Esta vez ha sido el Teatro Ciudad de Marbella el escenario de una obra perturbadora y no exenta de cruda realidad. La reina de la belleza de Leenane es un claro paradigma de la relación represiva de una madre, ya anciana, hacia su hija sometida a su cuidado y antojos. De un tipo de senectud manipuladora.

Una inconmensurable María Galiana (Solas) da vida a una madre egoísta, absorbente y controladora en el marco de un humilde pueblo irlandés (pueblo pequeño, infierno grande). Lucía Quintana (Todas las mujeres) es su abnegada hija, amargada por la vida que siente estar perdiendo cada instante cuidando a su madre.

Otro gran profesional, que en este caso dirige este drama costumbrista, es Juan Echanove (Madregilda), para quien es ya su tercer trabajo como director teatral. Las dos interpretaciones masculinas, Javier Mora (La madriguera) y Alberto Fraga (La unidad), son clave para el trágico detonante entre madre e hija.



 

La reina de la belleza de Leenane

Crítica de 'La reina de la belleza de Leenane'

Ficha Técnica

Título: La reina de la belleza de Leenane
Título original: The Beauty Queen of Leenane

Reparto:
María Galiana (Mag)
Lucía Quintana (Maureen)
Javier Mora (Pato)
Alberto Fraga (Ray)

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Juan Echanove
Adaptación: Bernardo Sánchez
Producción: José Velasco
Diseño de escenografía:
Ana Garay
Diseño de iluminación:
David Picazo
Vestuario:
Ana Garay
Música original y espacio sonoro:
Orestes Gas
Ayudante de escenografía:
Isi Ponce
Jefe técnico:
José Gallego
Ayudante de producción y regidor:
Carmen Macua
Técnico de sonido:
Natalia Moreno
Fotógrafo:
Sergio Parra
Producción ejecutiva:
María José Miñano
Jefa de producción:
Triana Corté
Distribución/Prensa:
María Álvarez
Directora Comunicación:
Cristina Fernández
Redes Sociales:
María Elosúa
Producción: Okapi Producciones

Tráiler de 'La reina de la belleza de Leenane' 

Sinopsis de 'La reina de la belleza de Leenane'

La reina de la belleza de Leenane nos habla de la soledad y las relaciones familiares en las zonas más desfavorecidas y despobladas de nuestro mundo.

Una casa encaramada en una colina del extrarradio de Leenane, Irlanda, a mediados de los 90. Mag Folan y su hija Maureen conviven solas desde hace veinte años. Sus otras dos hijas casadas viven lejos y Maureen, que permanece soltera con más de cuarenta años, tiene que encargarse de la alimentación y demás cuidados de su madre, muy limitada de movimientos y malherida en una mano. Sus caracteres, viciados por silencios y mentiras, y marcados por las rutinas domésticas, por una relación maternofilial tensa y represiva, por actos traumáticos del pasado cercano y por un historial de daños recíprocos que se irán desvelando a lo largo de la acción, se verán alterados por el regreso eventual a Leenane de Pato Dooley y de su hermano menor Ray Dooley, un muchacho con cortas expectativas sociales y de trabajo.

Esta versión de Juan Echanove y Bernardo Sánchez de La reina de la belleza de Leenane (1996), ópera prima del dramaturgo anglo-irlandés Martin McDonagh (El hombre almohada, El cojo de Inishmaan) es una sobresaliente lección de teatro con una puesta en escena realista, empapada de terror gótico. (TEATRO CERVANTES). 



La reina de la belleza de Leenane
Foto de Okapi Producciones

Irlanda empobrecida

Irlanda consiguió su independencia del Reino Unido en 1922, mientras que el Úlster o Irlanda del Norte permaneció dentro. Esto ha dado origen a numerosos problemas, sobre todo religiosos, aunque también económicos. La agricultura fue durante mucho tiempo el sector más importante. En la década de los 90 el elevado desempleo, la deuda publica y una economía atrasada lo convirtieron en el país más pobre de los ricos.

En La reina de la belleza de Leenane queda patente aquella marginación de la que fue objeto el país. Incluso el de soportar chistes y bromas cuando se comparaba con otros lugares anglosajones. A los que, por cierto, no pertenece por motivos culturales. Además de ir a trabajar a Inglaterra, emigrar a Estados Unidos era otra opción para muchos jóvenes.

La humilde casa en lo alto de una pronunciada colina, es la puesta en escena llevada a cabo por Ana Garay, donde se desarrolla toda la trama. Más concretamente en la cocina. Una cocina con un fogón de leña que servirá para otras cosas, además de para calentar y cocinar. Sin embargo, no es un lugar cálido ni agradable, más bien sórdido y fétido. El fuego devora todo lo que se quiere hacer desaparecer.

