GOU Producciones apuesta por el teatro musical con Lo nuestro estaba cantado, una comedia que recorre la separación de una pareja desde una perspectiva socarrona. Para ello, ha contado con Rocío Madrid y Víctor Massán en su elenco protagonista. Además, la obra está escrita por Ignasi Vidal, con Ferrán González en la composición y dirección musical. Asimismo, Miguel Molina ha sido el encargado de dirigir y adaptar la pieza teatral. Estará en el Teatro Príncipe de Gran Vía, en Madrid, hasta el 17 de octubre de 2020.



Lo nuestro estaba cantado

Crítica de 'Lo nuestro estaba cantado'

Ficha Técnica

Título: Lo nuestro estaba cantado
Título original: Lo nuestro estaba cantado

Reparto:
Rocío Madrid (Daniela)
Víctor Massán (Joel)
Carlos Latre (Dios)

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Miguel Molina
Adaptación: Miguel Molina
Dramaturgia: Ignasi Vidal
Composición y dirección musical: Ferrán González
Coreografía: Sonia Dorado
Iluminación y sonido: Gabriel Lázaro
Vestuario y caracterización: Víctor Vilas
Producción: GOU Producciones

Entrevista a Rocío Madrid y Víctor Massán de 'Lo nuestro estaba cantado'

Sinopsis de 'Lo nuestro estaba cantado'

Lo nuestro estaba cantado nos presenta a Joel y Daniela, deciden separarse tras años de matrimonio. Atrapados en un ascensor de los juzgados, repasan su relación en pareja y descubrirán que lo suyo estaba cantado. Pero, cómo en todas las relaciones, nada es lo que parece ser. (GOU PRODUCCIONES). 



Lo nuestro estaba cantado
Foto de GOU Producciones

Hasta que el divorcio nos una

La premisa que se aborda en Lo nuestro estaba cantado, de Ignasi Vidal, se basa en las experiencias que surgen tras una ruptura sentimental de varios años. No obstante, Vidal sabe lo que quiere contar y se quita de florituras que no aporten a la acción. Algo que, sin duda, se agradece, al dibujar una historia sensible y que bebe de la cotidianidad de los matrimonios actuales, y no tanto. De esta forma, denuncia la falta de comunicación en clave de comedia, con un repaso por los momentos vitales de la pareja protagonista. Además, no realiza un retrato estereotipado de la mujer y el hombre, sino que lanza una reflexión de la propia persona y de lo importante que es romper los moldes. Por ello, hay guiños hacia la identidad de género, la liberación sexual y la falta de sinceridad entre parejas.

Para llegar hacia un ámbito agradable y meter el humor de una forma orgánica, se hace consigo una selección de canciones, originales, que narran perfectamente todos esos pensamientos que se quedan en el tintero. Asimismo, expande su universo de una forma acertada, mostrando un contexto en otros pasajes que sirven de contraste con la pareja protagonista. Gracias a esta apuesta, se permite al espectador pensar sobre lo que ve en el escenario, pero sin antes no reírse de la verdad exagerada, pero tan verídica como la vida misma. Junto con ello, hay unos giros de guion, en especial, en la última parte, que dan ese toque histriónico, que redondea una realidad ficcionada que gusta al público general. Únicamente, hay puntos en los que esa fluidez dejan ganas de más y se echa en falta profundizar un poco más sobre lo que se expone.

Rocío Madrid y Víctor Massán
Foto de Rocío Madrid y Víctor Massán (LNEC)

¿Y cómo son ellos?

Rocío Madrid y Víctor Massán son los maestros de ceremonia de Lo nuestro estaba cantado. Ambos demuestran, una vez más, ser carne de espectáculo y tener una soltura fulgurante sobre el escenario. En primer lugar, Madrid se luce en un personaje lleno de actividad, con un dinamismo estupendo y una fuerza que eleva su calidad interpretativa. Al igual que su capacidad vocal, que se adapta a su tono, pero, además, lo realiza con una expresividad escénica brillante. Por otro lado, no se queda en un solo registro, sino que su interpretación va más allá y se atreve con lo caricaturesco. Con lo cual, conecta con el público, al dar esas descargas de risa hilarantes, controlando en todo momento la energía que debe derrochar sobre cada escena que transcurre en el espacio. También subrayar su uso de un lenguaje lenguaraz y picante.

