El pasado 1 de diciembre se estrenó Los gestos, la nueva obra de Pablo Messiez. Se ha convertido en uno de los estrenos más esperados de la temporada 2023-2024, tras el gran éxito cosechado estos años con otras producciones como "La voluntad de creer". En esta ocasión, cuenta con Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé en el reparto. Estaré en cartel hasta el 14 de enero en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.



Estreno de Los gestos

Crítica de 'Los gestos'

Ficha Técnica

Título: Los gestos
Título original: Los gestos

Reparto:
Elena Córdoba
Manuel Egozkue
Fernanda Orazi
Nacho Sánchez
Emilio Tomé

Duración: 85 min. apróx.
Dirección: Pablo Messiez
Dramaturgia: Pablo Messiez
Escenografía: Mariana Tirantte
Iluminación:
Carlos Marquerie
Vestuario:
Cecilia Molano
Coreografía:
Elena Córdoba
Espacio sonoro:
Lorena Álvarez y Óscar G. Villegas
Vídeo:
David Benito
Ayudante de dirección:
Alicia Calôt y Laura Garmo
Ayudante de escenografía:
Paula Castellano
Ayte. de iluminación:
Irene Cantero
Ayudante de vestuario:
Carmen Flores
Estudiante en prácticas:
Vicente Villó
Fotografía:
Luz Soria
Tráiler:
Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel:
Equipo SOPA
Con la colaboración de:
Real Academia de España en Roma
Producción: Centro Dramático Nacional
y Teatro Kamikaze

Tráiler de 'Los gestos' 

Sinopsis de 'Los gestos'

Parece que Topazia ha heredado una sala circular en la que quiere abrir un bar. Bueno, en realidad quiere volver a actuar, pero es más fácil llevar gente a un bar que a un teatro, lo cual tiene sentido, ya que una caña no defrauda. Así que abrirá el bar y meterá un escenario dentro.

Parece que Sergio la ayuda a montar un homenaje a la cantante italiana Mina. Le dirige los gestos. Por lo que, parece que es su novio, pero no lo tienen claro. Parece que aparece de repente un hombre con ojos de un terror antiguo. Y, parece que esta llegada genera cierta inquietud en todos.

Parece también que hay un pianista joven. Y una bailarina vieja. Parece que vienen de otro tiempo y parece que este tiempo va a los saltos, parpadeando.

Parece que algo pasa con los gestos. Como si también fueran a los saltos. -¿Parpadean?- Se han movido de sitio, parece, como en un terremoto que hace ahora temblar el sentido. Ya nadie sabe si hace lo que hace porque quiere o solamente repite lo que alguien ya ha hecho antes.

Parece que esto del antes es relativo. Que no se puede determinar si lo que pasa precede o si sigue a lo que sigue. O qué cosas se perdieron en un cerrar de ojos.

Parece que alguien ha estado en Roma. Y que allí el tiempo se despliega replegándose. Y que después de Roma, todo es poco.

Parece que eso es todo lo que se puede decir, de momento, de Los gestos. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



Los gestos
Foto de Luz Soria

El fin del relato

Pablo Messiez trae una de sus obras más singulares en Los gestos, mediante una reflexión en torno a la palabra que da nombre la pieza. Sin embargo, se aleja de los estándares para ofrecer una historia que no busca tener una finalidad en sí o una coherencia intrínseca, sino que navega en lo extraño y ahí es donde emana su fuerza y su debilidad. Con lo cual, para aquellos que busquen una dramaturgia clara y concisa, puede que se topen con un gran impedimento que es el mostrar un proceso que rompe con los esquemas. No obstante, para los que aman dejarse fluir y simplemente vivenciar, se dejarán embaucar por lo que se ve sobre las tablas.

Por tanto, se puede decir que, por una parte, el autor ha tomado el riesgo de no querer ser comprendido por una gran parte del público, así como por la búsqueda de conectar mediante otro tipo de estímulos. El problema surge en que no se termina de comprender cuál es la investigación o la introspección en torno a la gestualidad, sino que se abre otras temáticas y preguntas que lo distancia de ésto. En consecuencia, se comprende el estilo que ha deseado buscar en la pieza, pero deja tantas incógnitas en su proceso, que la desconexión se facilita en varios tramos de la misma. Puede ser que esa fuera su intención, pero también se había generado una expectativas tras la maravillosa “La voluntad de creer”, que nada tiene que ver una con otra.