Teatro Marbella
Foto de Okapi Producciones

Soledad

Javier Mora interpreta a Pato Dooley, un lugareño que trabaja en Londres y que desde joven se ha sentido atraído por La reina de la belleza de Leenane, es decir Maureen Folan o Lucía Quintana. Su regreso durante unos días servirá para que la ya madura hija, sometida a la desalmada autoridad de su madre, pueda vislumbrar una luz al final de su túnel.

Un túnel de silencios y mentiras, de hirientes palabras y humillaciones. La soledad será una amarga compañera para estos tres personajes, que de diferente manera tienen que soportar.

Para la anciana, la soledad de su declive la convierte en una machacona manipuladora con su hija. Para esta, con el paso del tiempo, una soledad impuesta que la ha convertido en una amargada. Más de veinte años sacrificados por atender a su madre. Para él, la soledad en el lugar de trabajo donde es humillado por provenir de un lugar pobre y deprimido. La añoranza de su terruño irlandés influirá en su deseo de volver.

Teatro Marbella
Foto de Okapi Producciones

Miedo

Es el causante de muchos conflictos, cuando no el de actuar de manera inconveniente y perjudicial para uno mismo. Inconscientemente, es un estado emocional que provoca angustia y ansiedad. Y, no siempre existe un motivo claro para sentirlo, aunque aquí, no es el caso.

En La reina de la belleza de Leenane, el único personaje que no parece tenerlo es el hermano pequeño de los Dooley, Ray, interpretado por Alberto Fraga. Un joven insolente y fuera de lugar en aquel pueblo sórdido y sin futuro.

Los duros diálogos entre madre e hija son un intento de reflejar la manera en la que hablamos en realidad. Esa manera áspera, vulgar incluso, hacia la persona que nos hiere. Claro que también se puede decir mucho sin articular palabra, es algo que Galiana hace muy bien. Gestos y miradas que dicen mucho.

No así su hija, quien la maltrata con duras contestaciones que demuestran el odio que las enfrenta. Nada queda del cariño de ese vínculo parental, del respeto que merecería la anciana madre dependiente. Tampoco hay rastro de respeto hacia ella misma.

La reina de la belleza de Leenane
Foto de Okapi Producciones

Conclusión

La reina de la belleza de Leenane es un áspero drama costumbrista en la Irlanda profunda, aunque bien podría tratarse de cualquier otro lugar rural y pobre. El miedo, la soledad y la crueldad originados por una convivencia dañina y prolongada, sacuden sin rubor al espectador, quien reconoce situaciones similares en las que incluso la realidad supera la ficción. Senectud manipuladora.

Juan Echanove dirige con gran acierto a la esplendida María Galiana, quien de nuevo demuestra sus magníficas dotes interpretativas y una lucidez extrema. Tampoco se queda atrás su antagonista, Lucía Quintana, la hija amargada y desesperada por la situación que le toca vivir. Diálogos lacerantes que irán despertando, todavía más, el profundo odio que sienten recíprocamente.

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Irene Abecia Navarro
Tras una gran parte de mi vida viajando por Europa y ejerciendo de Guía Turística, considero que ha llegado el momento de contar otras historias. He publicado tres novelas tituladas "Más que palabras" , "Al otro lado del tiempo" y "Un mundo perdido", y estoy escribiendo la cuarta en la actualidad; además, preparándome para Guionista Literario. Considero que sólo podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado...y no es infinito, por eso, procuro aprovechar todas las oportunidades que se presenten. El cine es una de mis grandes pasiones, así que estoy disfrutando de esta excepcional ocasión.
la-reina-de-la-belleza-de-leenane-critica-teatroUn áspero drama costumbrista en la Irlanda profunda, aunque bien podría tratarse de cualquier otro lugar rural y pobre. El miedo, la soledad y la crueldad originados por una convivencia dañina y prolongada, sacuden sin rubor al espectador, quien reconoce situaciones similares en las que incluso la realidad supera la ficción. Senectud manipuladora. Juan Echanove dirige con gran acierto a la esplendida María Galiana, quien de nuevo demuestra sus magníficas dotes interpretativas y una lucidez extrema. Tampoco se queda atrás su antagonista, Lucía Quintana, la hija amargada y desesperada por la situación que le toca vivir. Diálogos lacerantes que irán despertando, todavía más, el profundo odio que sienten recíprocamente.

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