La_Compañía exlímite estrenó el pasado 19 de marzo de 2021Los Remedios, en la Sala Princesa del Teatro María Guerrero. Considerada una autoficción, se ha convertido en una de las obras más demandadas del Centro Dramático Nacional, agotando todas sus localizaciones a los pocos de días de su estreno. Por lo cual, se reafirma el éxito de esta pieza teatral, que ha obtenido tanto el favor del público como de la prensa especializada. Escrita por Fernando Delgado-Hierro, está protagonizada por él mismo y Pablo Chaves, rostro también conocido de la compañía. Además, en la dirección, se encuentra Juan Ceacero. Se mantiene en cartel hasta el 18 de abril de 2021.
Título: Los Remedios Título original: Los Remedios
Reparto: Fernando Delgado-Hierro Pablo Chaves
Duración: 110 min. apróx. Dirección: Juan Ceacero Dramaturgia: Fernando Delgado-Hierro Creación: Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro
Escenografía y vestuario: Paola de Diego (AAPEE)
Iluminación: Juan Ripoll
Ayudante de dirección y audiovisuales: Majo Moreno Fotografía: Luz Soria y La dalia negra Producción: La_Compañía exlímite
Tráiler de 'Los Remedios'
Sinopsis de 'Los Remedios'
Los Remedios es un barrio de Sevilla construido en los años 50. En Los Remedios, dos amigos de la infancia se juntan para tratar de entenderse a base de representarse: a ellos mismos, a las personas que marcaron su desarrollo, al contexto social que forjó su identidad. Los Remedios es un viaje a lo que queda en el propio cuerpo: los gestos, los tonos, las posturas. Es una autoficción autodestructiva hecha por dos personas desarraigadas que remueven la tierra buscando algo a lo que agarrarse. Una genealogía teatral, que indaga en la necesidad de la representación y en su capacidad transformadora. Es una pieza sobre la amistad como respuesta frente al desconcierto. (CDN).
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El tándem formado por Fernando Delgado-Hierro y Juan Ceacero vuelve en Los Remedios, una obra teatral que habla de los orígenes, de la vida y la existencia. Así, sigue el estilo propio de La Compañía exlímite donde la autoficción emerge en el libreto. Por lo cual, se exponen las vivencias de Fernando y Pablo, desde sus primeros recuerdos hasta la vorágine de pensamientos intimistas que regalan al espectador. De esta manera, logran que el público se enfrasque en este repaso autobiográfico, donde la fantasía también cobra fuerza. Gracias a ello, no se limita a ser un ejercicio de autoconciencia, sino que establecen puentes que tejen empatía. La conexión que se formula se debe a ese sabor a nostalgia que empieza a nacer en las mentes de los espectadores, según van pasando cada una de las escenas.
No se puede negar que el estilo personal del estilo de Delgado-Hierro culmina con una calidad poética de los distintos significados y ese puzzle emocional que supone descubrirse a uno mismo. Ese carácter tan introspectivo es lo que triunfa en la obra, pero, además, hay que apreciar que el texto se retuerza para no ser una historia costumbrista al uso. Por lo tanto, hay una mezcla de energías muy potente, que deja enganchado al espectador durante toda la duración de la obra. Únicamente, sí que hay algún momento puntual donde las anécdotas y la idiosincrasia cultural se excede en su ahínco universal, dado que dichos símbolos se aletargan en el tiempo. Aun así, se equilibra con la facultad de extrapolar dichos conceptos a un imaginario colectivo más certero y eficaz, que suple lo mencionado previamente.
La niñez
Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro son los idóneos para protagonizar Los Remedios, dado que la obra parte de sus propias ideas y vidas. En primer lugar, Chaves demuestra una vez más la calidad actoral que tiene sobre el escenario. Tiene ese punto cómico innato, que se mezcla con una actividad dinámica bien aprovechada. Por lo cual, ese torrente de energía hace que se coma el escenario sin ningún problema. Al mismo tiempo, también hay que recalcar la contención en aquellas escenas que reclaman un tono, o perfil, menos saturado. Con lo cual, Chaves expone su control frente a la multitud de facetas que van apareciendo a lo largo de la pieza teatral. Asimismo, hay que aplaudir la versatilidad que muestra al público, con un constante cambio de ambientes que cumple a la perfección y brilla con cada uno de ellos.
Después, Delgado-Hierro se convierte en el perfecto partenaire de Chaves. A diferencia de su compañero, el también dramaturgo explota una faceta más sensible, donde muestra su fragilidad. Mediante ese uso más sutil y sensitivo, el actor sabe proyectar todo ese sentir a través de su ejercicio de expresividad. También se puede apreciar en su forma de masticar las palabras, dado que el lenguaje, en su trabajo interpretativo, es fundamental, por lo que significa en la propia obra. No obstante, su mayor fuerte llega en las últimas escenas de la obra, ya que se desnuda dramáticamente y deja un poso reflexivo de gran calibre. Incluso, se podría decir, perfectamente, que es un trabajo actoral de dentro hacia fuera, con una madurez muy elegante que se aprecia como tal y no busca una respuesta a su compañero de reparto.
El recuerdo
La construcción del espacio en Los Remedios es un reflejo del buen gusto artístico de Paola de Diego, quién ha sabido escoger los elementos necesarios para ser lo suficientemente personal para hablar de esa autoficción y darle ese toque único para no caer en lo egocéntrico. Asimismo, el escenario se mantiene constantemente vivo, dando una sensación de transformación visual que casa con el carácter metamórfico del concepto de la pieza teatral. Lo mismo sucede con el vestuario y los detalles en la propuesta, que muestran esa familiaridad, pero también el excentrismo y la creatividad de convertir lo cotidiano en una experiencia. Además, aplaudir que no escatime en giros artísticos, que llamen la atención del público. Al mismo tiempo, ese homenaje a su Andalucía natal es una forma de mostrar las raíces, siendo el toque andaluz la antesala ante algo más colectivo.
La dirección, a manos de Juan Ceacero, vuelve a ser extraordinaria, al producirse de una manera totalmente orgánica y con una fluidez muy bien conseguida. Por consiguiente, el ritmo de la obra es muy disfrutable, lo que conlleva a una reafirmación de embaucar al espectador ante este remolino de nostalgia vital. Se puede ver el gran interés que hay en la expresión corporal, ya que es uno de los elementos que más se trabajan sobre la escena. Esa catarsis física impacta por la multitud de movimientos que se ejecutan, pero al mismo tiempo se mantiene en sintonía con la fragancia que se desprende por la proximidad con el espectador. Por último, el uso del audiovisual es exquisito, sobre todo cuando empasta con el atrezzo de la obra, pero hay partes en las que puede sentirse como una distracción, pudiéndose acotar más su presencia.
Conclusión
Los Remedios es una pieza teatral que reflexiona sobre la vida, los orígenes y la propia existencia, con una dramaturgia elegante, sutil y emocional. Gracias a ello, esa idiosincrasia propia de la vida de sus protagonistas llega a su prisma más universal. Así provoca la empatía de los espectadores. Luego, Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro están excelentes, contrastando entre ellos y con una sinergia muy orgánica. Además, Chaves destaca por su gran versatilidad interpretativa. Después, la propuesta escénica es transformadora, con una estética muy trabajada y un conglomerado artístico estupendo. Una vuelta a casa desde el pensamiento, que se posa en una reflexión introspectiva sensitiva.
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