Había cierto hype con el nuevo largometraje de la cineasta italiana Alice Rohrwacher, que ya conquistó el circuito festivalero, especialmente Cannes, con los que son sus dos trabajos más conocidos: ‘El país de las maravillas’ (2014) y, especialmente ‘Lazzaro feliz’ (2018). Con La Quimera, ha seguido esa senda, logrando la nominación a la Palma de Oro y, ya en suelo nacional, la Espiga de Plata en la Seminci. Para más expectación, todo lo que llegaba de público y crítica eran buenas palabras, situándola, incluso, en tops y listas con lo mejor del pasado 2023 (aquí en España se estrena ahora, en 2024), pero desgraciadamente, no he podido suscribirme a esa fascinación. Estreno en salas de cine españolas el 19 de abril de 2024.
Crítica de 'La quimera'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La quimera
Título original: La chimera
Reparto:
Josh O'Connor (Arthur)
Carol Duarte (Italia)
Vincenzo Nemolato (Pirro)
Isabella Rossellini (Flora)
Alba Rohrwacher (Spartaco)
Milutin Dapcevic (Spalletta)
Chiara Pazzaglia (Rossa)
Julia Vella (Colombina)
Lou Roy-Lecollinet (Melodie)
Giuliano Mantovani (Jerry)
Gian Piero Capretto (Mario)
Melchiorre Pala (Melchiorre)
Ramona Fiorini (Fabiana)
Año: 2023
Duración: 130 min.
País: Italia
Director: Alice Rohrwacher
Guion: Alice Rohrwacher, Carmela Covino, Marco Pettenello
Fotografía: Hélène Louvart
Música:
Género: Drama
Distribuidor: Elástica Films
Tráiler de 'La quimera'
Sinopsis
Todos tenemos una quimera, algo que deseamos hacer, tener, pero que nunca encontramos. Para la banda de “tombaroli”, los ladrones de antiguas tumbas y de yacimientos arqueológicos, la Quimera es soñar con dejar de trabajar y hacerse ricos sin esfuerzo. Para Arthur, la Quimera se parece a Benjamina, la mujer a la que perdió. Con tal de encontrarla, Arthur se enfrentará a lo invisible, indagará por todas partes, penetrará en la tierra, decidido a encontrar la puerta que lleva al Más Allá de que hablan los mitos. En su osado recorrido entre vivos y muertos, bosques y ciudades, fiestas y soledades, los destinos de los personajes se cruzan, todos en busca de su Quimera. (Elástica Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Italia, a tumba abierta
Cabe decir que le veo las virtudes a La Quimera, estas radican, en primer lugar, en lo estético, con una amplia diversidad de formatos analógicos y una bellísima puesta en escena, y algunas decisiones, como cierta secuencia mostrada a través de una cámara de seguridad, el acelerar los movimientos de los personajes en algunos momentos, rupturas de la cuarta pared, o las escenas subterráneas, que son atrevidas y muy ingeniosas. Hay que mencionar también la banda sonora, ecléctica, que tira de Kraftwerk a mitad de película para terminar con Franco Battiato, y el uso, más concretamente, de la música diegética para narrar partes del argumento.
En segundo lugar, hay que reconocerle a Alice Rohrwacher, oriunda de la Toscana, en la que transcurre La Quimera, el retrato de esta. Paisajes, estancias y personajes emanan vida en una película que, como ironizan varias líneas de diálogo, se puede ‘oler’, se puede ‘saborear’. Heredera del neorrealismo de De Sica o el primer Fellini, la cineasta italiana pinta un cuadro sobre las clases obreras de la Italia rural, que se resiste a ser industrializada, con unos personajes secundarios adorables en su imperfección, como la banda de tombaroli que acompaña al protagonista o el personaje de la gran Isabella Rossellini, casi irreconocible.
Malas compañías
Sin embargo, y aunque me haya costado horrores conectar con La Quimera, hay, por encima de todo lo dicho, un claro problema: su protagonista. No vengo aquí a decir que Josh O’Connor haga un mal trabajo, es más, considero que ejecuta perfectamente al personaje que Alice Rohrwacher ha diseñado, y se entrega física y verbalmente con el italiano. Es, para mí, un error de concepción. Durante la primera hora de La Quimera, tenemos un protagonista del que sabemos escasas pinceladas, y que no consigue transmitir sus emociones al espectador. El primer problema se corrige a media película, pero el segundo, salvo alguna escena de camaradería y diversión con sus compañeros de fatigas (las, para mí, mejores de la cinta), continúa presente.
Es difícil, en una película con un tono y universo tan personales, ‘entrar’ si el protagonista, nuestro guía a ese interior de la historia, nos genera problemas. En muchos momentos, toda la gente alrededor de Josh O’Connor parece tener más humanidad que él, pero la constante, con el que pasamos más tiempo, es el actor inglés. Esto se hace grave en su tercio final, en el que sus conflictos y anhelos concluyen, pero que resulta frío, no emociona. Si añadimos la duración (2 horas) a la ecuación, La Quimera corre el riesgo (y cae en él) de resultar tediosa en algunos momentos, especialmente en aquellos en los que la información es tan escasa que no podemos agarrarnos a nada.
Conclusión de ‘La Quimera’
Como a sus protagonistas, cuando excavan antiguas tumbas etruscas, La Quimera es una película en la que cuesta entrar, que exige al espectador por su personalísimo tono, su manejo de la información y su torturado protagonista. En dos horas de metraje, veremos un simpático y original en lo visual retrato de la Italia de finales del siglo XX, con personajes pintorescos y una trama central, la de los tombaroli, que nos sacará más de una sonrisa. El problema es que, más allá de ahí, el resultado global nos puede dejar fríos, pidiéndole algo más a una película que, ciertamente, ha sido una sensación entre los festivales del pasado año.
Reportaje de La Quimera en Días de Cine TVE
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