Co-producida por el Centro Dramático Nacional, Los guapos se representa desde el 24 de abril hasta el 9 de junio. Escrita y dirigida por David Trueba (director, guionista y dramaturgo) y que cuenta con un elenco compuesto únicamente por dos actores: Anna Alarcón y Vito Sanz. Podrás disfrutar de Los guapos de martes a domingo en la sala grande del Teatro María Guerrero.
Duración: 90 min. apróx. Dirección: David Trueba Dramaturgia: David Trueba Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan
Iluminación: Pedro Yagüe
Música y espacio sonoro: Iñaki Estrada
Asesoría de movimiento: Carla Tovias
Ayudante de dirección: Aina Tur
Ayudante de escenografía y vestuario: Arantxa Melero
Ayte. de iluminación: Paloma Cavilla
Realización de escenografía: Mambo Decorados y Sfumato Pintura Escénica
Máquina recreativa: Pinball Madrid
Fotos: Luz Soria
Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel: Equipo SOPA
Jefa de producción de Bitò: Beatrice Binotti
Director de producción de Bitò: Josep Domènech
Adjunta dirección de producción de Bitò: Blanca Arderiu
Gestión de producción de Bitò: Eduardo Garre
Coordinación técnica de Bitò: Pedro Pablo Pérez Producción: Centro Dramático Nacional y Bitò
Tráiler de 'Los guapos'
Sinopsis de 'Los guapos'
Los guapos es la historia de un reencuentro. Nuria y Pablo crecieron en el mismo barrio obrero y marginal. Sin embargo, sus vidas han ido por caminos diferentes. Pablo es un abogado especializado en causas solidarias y hace tiempo que no pisa las calles de la barriada donde se criaron. Nuria, en cambio, se ha quedado detenida en el tiempo, sin muchas opciones ni oportunidades. Tras años sin saber el uno del otro, Nuria contacta con su antiguo amigo para que le ayude en un asunto legal. Este acercamiento les obligará a enfrentarse con sus propias vidas y a revisar el pasado en común. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Reencuentro
Nuria y Pablo hace tiempo que no se ven. Nuria ha llamado a Pablo. Necesita un favor. Un favor que solo él puede hacerle. Él no tiene por qué hacerlo, Pablo salió de ese barrio obrero hace años y tiene una vida mejor. Hace años que Pablo no sabe nada de Nuria pero hay algo que los une: El pasado, el amor y la admiración. Ella era la guapa y él, bueno, él era el mejor.
Un apunte personal. El 5 de octubre tengo una cena de exalumnos de mi colegio. Este año, todos cumplimos 40 años. Desde que supe de esta cena, han pasado un montón de recuerdos por mi cabeza. Algunos buenos, pero la mayoría no tanto. No puedo dejar de pensar en volver, regresar a ese barrio, a ese pueblo y a ese colegio. Donde la mayoría parece haberse quedado atrapado en el tiempo, mientras que yo, como Pablo en la obra, llego como un extraterrestre que no encaja en ese mundo. Regresar a un lugar del que huiste no es fácil, a veces lo haces por curiosidad, otras por nostalgia, pero siempre necesitas una razón. La razón de Pablo era Nuria.
Volver con la frente marchita
Pablo creció como los demás chicos de ese barrio marginal. Rodeado de drogas, motos, tardes de cervezas y pipas en el parque de los Pinos. Pero Pablo, ya sea por suerte, esfuerzo o tal vez ambos, logró salir de allí. Ahora es un prestigioso abogado especializado en causas solidarias. Pero lo que está claro es que Pablo siempre fue listo e inteligente. Y eso fue suficiente para conquistar a la chica más guapa del barrio, Nuria.
De Nuria quedan los restos de lo que una vez fue. La chica popular del colegio, una Regina George del Vallecas de los años 80. Nuria sigue maquillándose los ojos con delineador negro para resaltar lo que en su adolescencia era su mayor atributo, sus ojos. Unos ojos claros y penetrantes que cautivan al espectador.
