La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976) fue, junto con El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973) y ‘La semilla del diablo’ (Rosemary’s Baby, Roman Polanski, 1968), una de las películas que puso en alta estima el cine de terror sobrenatural en su época. Es difícil no recordar el gesto de un muy joven Damien con los cánticos del Ave Satani de fondo. Intentando retomar esta saga, cuyas secuelas jamás consiguieron equiparar el éxito de la primera entrega, llega La primera profecía (The First Omen, Arkasha Stevenson, 2024). La directora Arkasha Stevens (‘Nuevo sabor a cereza’, ’Channel Zero: Butcher's Block’) estrena esta precuela en salas de cine de España el 5 de abril de 2024.
Crítica de 'La primera profecía'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La primera profecía
Título original: The First Omen
Reparto:
Nell Tiger Free (Margaret)
Tawfeek Barhom (Padre Gabriel)
Sônia Braga (Hermana Silva)
Ralph Ineson (Padre Brennan)
Bill Nighy (Cardenal Lawrence)
Mia McGovern Zaini (Beatrice)
Andrea Arcangeli (Paolo)
Anton Alexander (Padre Spiletto)
Charles Dance (Padre Harris)
Ishtar Currie-Wilson (Hermana Anjelica)
Maria Caballero (Luz)
Sylvia Panacione (Enfermera)
Mario Opinato (Doctor)
Año: 2024
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Director: Arkasha Stevenson
Guion: Tim Smith, Arkasha Stevenson, Keith Thomas. Personajes: David Seltzer
Fotografía: Aaron Morton
Música: Mark Korven
Género: Terror. Thriller
Distribuidor: Twentieth Century Studios España
Tráiler de 'La primera profecía'
Sinopsis de 'La primera profecía'
Cuando una joven estadounidense es enviada a Roma para iniciar una vida de servicio a la Iglesia, se topa con una oscuridad que pone en cuestión su propia fe y descubre una conspiración aterradora que espera provocar el nacimiento de la encarnación del mal. (Twentieth Century Studios España).
Dónde se puede ver la película en streaming
La maldad como censura
Históricamente, el cine de posesiones (y, quizá, el cine en general) ha estado determinado por la concepción heteronormativa y profundamente masculina de lo que una mujer debe ser. Por ello, son multitud de películas las que se hacen servir de la figura del diablo y las entidades demoníacas. De esta manera, representan a través del Maligno a una mujer que transgrede la moral tradicional y atenta contra el orden establecido.
En ‘Madre Juana de los Ángeles’ (Matka Joanna od Aniolów, Jerzy Kawalerowicz, 1961), las monjas poseídas intentan seducir al sacerdote enviado para exorcizarlas. En ‘Posesión’ (Possession, Andrzej Zulawski, 1981) el sexo tiene un componente monstruoso que pervierte a las mujeres. O en ‘Posesión infernal: El despertar’ (Evil Dead Rise, Lee Cronin, 2023), mucho más recientemente, una Ellie ya dominada por los deadites exclama “Ellie waits in Hell for you and your unborn bastard baby”. El sexo, el embarazo, el disfrute y la libertad son pecados que condenan a las mujeres al despoje de sus identidades en pro de El Mal.
La protagonista de La primera profecía es una cándida monja estadounidense que llega a una Italia desbordada por las protestas sociales tras la llamada de uno de sus mentores de la infancia. Margaret, Nell Tiger Free (‘Servant’, ‘Juego de Tronos’), explica que era una joven muy rebelde y que la fe la salvó de ir por el camino equivocado. Por ello, hace buenas migas con Carlita (Nicole Sorace). Esta niña también tiene un patrón de comportamiento diferente y es educada para que aprenda a ser una buena chica.
Dar lugar a la reflexión
Stevens predispone una serie de elementos que evidencian la relación entre la libertad y el mal, realizando una nada sutil crítica al férreo control religioso. Es el caso, por ejemplo, del lúbrico lametón que Carlita le da a Margaret y que, más tarde, la religiosa le propicia a Paolo (Andrea Arcangeli). Un recuerdo de que sus condiciones de niña y monja no las hacen menos pecadoras. De hecho, son un receptáculo del mal y, en cierta manera, sus existencias son meros reflejos la una de la otra. La manera en que la congregación se comporta con Carlita deja expuesto también cómo trataron a Margaret. Y a todas las demás.
