La Compañía Nacional de Teatro Clásico, bajo la dirección de Lluís Homar, ofrecen a los escenarios madrileños Lo fingido verdadero, de Lope de Vega. En esta pieza, ambientada en la Roma imperial, aúna el drama histórico, la comedia y el auto sacramental. En ella los límites entre la realidad y la ficción se desdibujan para hacernos reflexionar sobre la naturaleza de la experiencia humana.
Israel Elejalde y Arturo Querejeta encabezan un reparto compuesto por quince actores que dan vida a los versos de Lope de Vega, en una versión muy cercana al texto original. La obra, a la que se considera el Hamlet castellano, fue escrita paralelamente a su Arte nuevo de hacer comedias, poema en el que Lope expone su dramaturgia, que significó un cambio radical en la forma de entender el arte teatral.
Lo fingido verdadero de Lope de Vega permanecerá en el Teatro de la Comedia en Madrid hasta el 27 de marzo de 2022.
Título: Lo fingido verdadero Título original: Lo fingido verdadero
Reparto: Silvia Acosta
María Besant
Montse Díez
Israel Elejalde
Miguel Huertas
José Ramón Iglesias
Ignacio Jiménez
Álvaro de Juan
Jorge Merino
Aisa Pérez
Paco Pozo
Arturo Querejeta
Verónica Ronda
Aina Sánchez
Eva Trancón
Duración: 120 min. apróx. Dirección: Lluís Homar Texto original: Lope de Vega Voz y palabra: Vicente Fuentes
Escenografía: Jose Novoa
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Vestuario: Pier Paolo Alvaro
Música: Xavier Albertí
Ayudante de dirección: Beatriz Argüello
Ayudante de escenografía: Pablo Chaves Maza
Ayte. de iluminación: Pilar Valdelvira
Ayudante de vestuario: Roger Portal
Dirección adjunta: Oscar Valsecchi Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico
Tráiler de 'Lo fingido verdadero'
Sinopsis de 'Lo fingido verdadero'
Junto con "Hamlet", de Shakespeare, y "El impromptu de Versalles", de Molière, Lo fingido verdadero construye una fascinante trilogía sobre el teatro dentro del teatro en el siglo XVII.
El teatro barroco insistió en la idea de que la vida es una representación teatral cuyos papeles están escritos por Dios, y nuestro talento como intérpretes será juzgado en función de los preceptos cristianos.
Las tres jornadas de la obra nos proponen una fascinante reflexión sobre el destino y sus aparentes arbitrariedades. El fingimiento al que obliga el arte teatral podrá convertirse en un viaje hacia la verdad, sea cual sea la for- ma en que queramos identificarla.
Escrita de manera simultánea a Arte nuevo de hacer comedias, Lope nos regala una de las reflexiones más fascinantes sobre la verdad en la vida y en los escenarios que ha producido el teatro de todos los tiempos. (TEATRO CLÁSICO).
Una obra extraña
Lo fingido verdaderono figura en la nómina de las obras más populares de Lope. El más grande dramaturgo de nuestro Siglo de Oro, honor que solo le puede disputar Calderón, llevó la lengua castellana a las más altas cotas, regalándonos versos ágiles y ligeros que parecen fluir de forma natural de boca de sus personajes. Renovó también de forma radical la forma de hacer teatro. Hizo predominar su función lúdica y rompió con la regla de las tres unidades, que constreñía los textos. Así sus obras están compuestas por múltiples líneas argumentales, que se alargan más de las veinticuatro horas preceptivas y que viajan de un espacio escénico a otro sin limitaciones. Todo ello hizo de las comedias de Lope un entretenimiento popular y querido y su vigencia es innegable. Dio en el clavo más que el algoritmo de Netflix.
En la obra que nos ocupa, Lope realiza un salto mortal integrando tres géneros dispares en una única obra. Un drama histórico en la primera jornada, una comedia de enredo en la segunda, y un auto sacramental en la tercera. No acaban de estar del todo bien cohesionadas las tres partes. El efecto es un tanto extraño para el espectador que ve cómo el argumento salta sin red de una cuestión a otra. De hecho, se puede hacer confusa y larga. Con todo, es un interesante ejercicio de experimentación por parte de Lope que nos permite conocer los límites de su preceptiva teatral.
Un reto escénico
Lluís Homar acomete el desafío de llevar a escena Lo fingido verdaderoy lo salva con honores. Fundamentalmente por el soberbio trabajo actoral, especialmente de sus dos protagonistas: Israel Elejalde como Ginés, el poeta, para quien el teato es más cierto que la vida; y Arturo Querejeta, Diocleciano, el soldado cuya suerte le lleva a convertirse en emperador.
La propuesta escénica es peculiar, con un vestuario fuera de época, a cargo de Pier Paolo Álvaro, que subraya la artificialidad del texto. Los actores son a la vez espectadores tanto de las obras de Ginés como de la propia pieza de la que son protagonistas. Es un juego de mise en abyme profundamente barroco.
Es de destacar la escenografía de la parte final, donde tiene lugar el momento culminante de la obra, en el que tiene lugar la performatividad del rito escénico. Los elementos simbólicos se despliegan entonces en escena logrando un efecto imponente y sobrecogedor.
Conclusión
Lo fingido verdadero es una obra interesantísima desde un punto de vista literario, pero compleja, e incluso árida en algunos momentos. Con todo, la dirección de Lluís Homar y las soberbias interpretaciones de sus protagonistas superan con honores un reto nada fácil. Una obra muy disfrutable para los muy cafeteros del teatro barroco, en la que Lope riza el rizo mezclando géneros y llevando a un límite muy interesante el concepto del teatro dentro del teatro.
Justamente ví ayer mismo "Lo fingido Verdadero". Hay dos palabras que resumen el montaje que se llevó a cabo. La primera de esas palabras es "Confusión". No sólo porque los personajes y el sexo de los actores que los representan no coinciden, sino que el vestuario de los intérpretes confunde sus roles. Este hecho, en vez de ayudar a sumergir al espectador en la obra, le impide una y otra vez dejarse llevar por ella. La otra palabra que resume la obra es "Fracaso". La confusión lleva al fracaso del mensaje que se quiere trasmitir, no sólo el que quiere comunicar el autor, Lope, sino lo que se haya propuesto decir el adaptador de la obra. La confusión inicial es la causa de que nada de lo que digan los actores resulte creible, y mucho menos, el mensaje final. Por último, la pregunta que me asalta es la siguiente: si la escenografía es inexistente y se le ha dicho a los actores que se pongan encima cualquier prenda que encuentren, ¿Dónde se ha empleado el presupuesto?.
Justamente ví ayer mismo "Lo fingido Verdadero". Hay dos palabras que resumen el montaje que se llevó a cabo. La primera de esas palabras es "Confusión". No sólo porque los personajes y el sexo de los actores que los representan no coinciden, sino que el vestuario de los intérpretes confunde sus roles. Este hecho, en vez de ayudar a sumergir al espectador en la obra, le impide una y otra vez dejarse llevar por ella. La otra palabra que resume la obra es "Fracaso". La confusión lleva al fracaso del mensaje que se quiere trasmitir, no sólo el que quiere comunicar el autor, Lope, sino lo que se haya propuesto decir el adaptador de la obra. La confusión inicial es la causa de que nada de lo que digan los actores resulte creible, y mucho menos, el mensaje final. Por último, la pregunta que me asalta es la siguiente: si la escenografía es inexistente y se le ha dicho a los actores que se pongan encima cualquier prenda que encuentren, ¿Dónde se ha empleado el presupuesto?.