Con solo una mirada, expresan incertidumbre, nervios y pasión. Se viste como una adolescente, consciente de que ya no es la más guapa del barrio, que ya no goza de su pretty privilege que tanto le concedió en su juventud. Un privilegio que no compartía sola, sino también con su hermano. Según ella, él sí que era guapo. Conduciendo su moto sin casco, con esa mirada de delincuente bandido que incluso a mí, solo con la descripción, ya me tiene enamorado. Eran la familia de los guapos y todo el mundo hablaba de ellos. Pero la fama no es eterna, y la belleza tampoco.
Nuria y Pablo
Anna Alarcón (Nuria), es una actriz brillante que transmite verdad en cada palabra, incluso cuando está en silencio. Posee una magnífica postura corporal, representando una vida llena de altibajos (más bajos que altis) y una relación estrecha con las drogas. Fuma, se muestra nerviosa y experimenta cambios de humor. Pero, me reitero, lo que destaca son esos ojos claros que clavan la mirada en su compañero de escena. Una actriz que, más que simplemente cumplir con los básicos de interpretación de escucha y reacción, Anna Alarcón ha estudiado tanto a Nuria que, en escena, se ha convertido en ella.
Vito Sanz, en su papel de Pablo, nos ofrece una interpretación más directa y lineal, que también encaja con las necesidades de su personaje. Él retrata a un hombre introvertido, que siempre estuvo a la sombra de Nuria.
Hablando en términos técnicos, los actores vocalizan bien y se les entiende al hablar, lo cual todos sabemos que hoy en día puede ser difícil de encontrar.
Alarcón y Sanz tienen buena química y trabajan muy bien juntos. Ya los vimos juntos en la película A este lado del mundo, también de David Trueba. Donde ya demostraron que juntos son muy poderosos. Trueba repite con ellos en esta obra inquietante.
Taberna Vallecas
Son las 11 de la mañana y un rayo de luz cálida se cuela entre las cajas vacías de cerveza. Una taberna de barrio en Madrid abre sus puertas, después de lo que parecen ser varios meses cerrada, para que nuestros personajes puedan tener intimidad. Pero, ¿por qué no reunirse en una casa? ¿Por qué no el salón de la casa de Nuria? ¿Qué recuerdos guarda ese bar para que hayan decidido reunirse siempre en el mismo lugar? Es el típico bar de barrio donde los padres se toman sus tintos y torreznos en la barra mientras los niños juegan fuera y se acercan a sus padres para dos cosas, pedir un helado o decir que se aburren.
La escenografía está cuidada al detalle, es simple pero hermosa. Al igual que el diseño de iluminación que cambia según la hora del día. Nos ofrece una luz más directa al mediodía y unos tonos más fríos durante la noche. En el fondo hay un pequeño pinball, que ambos conocen a la perfección y un gran reloj nos da la hora, para que no nos perdamos en el espacio temporal.
El sonido, la escenografía y la iluminación juegan un papel importante en esta obra, y se convierte de alguna manera en una experiencia inmersiva. No eres un espectador sentado en la butaca, sino que estás con tus amigos tomando una caña en el bar con ellos y escuchando la conversación como si fuera un capítulo más de "gente maravillosa".
Conclusión
"Hace tiempo que no veo una obra buena", dice uno de los personajes en los primeros minutos de la obra, rompiendo la cuarta pared. Y con esas pocas palabras, ya nos desvela lo que estamos a punto de ver: una obra sencilla. Dos personajes y un solo espacio. Con una conversación lógica y una línea temporal clara. En esta obra se cumplen todos los requisitos de una obra de teatro. Hay un inicio, un nudo y un desenlace. Hay conflicto, no solo personal, sino un conflicto entre ellos. Para aquellos que están hartos de obras de teatro complicadas, surrealistas, sin conclusiones y que te dejan sin saber lo que está pasando... Esta es la obra perfecta.
Ahora bien, esta es una obra para quienes les gusta el teatro. Es una conversación larga entre dos personas, sin pausas y en la que debes estar atento. La tensión crece durante el recorrido, aunque en ocasiones hay fallos de ritmo y en algún momento a mitad de obra parece decaer de forma intermitente. Nada de lo que debamos preocuparnos, los actores son buenos y pronto retoman el hilo. Los guaposes una historia de reencuentro. Drama y thriller. Una obra con un subtexto interesante que cuenta mucho más de lo que los actores sueltan por su boca.