Tras su estreno en la pasada edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, Rafael Álvarez, “El Brujo” regresa a al Teatro Bellas Artes de Madrid con Los dioses y Dios. Con la inconfundible impronta que tienen todos sus espectáculos, El Brujo nos ofrece una original reflexión, cargada de referencias al mundo actual, sobre el sentido profundo de los relatos míticos. Se sirve para ello del Anfitrión de Plauto, comedia latina del siglo I, que trata sobre el prodigioso nacimiento de Hércules.  Le acompaña, como siempre, en el escenario la música en directo de Javier Alejano.

El Brujo es siempre una cita indispensable de la cartelera teatral madrileña. La pasada temporada nos deleitó con El alma de Valle Inclán y, antes, se aproximó a la filosofía oriental con Autobiografía de un yogui. En la memoria de muchos aún resuena su ya mítico Lazarillo de Tormes.

Los dioses y Dios podrá disfrutarse en el Teatro Bellas Artes de Madrid de martes a domingo del 10 de enero al 4 de febrero de 2024.



Estreno Los dioses y Dios

Crítica de 'Los dioses y Dios'

Ficha Técnica

Título: Los dioses y Dios
Título original: Los dioses y Dios

Reparto:
Rafael Álvarez, "El Brujo"

Duración: 100 min. apróx.
Dirección: Rafael Álvarez, "El Brujo'"
Versión: Rafael Álvarez, "El Brujo"
Fotografía: Fernando Marcos
Diseño Gráfico:
H&R
Regidor:
Juan Bastida
Diseño de Vestuario:
Gergonia E. Moustellier
Realización de Vestuario:
Talleres Moustellier
Diseño de Escenografía:
Equipo Escenográfico PEB
Música en directo:
Javier Alejano
Director Musical:
Javier Alejano
Diseño de Iluminación:
Miguel Ángel Camacho
Realización de escenografía:
Tossal Producciones
Directora de Producción:
Herminia Pascual
Ayudante de Producción:
Ana Gardeta
Jefe Técnico:
Oscar Adiego
Distribución:
Gestión y Producción Bakty, S.L.
Coordinador de redes sociales:
Oscar Larriba Sala
Producción: Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y la Compañía de Rafael Álvarez "El Brujo", con la colaboración de la Junta de Andalucía

Tráiler de 'Los dioses y Dios' 

Sinopsis de 'Los dioses y Dios'

Los dioses y Dios es el verdadero interés de los mitos griegos es que la cultura del mediterráneo hizo a sus dioses a su imagen y semejanza, algo que no había ocurrido en otras culturas. Los griegos eran más realistas y existía una relación entre los seres humanos y los divinos. Los griegos nos transportan a una época en que la relación con la madre tierra y el hombre era evidente, abierta y sin precedentes.

La mitología nos deja apreciar la magia de los griegos, el brillo de ese mundo diferente, más vivo y animado. Un único mundo con una única búsqueda de lo esencial. Todas las búsquedas, una búsqueda. Todos los dioses, Dios.

Al fin y al cabo, nosotros, los hombres, llevamos toda la eternidad intentando averiguar y explorar una misma cosa: un sentido a nuestra existencia y un: ¿qué hay después?

Verdaderamente no podemos decir que les vayamos a facilitar la solución, pero si podemos asegurarles el disfrute de la búsqueda.

En este trabajo de lujo hay amor, humor y una esencia: el teatro es vida y es, además, divertido. En este juego que va de los dioses a lo divino es donde podremos disfrutar de la elegancia del maestro Rafael Álvarez El Brujo y su dominio de las tablas, de esa mitología que ya hemos presentado como un mundo animado y apasionado.

Que así sea. (TEATRO BELLAS ARTES). 



Los dioses y Dios
Foto de Jero Morales

La risa al servicio de la filosofía 

En El nombre de la Rosa de Umberto Eco la risa era perseguida por la ortodoxia radical. La risa era peligrosa para aquel puñado de monjes en cuya abadía se ocultaba la última copia del supuesto capítulo que Aristóteles le dedicó a la comedia en su Poética. En Los dioses y Dios la risa se convierte en un instrumento de liberación -de catarsis diría Aristóteles- y en una forma de aproximación al fenómeno de lo divino. En el monólogo de El Brujo nada ni nadie está libre de burla. Nada es sagrado. Es un sentido de lo carnavalesco que se emparenta con las formas más ancestrales y puras del teatro. Solo entonces hay espacio para lo verdaderamente sagrado, que es el rito que tiene lugar sobre el escenario y el proceso de transformación que el espectador experimenta.

Recordemos un poco el mito: Hércules es hijo de Zeus, el rey del Olimpo, y de la mortal Alcmena. El dios ha aprovechado la ausencia de Anfitrión, para tomar su apariencia y acostarse con su esposa durante una larguísima noche. El regreso de Anfitrión provoca una serie de malentendidos, que el autor resuelve con la intervención divina de Zeus. Este lanza un rayo y se produce un doble parto milagroso. De él nacen Hércules, hijo de Zeus, e Ificles, hijo de Anfitrión. ¿Tiene este nacimiento un significado más profundo?

Teatro Bellas Artes
Foto de Jero Morales

Sobre lo divino y lo humano

La particular cosmovisión de El Brujo nace de su interés por el fenómeno de la trascendencia en todas sus formas, desde las filosofías orientales hasta los poetas místicos, pasando por los mitos, que vienen también a dar respuesta a las preguntas que aparentemente no la tienen. En este caso el prodigioso nacimiento del héroe griego Hércules le sirve para reflexionar sobre la naturaleza divina del alma humana.

Una de las ideas fundamentales del taoísmo es la de la naturaleza del ser como permanente y objeto a la vez de constantes mutaciones. Esta aparente paradoja es la misma que subyace en la propuesta escénica de las obras de El Brujo. Siempre iguales y a la vez siempre diferentes. Un hombre solo sobre un escenario prácticamente desnudo donde la palabra cobra todo el protagonismo. Sin embargo, el espectador tiene la sensación de estar ante algo que no ha tenido lugar nunca antes, de que lo que se le presenta es en su mayor parte fruto de la improvisación. De que se van ensamblando las distintas partes del monólogo en función de alguna mágica energía escénica. Un aparente laberinto que nos conduce hasta su centro lleno de luz y de significado.

Los dioses y Dios
Foto de Jero Morales

Conclusión

Rafael Álvarez, “El Brujo” pone de nuevo en pie a todo el patio de butacas con una obra cargada de profundidad y a la vez de humor sobre el ser y la existencia. Se sirve en esta ocasión del mito clásico para exponer el fruto de su larga indagación sobre el sentido de la trascendencia. Resuenan ecos de la mística y de las filosofías orientales, que sirven para dar una nueva luz al relato plautino. Logra una conexión inmediata con el público. Este se rinde a su humor, por momentos absurdo, por momentos tabernario. Gracias a este recurso El Brujo consigue volver sencillo lo inaccesible. Los dioses y Dios es una obra divertidísima, pero a la vez, transformadora. Imprescindible.

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