Los traductores es un thriller francés que tiene como trasfondo ciertos aspectos del mundillo literario como la traducción o la confidencialidad previa a la publicación. El director es Réris Roinsard (Populaire). El reparto cuenta, entre otros, con Alex Lawther (The end of the fucking world, Historias de fantasmas), Lambert Wilson (Jacques, Las confesiones) y Olga Kurylenko (Quantum of solace, La bruma). Su estreno en España está previsto para el 19 de marzo de 2021, si bien la fecha está por concretarse.
Crítica de 'Los traductores'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Los traductores
Título original: Les traducteurs
Reparto:
Lambert Wilson (Eric Angstrom)
Olga Kurylenko (Katerina Anisinova)
Riccardo Scamarcio (Dario Farelli)
Sidse Babett Knudsen (Helene Tuxen)
Eduardo Noriega (Javier Casal)
Alex Lawther (Alex Goodman)
Anna Maria Sturm (Ingrid Korbel)
Frédéric Chau (Chen Yao)
Maria Leite (Telma Alves)
Manolis Mavromatakis (Konstantinos Kedrinos)
Año: 2019
Duración: 105 min.
País: Francia
Director: Régis Roinsard
Guion: Régis Roinsard, Daniel Presley, Romain Compingt
Fotografía: Guillaume Schiffman
Música: Jun Miyake
Género: Thriller. Intriga
Distribuidor: Flins y Pinículas
Tráiler de 'Los traductores'
Sinopsis
Nueve traductores de nueve nacionalidades diferentes son contratados para traducir el último libro de una trilogía. Para llevar a cabo su misión, deberán permanecer en un búnker de lujo sin contacto con el mundo exterior. Cuando las primeras diez páginas del manuscrito aparecen publicadas online, el trabajo soñado se convierte en una pesadilla; se desvela que el ladrón es uno de ellos y el editor hará lo que sea necesario para desenmascararle. (Flins y Pinículas)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un trabajo subterráneo
Los traductores parte de un género tan añejo como el whodunit, pero trata de añadir en su planteamiento un elemento distintivo. El objeto de las pesquisas y los afanes en descubrir al culpable se centran en quién está filtrando un libro que promete ser un best seller, ocasionando así grandes pérdidas a la atribulada editorial. No es quién es el asesino. Se agradece que un libro sea objeto de tantos desvelos, pero quizá el planteamiento es algo exagerado.
Un editor, Eric Angstrom (Lambert Wilson), reúne a varios traductores en un búnker para que realicen la traducción a diversos idiomas de un incipiente best seller. El libro en cuestión es el volumen final de la trilogía Dedalus, un conjunto de thrillers cuyo autor es el ignoto Oscar Brach, de quien ni siquiera se sabe mucho. Lo que no sospechan los traductores es que el búnker tiene más aspecto de una prisión de lujo que de un lugar de trabajo.
Cada traductor se ocupa de un idioma. Alex Goodman (Alex Lawther) se ocupa de la traducción al inglés, Katerina Anisinova (Olga Kurylenko) del ruso, María Leite (Telma Alves) al portugués, Javier Casal (Eduardo Noriega) al español, etc. Todos ellos se disponen a trabajar de forma espartana, totalmente desconectados del exterior. No obstante, pronto empiezan los problemas. Eric se muestra como un tirano paranoico, cosa que empeora cuando le llega un mensaje advirtiendo que las primeras páginas del libro han sido filtradas. Si no paga un cuantioso rescate, las filtraciones continuarán. Los mensajes contienen información que solo pueden conocer los traductores, de modo que tiene que haber sido uno de ellos. ¿Pero quién?
Comienza la intriga
Los traductores tiene un inicio parsimonioso, donde se produce la presentación de los personajes y su amoldamiento a la insólita tarea de traducir un libro en un búnker bajo altísimo secreto. Una vez se conoce la filtración, la intriga sí genera, y se gestiona de diversas maneras. Como en muchas de las novelas de Agatha Christie, sin duda una de las más notables influencia de Los traductores , un grupo de variopintos personajes se encuentran encerrados en un espacio cerrado mientras se resuelve el crimen. Lo peculiar es que en está película el espacio consiste en un búnker, de modo que la sensación de claustrofobia aumenta.
Otro factor importante es el comportamiento obsesivo de Eric Angstrom, un personaje paranoico que pierde los estribos con facilidad. Como importante editor no está dispuesto a permitir que las ganancias previstas se vayan al traste por una filtración. De este modo, se genera una sensación de amenaza continua sobre los traductores. Ellos mismos son otro elemento clave.