La primera profecía se atreve a señalar el carácter institucional de la violencia ejercida por la Iglesia. Aunque recalca que, efectivamente, hay cristianos que luchan contra el Mal, deja en evidencia la necesidad de la institución católica de controlar a sus feligreses a través del miedo. “La fe es poder”, comenta Ralph Ineson como el padre Brennan.
La película repite y explicita tanto su discurso que, quizá, sería más interesante poder tener un poco de espacio para reflexionar sobre él. Como espectadoras, nos tragamos unas ideas tan masticadas que no es necesario ni siquiera pensar en qué estamos comiendo. En ocasiones, parece más importante la recepción del mensaje que el contenido en sí. Los diálogos sobre explicativos resultan un tanto artificiales.
Sobre Margaret, Carlita y sus reflejos
Tanto Margaret como Carlita son herederas directas del diablo a través de un ritual demoníaco. Esto remite al tema de los abusos sexuales en la Iglesia. En la película, se deja claro que estaban criando a Carlita para posteriormente forzarla a procrear con el Diablo y así engendrar al Anticristo. Los personajes deducen que prefirieron utilizar a Margaret porque es más mayor. Sin embargo, se deja caer que ya probaron con la niña. En el suelo de su habitación de castigo, dibuja el techo de la sala en la que Margaret es forzada. Es decir, que la conocía. Además, los comportamientos inherentemente sexuales a edades muy tempranas y las conductas disruptivas pueden ser consecuencia de haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia.
Tener miedo VS dar miedo
El terror opera a diferentes niveles en La primera profecía. En un primer lugar, se genera una inquietud con respecto al tenso ambiente del hogar en el que convive la protagonista. La crítica a la Iglesia como institución es palpable, aunque no es el único elemento que propicia el miedo. Se hace especial hincapié en la infancia, con muchos planos de niñas y adolescentes. Las niñas son, precisamente, el futuro. Un futuro enviciado por una conspiración demoníaca y un ambiente social extremadamente hostil.
Por otra parte, la cinta explota el terror corporal. La directora luchó por la clasificación R y, así, no tuvo que comprometer ninguna de las imágenes. Las muertes son brutales, desde el inicio hasta el final. Pero las secuencias relativas al embarazo y al parto son lo más destacable. La manera en que se resalta el cambio casi alienígena en el físico de las mujeres, el Mal naciendo directamente de la matriz. Incluso la idea de dominación de los sacerdotes, domando la sonrisa de las embarazadas a base de drogas. Risa que, también, acaba completamente pervertida. Ni su felicidad es suya, la maldad ya lo ha corrompido todo.
La sociedad polarizada y reivindicativa domina la pantalla en sus escenas, especialmente esa en la que Margaret se pierde entre la manifestación. Mas nunca deja de estar en un segundo plano. En los medios de comunicación, en las calles, en los diálogos. Es importante recalcar que en la Roma del 1971, Italia estaba sumida en los "años del plomo". En este período de cambios políticos y sociales proliferaron las protestas laborales y estudiantiles. Se exigía una serie de derechos y libertades para la clase obrera que, hasta ese momento, no tenían garantizados. Este planteamiento está directamente relacionado con la voluntad controladora de la Iglesia. Con el miedo pueden controlar mejor las amenazas.
Es una precuela, lo hemos entendido
Arkasha Stevens dirige una muy sólida película independiente dentro de su universo de terror. Al menos, hasta que llega el tramo final. Ahí, se recurre a una constante mención y alusión a obras antecesoras. Se rompe con el dinamismo de la película, recayendo en un lenguaje cinematográfico más vago para forzosamente hacer que La primera profecía encaje como precuela de 'La profecía'.
El sobreesfuerzo por conectar la cinta en su saga se nota. Hay una necesidad superior, que no la pide ni la narrativa ni la imagen, por introducir diferentes elementos que asienten la película dentro de una filmografía concreta. No era necesario relacionar directamente el final del filme con el inicio de la película original. Esto, desgraciadamente, resulta un tanto artificial y desentona con el ritmo y la esencia general.
Conclusión de 'La primera profecía'
La primera profecía es una muy interesante incursión en una saga ya olvidada. Preserva la esencia de la película original y la dota de aún más significado. Peca de ser muy explícita y un tanto brusca con sus intenciones (además de la rendición al fan service en el tramo final). También recae en los jumpscares —innecesariamente, los elementos de terror corporal son una magnífica pesadilla—. Aún así, Arkasha Stevens dirige una obra que funciona, que está viva y, sobre todo, que repugna. En el mejor sentido de la palabra.
Reportaje de La primera profecía Días de Cine TVE
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