El pasado 6 de abril se estrenó Lo que se rompe en Nave 73. Una creación de Macarena Regueiro, donde reflexiona en torno a la herencia, a las preguntas complicadas de responder y a la ausencia de sueño por las problemáticas que se presentan en escena. Protagonizada por la propia Regueiro, está acompañada por un cuerpo de baile formado por Paula Campos, Andrea Muñoz, Carla Montero y Marta Mañas. Se representa sábados y domingos a las 19 horas hasta el 28 de abril en Nave 73.
Título: Lo que se rompe Título original: Lo que se rompe
Reparto: Macarena Regueiro
Paula Campos
Andrea Muñoz
Carla Montero
Marta Mañas
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Macarena Regueiro Dramaturgia: Macarena Regueiro Dirección de movimiento y coreografía: Julio Ruiz
Ayudantía de dirección: Carolina Ocaña y Antía Lousada
Colaboración coreográfica: Paula Campos, Andrea Muñoz, Carla Montero y María Molina
Plástica escénica: Antiel Jiménez Diseño de iluminación: José Carlos González Espacio sonoro: Carlos Gorbe y Makamontada
Asesoría dramatúrgica: Soraya García
Coordinación de producción: Raúl de la Torre
Jefa de prensa: Amanda H C – Proyecto Duas
Cartel: Guillermo Benet (idea original), Jorge Pizarro (diseño y creación) y Marta Wall (fotografía)
Fotografía: Luz Soria y Marta Wall
Vídeo: Marta Wall y Mikel Aróstegui
Con la colaboración de: La triangular Producción: Macarena Regueiro
Sinopsis de 'Lo que se rompe'
Lo que se rompe nos presenta una roca que acoge su cuerpo incapaz de dormir. En esa imposibilidad, en esa incapacidad de conciliar el sueño, otros cuatro cuerpos la acompañan. Cuerpos de mujeres que pertenecen al mundo de la vigilia, cuerpos de mujeres de su familia, cuerpos de mujeres a lo largo de la historia, cuerpos de mujeres sin nombre que la empujan, la mecen y la despiertan. (NAVE 73).
La imposibilidad de dormir
Macarena Regueiro introduce al espectador en una nave hacia el sueño, o la ausencia de él, en Lo que se rompe. Durante sus primeras escenas, explora el concepto desde una vertiente mas abstracta, donde los significados deben extraerse desde lo visual, desde la expresión. Sin embargo, lejos de quedarse en una propuesta que apueste por este tipo de dinámicas, pronto incorpora la palabra en una dramaturgia certera y muy bien planteada. El relato va creciendo según transcurre la pieza, con pequeñas gotas de humor que funcionan a la perfección. Gracias a ello, se va gestando y madurando el concepto de una forma efectiva, que logra cautivar a los asistentes, quiénes van comprendiendo la problemática y lo que se expone.
No es nada fácil lo que realiza, dado que no es una construcción lineal al uso, sino que hay una combinación de lenguajes y contextos, que hacen de la pieza un puzzle. Por tanto, cuando se ve la imagen en conjunto de la obra, se comprende a la perfección el mensaje que se desea dar ante la escena. Con lo cual, se aplaude la perspicacia y la inteligencia con la que genera esa extrañeza de primeras, para luego conectar todas las piezas de forma que tengan un sentido completo. Únicamente, puede ser una obra que llame a aquellos espectadores que sepan dar tiempo a lo que se ve sobre el escenario por entender y no la juzguen precipitadamente.
Una mujer frente a su infierno
Acompañada de un grupo de intérpretes, Macarena Regueiro también lidera el elenco artístico de Lo que se rompe. La actriz se convierte en la principal musa de este universo del sueño. Con un auténtico carisma, afronta la pieza, donde deja toda su energía sobre el escenario. Se puede ver el gran compromiso que mantiene con la propuesta, cuidando cada detalle y ejecutando cada lenguaje de una manera pertinente. Además, la dicción y la forma de utilizar su voz logra que el público se quede embelesado con lo que está diciendo. Su momento cumbre, sin duda, es la actuación musical, donde vive un momento diva que le sienta muy bien.
Junto a Regueiro, se incorporan Paula Campos, Andrea Muñoz, Carla Montero y Marta Mañas. Las cuatro intérpretes ejercen de cuerpo de baile, por lo que, no realizan una labor interpretativa al uso. Por tanto, su mayor valor se expresa en su lenguaje corporal, el cual exprimen al máximo, permitiéndoles ser su herramienta de trabajo. Asimismo, cabe destacar la precisión individual de cada movimiento, aunque cabe decir que la sincronía se pierde en varios puntos. En consecuencia, la lucidez del efecto del baile y de la coreografía se pierde levemente por esta falta de compenetración. Por otro lado, se aplaude la gestualidad en sus rostros.
La performance de lo abstracto
Uno de los mejores aspectos a valorar en Lo que se rompe es el aspecto técnico y artístico. La propuesta presenta varios ambientes, con una escenografía muy bien realizada, donde una gran piedra se convierte en una de las grandes protagonistas. Sin embargo, lejos de depender solo de este elemento, la puesta en escena se completa con el movimiento, el vestuario, distintos aspectos artísticos que le permiten explorar una corriente estética muy atractiva. Durante la primera parte, se ve la explotación de lo performático, tal vez, únicamente como punto a mejorar, sería incorporar más dinamismo a esta parte. Aun así, visualmente es muy potente. La música es un acierto, aunque hay momentos en los que se escucha de una forma algo elevada.
Otro de los puntos a mencionar es el diseño de iluminación, llevando al espectador a entender los distintos pasajes por los que transita la obra. Gracias a ello, la ambientación termina por formarse, lo que indica un estupendo trabajo. La confluencia de lenguajes artísticos da dinamismo al montaje, lo que también hace que se valore muy positivamente su utilización y cómo todo forma un compendio orgánico. Por otra parte, el ritmo se dilata durante su primera parte, siendo algo complicado entrar en este universo en un primer momento. Según transcurre la pieza, se va quitando la losa de una performance menos accesible y termina por conquistar al espectador. Un experimento que merece la pena ver.
Conclusión
Lo que se rompe es una ensoñación artística que combina distintos lenguajes y estilos para escenificar una realidad abstracta difícil muchas veces de definir. Por tanto, su dramaturgia es perspicaz e inteligente, al saber juntar todas las piezas para traer un relato consolidado y cohesionado. Macarena Regueiro brilla en su liderazgo artístico, con personalidad y fuerza. Uno de los aspectos mejor valorados es el artístico y técnico, donde se formula una conjunción dinámica, de gran poder visual y con un cuidado exquisito y estético. Aquello que imposibilita el sueño tomar lugar en la escena de una forma certera e impactante, quedando en la retina del espectador.