Cada personaje, como bien puede preverse, tiene unas características propias. Apenas son cuatro pinceladas, pero lo suficiente como para crear conexiones o antagonismos entre ellos. Katerina está obsesionada con los libros de la saga Dedalus, hasta el punto de emular en todo lo posible a la protagonista femenina, Rebecca. Alex, es un joven algo pasota y desafiante, Javier es el más retraído y apocado... Todos los datos, comportamientos y observaciones sobre ellos deben conducir a descubrir quién ha sido el filtrador.
Vueltas y vueltas
A partir de cierto punto, el guion de Los traductores comienza a esquivar la continuidad que había mantenido y muestra una serie de variantes y cambios de tercio que enmarañan la narración. Tendremos giros sorprendentes, flashbacks sobre los encerrados en el búnker, y una culpabilidad volátil que irá saltando de un personaje a otro. Hay que reconocer que la información no se nos ofrece de forma particularmente sutil, y hay momento en que al espectador no se le deja hacer pie con facilidad. Pero parte de estas características son inseparables de la naturaleza del whodunit, de modo que no debería ser una transgresión grave. Para el planteamiento de esta historia la suspensión de incredulidad casi se presupone.
Aparte del tema del robo, tangencialmente se diserta sobre otras cosas. Sobre los best sellers y su calidad literaria, sobre los manejos editoriales, sobre la naturaleza del trabajo de traductor (algunos son pintados como autores frustrados). También sobre cómo un texto puede tener varias significaciones distintas en función de quien lo lea. Tampoco es una divagación erudita, es un complemento a la trama de la filtración, que sigue siendo la principal. Sin embargo, son unas reflexiones que no sobran, ni parecen artificiales.
La propia convivencia en el búnker da bastante juego, pero pronto la historia se ramifica en otras vertientes. Cada vez va cobrando más fuerza lo sucedido en el exterior. Y, sobre todo, llega un punto en que la filtración del libro no será el único delito a investigar. Estos dimes y diretes son propios del género, pero el guion de Los traductores hace juegos de malabares para tratar de no traspasar la línea de la confusión o del embrollo. A veces con más suerte que otras.
Los traductores y todo lo demás
Los traductores se basa mucho en sus personajes. Aunque sea para inmiscuirnos en un tipo de juego estilo Cluedo. De ahí que las actuaciones cobren importancia. El reparto es demasiado coral como para focalizarse en alguien. Los más destacados son Alex Lawther en el papel del irreverente traductor británico, unos de los personajes más complejos. El actor defiende su actuación con cierta destreza, y es uno de los puntos de interés de la película. Junto con Olga Kurylenko probablemente sea la actuación más destacada. La actriz ucraniana consigue el aire enigmático y algo letraherido que se pretende.
La actuación más pasada de vueltas, por decirlo de algún modo, es la de Lambert Wilson. Es la vertiente crematística de la literatura, el empresario que hace cualquier cosa para ganar dinero a toda costa. Un personaje algo exagerado, pero que pone un poco de carne en el asador. Nuestro Eduardo Noriega se ocupa de un papel un tanto secundario, taciturno y tímido. Ni destaca, ni decepciona. En realidad no hay ninguna actuación destacable, solo algunas que se adecúan a lo que la película exige. Es curioso, por otro lado, que parte de la trama gire alrededor del misterioso escritor Oscar Brach, cuya difusa identidad dará bastante juego.
La factura de la película tiene como mejor virtud que es elegante en sus formas. Los traductores transcurre en su mayor parte en lugares cerrados, y no hay gran inventiva en la manera de filmar. Los traductores fía sus bazas al guion, de tal modo que la mayor tarea de Réris Roinsard es mantener el ritmo y no descuidar un montaje que a veces es algo confuso.
Conclusiones de 'Los traductores'
Los traductores, es un clásico whodunit de raigambre cercana a Agatha Christie que aporta como novedad que el misterio principal gire alrededor de un libro. La factura es sencilla, pero poco a poco el guion va ganando al espectador hasta ser digno merecedor de su atención. La película nos invita a un juego de inteligencia que nos hace pasar una agradable velada. Como demérito se podría apuntar la excesiva concatenación de giros, y cabriolas argumentales. De todos modos, en este género siempre conviene tener a mano un poco de suspensión de incredulidad.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM