"La persistencia": La búsqueda incesante

Hace un tiempo Ángela Boix participó de uno de los talleres de creación escénica que imparto. La veía actuar allí durante muchos días sin poder descifrar ante qué clase de animal escénico estaba. Eso de cuando te encuentras ante una actriz y te preguntas: “¿Qué hace? ¿Qué es eso que está pasando a través de ella que me conmueve tanto? ¿Se va a quebrar? No, está actuando, está actuando. ¡Está actuando!”.

Yo llevaba muchos años con un documento inconcluso en mi ordenador que había nacido allá por 2014 a raíz de un día que, con palabras de Nina de La Gaviota de Chéjov, jugaba en mi casa contra una pared, “un buen lugar para llorar”. Pensaba que un día actuaría yo esa pieza inconclusa que iba sobre la imposibilidad de dar fin a un final. Pero cuando me estalló Ángela en la cara en aquel taller sentí que había llegado la actriz de esa pieza a mi encuentro y que solo había que ponerse a trabajar “porque nosotras siempre tenemos hambre”. Y aquí estamos, hemos creado La Persistencia. Y, aunque no lo crean ni aun al ver la pieza, va de esto que acabo de contar” (TEATRO ESPAÑOL). 

En las entrañas de la creación

La propuesta que ofrece Fernanda Orazi en La persistencia es un ejercicio de gran dificultad, que imprime el sello de la dramaturgo de principio a fin. Desde el principio, se puede ver cómo impregna de reflexión, al mismo que tiempo que va lanzando píldoras de la tesis que desea explorar sobre la escena. Por ello, se puede ver que hay un trasfondo y una construcción de altos vuelos, juntándose con el juego de lo abstracto, ante lo que es el famoso ritual de la creación escénica, llevándolo mucho más allá. Este es su gran éxito, el no quedarse en la superficie del pensamiento, sino hacer partícipes en directo a los espectadores del amalgama de situaciones que se propagan, hilvanados con gran acierto y una sensibilidad excelsa.

Sin duda, es una de las mejores piezas escritas por Orazi, quién sigue sorprendiéndose y sorprendiendo al espectador con experimentos que van más allá de lo convencional. De esta manera, estruja los conceptos como el “metateatro” para llevarlos al siguiente nivel. A lo largo de este monólogo, se verá cómo se va trazando la dificultad de expresar todo aquello que significa actuar, interpretar, mediante una combinación en sintonía. También se debe destacar la comedia, la ruptura de la cuarta pared, el uso de los espacios, la palabra conquista el escenario, pero también el patio de butacas, convirtiéndose en una experiencia teatral completa. Una mirada hacia el interior de la interpretación, pero deshaciéndose de egos y trascendiendo a un nivel más elevado.

Un viaje hacia el interior de una actriz

Ángela Boix es una de las mejores actrices de su generación y con La persistencia lo vuelve a demostrar. A lo largo de estos años, Boix ha demostrado ser una intérprete magnánima, con una capacidad dramática de alto nivel. La forma en la que logra que cada personaje tenga personalidad, verosimilitud y alma, hacen que sea un seguro en cada pieza en la que participa. En esta pieza, encandila a los espectadores de principio a fin, con una labor llena de aristas, que permiten ver las distintas facetas de Boix. Asimismo, es importante subrayar el gran manejo del espacio, de la voz, del movimiento, de la gestualidad... siendo una interpretación sublime e impoluta. Ver a Boix realizar este monólogo es un regalo, formando un combo que se queda en la retina del espectador. Ángela Boix es La persistencia y La persistencia es Ángela Boix.

La puesta en escena apuesta por una concepción minimalista, sin grandes artilugios, pero que funciona a la perfección. Con un diseño de luces elegante, sin grandes aspavientos, pone el foco principalmente en su actriz y en el texto. Por tanto, la propuesta busca deshacerse de elementos estéticos que pudieran distraer. Aun así, goza de varios elementos que dan dinamismo a la pieza, como los cambios de vestuario, los diferentes estadios a nivel espacial por lo que transita Boix y los fuera de escena que se convierten en una extensión del escenario principal. También cabe destacar que el ritmo es certero, no busca rapidez, pero tampoco una languidez que le sentara mal, por lo que, da en la tecla de ir paulatinamente, pero sin descanso. Un montaje virtuoso, que es puro teatro, y se convierte en una de las grandes sorpresas de este 2024.

Conclusión

La persistencia es una maravilla, un experimento teatral de gran calidad, que se alza con ser una de las mejores obras de teatro de este 2024. En primer lugar, Fernanda Orazi escribe una dramaturgia profunda, un experimento que se desglosa en diferentes niveles y explora una reflexión sobre el teatro, la interpretación, el ser, con una gran sensibilidad. Asimismo, Ángela Boix demuestra, una vez más, ser una de las grandes actrices de su generación. Sublime, impoluta. Un animal escénico. La propuesta escénica pone el foco en la palabra y en la actuación, sin perder su esencia y sabiendo acompañar a ambas. Una elección muy acertada. Una carta para y por el teatro, que se convierte en una experiencia de alto nivel.

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