Por su parte, Massán sabe el lugar donde se encuentra, haciendo uso de su amplia experiencia en este tipo de género. Mientras que tiene ese punto de tranquilidad frívola, que es acorde a su personaje, después explota esa vena más diversa y socarrona. Por este motivo, otorga una viveza a su personaje, que le permite disfrutarlo sobre las tablas. En consecuencia, el público obtiene esa gracia artística, convirtiéndose en un perfecto acompañante del actor. A pesar de mostrar una capacidad vocal estupenda, incluso un poco mayor a la de su compañera, su expresividad merma un poco en comparación con la de Madrid. Aun así, ambos forman un combo que es pura dinamita y donde fluye una sinergia exquisita. Por lo tanto, su trabajo en equipo levanta el espectáculo de principio a fin y son, innegablemente, el alma de esta obra llena de mascarada.

Teatro Príncipe
Foto de la escenografía de Lo nuestro estaba cantado (DD)

La conciliación sonora

Para crear el espacio escénico, no ha necesitado de un gran despliegue de medios, pero se puede observar el buen trabajo de organización. Por un lado, cada elemento en escena posibilita una buena coreografía sobre el escenario y facilita que se haga de una forma natural y muy enriquecedora. De esta manera, con tres espacios marcados, se va recreando el espíritu de Lo nuestro estaba cantado y el público es el cómplice que imagina cómo sería ese espacio en el mundo real. Después, la selección de colores sigue en sintonía con la marca de la propia pieza, con esa dramatización de los azules y rosas. Se puede percibir esa creación del imaginario visual, que denota una creatividad agradable y sencilla. Deja las intenciones claras desde el principio, no buscando una complejidad exacerbada, sino más el entretenimiento alegre, necesario en los tiempos que corren.

La banda sonora sigue una línea totalmente bien planteada, donde no hay salidas de tono o estilos que pudieran distraer al espectador. Igualmente, las canciones empastan de buena manera, con unas letras mordaces y números que son perfectamente motivo de aplausos. Solamente apuntar que en los últimos números, puede una parte del público sentir que ya ha oído esa canción antes. Sin embargo, no es algo que incomode, pero podría plantearse con mayor pasión. Luego, el montaje goza de movimiento en todo momento, no quedándose estancado, transcurriendo libremente sin conflictos. Por último, mencionar los pequeños detalles que aportan a la obra, como los colores en algún momento musical o los cambios de vestuario más sutiles y rápidos. También comentar que alguna transición no se produce con la misma fluidez que sí se advierten en el resto de elementos estéticos.

Lo nuestro estaba cantado
Foto de GOU Producciones

Conclusión

Lo nuestro estaba cantado es una comedia musical que reflexiona sobre la vida en pareja y lo hace con un guion trepidante y lleno de energía. Además, cuenta con dos actores en estado de gracia, que demuestran su experiencia en las tablas y disfrutan totalmente la pieza. Por otra parte, la composición musical es apropiada para el espectáculo, con letras reivindicativas y frescas, que lucen a lo largo de la obra. Asimismo, está muy conseguido el conglomerado del sello de identidad, que mantiene la coherencia de principio a fin. El poder de la música y el humor unen fuerzas para obtener un espectáculo lleno de luz y diversión.

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CINEMAGAVIA
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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
lo-nuestro-estaba-cantado-critica-teatroUna comedia musical que reflexiona sobre la vida en pareja y lo hace con un guion trepidante y lleno de energía. Además, cuenta con dos actores en estado de gracia, que demuestran su experiencia en las tablas y disfrutan totalmente la pieza. Por otra parte, la composición musical es apropiada para el espectáculo, con letras reivindicativas y frescas, que lucen a lo largo de la obra. Asimismo, está muy conseguido el conglomerado del sello de identidad, que mantiene la coherencia de principio a fin. El poder de la música y el humor unen fuerzas para obtener un espectáculo lleno de luz y diversión.

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