Centro Dramático Nacional
Foto de Luz Soria

Un reparto magnífico

Uno de los motivos por los que merece la pena deleitarse con Los gestos es la elección de un reparto inmenso, dado que la elección no podía ser mejor. En primer lugar, aplaudir la gran interpretación de Fernanda Orazi, está impresionante, entregada en absoluto a esta locura y llevándolo al extremo cuando hace falta y comedida cuando se le demanda. Un trabajo impoluto, que se lleva de calle varias de las escenas que componen la pieza. Después, Nacho Sánchez es un actor que arrampla allá por donde va, sin perder esa fragilidad, esa expresividad tan única, es una satisfacción verle en directo. Una actuación que se queda en la retina, extraordinario.

Elena Córdoba no se queda atrás, trae una labor sobre la escena llena de matices, de detalle, triunfa en esos arranques de comedia, y sabe dónde están sus puntos fuertes. Por ello, consigue cautivar a los espectadores, quiénes no solo disfrutan de su presencia escénica, sino que aplauden como ejecuta cada acción, cada momento. Asimismo, Emilio Tomé ofrece ese contrapunto más firme, desde la fuerza, que da contraste al trabajo en conjunto. Una función necesaria, que desempeña de una forma notable. Por último, Manuel Egozkue cumple con su labor sin problema, tiene una personalidad curiosa, en especial, en su manera de utilizar el cuerpo y su movimiento sobre las tablas.

Centro Dramático Nacional
Foto de Luz Soria

Revolver en lo extraño

La construcción escénica de Los gestos no desaprovecha y se formula sobre una escenografía en la que se ve una producción alta detrás. No obstante, no se han lanzado únicamente a poner fuegos artificiales, sino que sacan partido de los detalles más pequeños, unas sillas acumuladas, un piano, una plataforma... De esta forma, se justifican todos los elementos, teniendo un sentido dentro de la escena. A pesar de ello, hay momentos en los que puede verse que sin tanto ruido material, hubiera sido más efectivo. Aun así, se aplaude la forma en la que se equilibran los espacios, los movimientos, así como el uso de algunos elementos como la peluca.

El diseño de luces es una maravilla, sabiendo dar ese aspecto artístico en el que se entremezclan sombras y destellos, pasado, presente, junto con una paleta de colores que sienta bien a la escena. El diseño de vestuario sigue ese histrionismo que hay en sus personajes, terminando de acotar sus personalidades. La música elegida es una delicia, el espectador puede quedarse embelesado en ella, tiene una elegancia y un gusto, que deja ver el sello de identidad de una pieza de Messiez. No obstante, se echa en falta algo más de concreción estética, artística, algo más personal, que pudiera derivarnos a su creador. Aun así, el ritmo, en su conjunto, es dinámico, aunque tiene momentos en los que es inevitable la desconexión. Una pieza extraña en su ser y en su manera de recibirla.

Los gestos
Foto de Luz Soria

Conclusión

Los gestos es singular, no para todos los públicos y sin un fin claro, por lo que, su fuerza y su debilidad se halla en ello. Pablo Messiez abre el melón de diversos temas, tampoco concretizando, pero se echa en falta algo más en torno al título al que hace mención. Por otro lado, el reparto está magnífico, liderados por unos impolutos Fernanda Orazi y Nacho Sánchez. La propuesta escénica es visualmente atractiva, triunfando en aspectos como lo musical y el diseño de iluminación, algo más perdidos en la búsqueda de una identidad. Una rara avis que se recomienda ver para ser juzgada por cada uno, pero que no logra la fascinación de títulos previos de Messiez.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
los-gestos-critica-teatroSingular, no para todos los públicos y sin un fin claro, por lo que, su fuerza y su debilidad se halla en ello. Pablo Messiez abre el melón de diversos temas, tampoco concretizando, pero se echa en falta algo más en torno al título al que hace mención. Por otro lado, el reparto está magnífico, liderados por unos impolutos Fernanda Orazi y Nacho Sánchez. La propuesta escénica es visualmente atractiva, triunfando en aspectos como lo musical y el diseño de iluminación, algo más perdidos en la búsqueda de una identidad. Una rara avis que se recomienda ver para ser juzgada por cada uno, pero que no logra la fascinación de títulos previos de Messiez.

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