha roto con su prometida hace tres meses y ha accedido a acudir a una cita a ciegas con una chica llamada Missy (Lauren Lapkus). La chica resulta ser un huracán demente y descontrolado que consigue que la cita acabe con Tom huyendo por patas.
La Otra Missy revela sus cartas, sin ningún pudor, desde estos primerísimos minutos. La base de la película va a ser el contraste entre el seriote y circunspecto Tom y la esquizoide espontaneidad de Missy. Lauren Lapkus comienza a exhibir un persistente repertorio de muecas, rictus y desórdenes de la conducta.
Y llega el equívoco principal de la película. Tom conoce accidentalmente en un aeropuerto a una atractiva mujer que resulta tener unos gustos idénticos a los suyos, y obtiene su teléfono. Casualmente también se llama Missy. Por añadidura, la empresa de Tom organiza un retiro en Hawái donde se designará al jefe de ventas. Los trabajadores pueden llevar a su cónyuge/pareja, de tal modo que Tom decide llamar a la Missy del aeropuerto. Pero, y aquí llega el meollo, por error contacta con la Missy de la cita a ciegas, que será la que le acompañe a Hawái con demoledoras consecuencias.
La excéntrica y el soso
La Otra Missy se basa en un arquetipo que es casi tan antiguo como el mismo cine. Podemos poner por ejemplo la clásica La fiera de mi niña (1938), de Howard Hawks. En este arquetipo es fundamental la idea de una mujer alocada, excéntrica y algo entrometida que amarga la existencia de un hombre gris, sedentario y aburrido. Digamos que La otra Missy es una puesta al día de este concepto pero a eones de distancia en talento, gracia e inteligencia. Para saber a qué nos enfrentamos con este guiso, antes hemos de conocer los ingredientes. Por ejemplo, la productora del film es Happy Madison cuyo fundador y líder espiritual es Adam Sandler. Para Netflix ya produjo The do-over (2016), donde el propio Sandler era el proragonista junto von David Spade; también Criminales en el mar, con la adición de Jennifer Aniston.
David Spade, amigo de Sandler, se ve atormentado por la principal fuerza motriz de La otra Missy, Lauren Lapkus. Esta actriz, con papeles en Orange is the new black y The Big Bang Theory, es especialista en improvisación. Hecho que parece perfectamente compatible con la película, donde gran parte de las situaciones paracen sacadas de la manga repentinamente; entre lo inesperado y la ridiculez. Su personaje, Missy ,es ciertamente alocado, pero al precio de resultar un poco cargante. Su catálogo de muecas, rictus y chaladuras la convierten en una especie de émula del Jim Carrey más enervante.
Tormenta en Hawái
Una vez en Hawái, La otra Missy se toma la licencia de dejar rienda suelta a Lauren Lapkus para causar el caos con sus ocurrencias y socavar las aspiraciones del personaje de Tom. Esto es lo mejor y lo peor de la película. Al menos Lapkus aporta algo de pulso a La otra Missy, que de otro modo sería la madre de todos los tostones. Sin embargo esa jovialidad se manifiesta en un humor simplón, soez, repetitivo y pueril. Como si los ruidos raros, las muecas y las chabacanas referencias sexuales bastasen para construir un humor sólido.
Al menos, durante la estancia en Hawái, La otra Missy se toma a chufla el venenoso ambiente laboral de las grandes compañías. Un ecosistema plagado de hipocresía, superficialidad, lenguas viperinas y jefes despóticos. Por cierto, que uno de los aciertos de la película es el personaje del mandamás Jack Winstone (Geoff Pierson), cuyas veleidades arrancan un par de carcajadas. El argumento, en líneas generales, está bastante desestructurado y no posee mucha continuidad. Sin embargo, no tiene mucho sentido empeñarnos en pedir peras al olmo, cuando lo que analizamos no es en absoluto un ejercicio de coherencia.
Moraleja y moralina
Como muchas comedias románticas, sean de la calaña que sean, La Otra Missy no está exenta de algún momento "serio" que trate de emocionar superficialmente y de paso dejarnos algún tipo de vaga enseñanza. En este caso nos encontramos con un elogio de la espontaneidad, la diversión y el descontrol frente al aburguesamiento, la gris cotidianidad y la servidumbre vital de un gris oficinista. O sea la forma de vida de Missy frente a la de Tom. En realidad estas tribulaciones no nos calan demasiado.
Llega un momento en que el nivel de irritabilidad y disgusto de Tom para con Missy desciende, hasta que nos preguntemos por la naturaleza de la relación que surgirá entre ambos. David Spade mientras tanto actúa de una forma lineal, desmelenándose con cuentagotas y haciendo que nos preguntemos qué es exactamente lo que las mujeres ven en su personaje. Lauren Lapkus nos divierte levemente a cambió de saturarnos las más de las veces. De la labor de Tynel Spinel en la dirección poco se puede añadir, toda vez que su rol es estar ahí para filmar los sketches. Y poco más.
Conclusión de 'La otra Missy'
La otra Missy divierte unas veces a cambio de irritar otras muchas. Es demasiado previsible para ser transgresora, y excesivamente histriónica para ser consistente. La película puede tener su hueco si buscas algo ligero y pones bajo cero tus expectativas. Si además gustas de la excentricidad gesticulante e improvisada de Lauren Lapkus, ya llevas algo ganado.
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