Luces de bohemia escrita por la mano de Ramón Mª del Valle-Inclán y considerada una de las mejores obras del siglo XX. Ahora vuelve a la cartelera madrileña traída por el dramaturgo y director Alfredo Sanzol. Un elenco en el que los actores interpretan a varios personajes dan vida a esta historia llena de tragedia, sátira y un humor muy pícaro. Puro reflejo de la sociedad de entonces. Y... tal vez no tan alejada de la actual.
Disponible en Madrid -> Teatro María Guerrero (CDM) Todos los días de martes a domingo a las 20:00 hasta el último domingo de Noviembre.
Crítica de Luces de Bohemia
Sinopsis
"La belleza de Luces de bohemia es la lucha por la dignidad, por edificar una obra a partir del desastre, de la descomposición, de la hipocresía, de la miseria, de lo precario. Luces es una creación que se levanta digna y entera, que no se rinde ni se resigna, que no se duerme. Es una obra que da testimonio, que acepta los límites y los usa para transcenderlos. No adula. Ni castiga. Es empática y es sarcástica. Es humor violento y tierno.
La acción de Luces es el intento agónico de salvar la dignidad de sus personajes. De dar forma a un desastre informe, de ordenar con la risa un caos pedante y autoritario, miserable de dineros, de valores y de visiones. Luces nos ayuda a ver la forma que tienen los pesos que nos siguen hundiendo. Apunta hacia la vergüenza y la transforma en un logro literario, artístico, teatral. A la realidad de Luces nos gustaría ponerle encima la tela del olvido, pero Valle la levanta para convertirla en telón: Que comience el espectáculo".
Alfredo Sanzol Director
Sobre la obra original
La historia escrita por Valle-Inclán cuenta las últimas horas de la vida de Max Estrella. Un «hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales» con la vida ya recorrida. Algo miserable, ciego desde no hace mucho y con el sentimiento de haberse quedado en promesa. En su "aventura" por un Madrid de época y oscuridad siempre le sigue su fiel Don Latino de Hispalis. A veces facilitándole la vida, a veces entorpeciéndosela. A Max le sigue incondicionalmente un grupo de jóvenes revolucionarios, casi apostólicos para él. Que a parte de absorber su aprendizaje y su ingenio, le meterán en algún lío o... ¿es su orgullo quién le mete en problemas?
En sus diálogos se vierten de forma magistral críticas a la cultura oficialista y a la situación social y política de una España del s. XX condenada a no reconocer los pinchazos en su barca. Tras múltiples vicisitudes en la que empatizaremos claramente con el protagonista, la obra acaba con la muerte de Max Estrella y se prolonga con su velatorio. El drama se cierra con un borracho que grita: "¡Cráneo previlegiado!", expresión que se repite a lo largo de la historia y que resume el enfoque esperpéntico de la misma.
A partir de la figura de Max Estrella trasciende la anécdota del fracaso y la muerte de un escritor. Venido a menos y estancado por su falta de voluntad. La obra adquiere un tono trágico y grotesca de la imposibilidad de vivir en un país deforme, injusto y opresivo. Como es la España del 1920 degradada y desconsiderada por el pueblo llano y llena de corrupción.
Backstage
La puesta en escena nos ha dejado sin palabras. Nada más se atenúan las luces del teatro, el escenario se va iluminado con una luz blanca que aumenta al ritmo de un piano que suena en directo. Al mismo tiempo vemos como va irrumpiendo en escena una gran sombra. Esta sombra es arrojada por un gran espejo cuadrado que baja del techo y se pone de cara al público. Dejándonos claro que lo que veremos será un reflejo de lo que fuimos nosotros mismo. Lo que fue España en el s. XX.
La puesta y las transiciones entre escena y escena las recordaremos por el increíble juego de reflejos y movimiento que forman 3 impresionantes espejos situados en todo momento en el escenario. Estas transiciones son acompañadas por momentos musicales de algunos de los personajes, rellenando de vida estos "descansos". La organización de los espacios y elementos se encarga Alejandro Andújar y la puesta de luces, por parte de Pedro Yagüe.
El trabajo tanto de voz como de cuerpo de los actores es notorio. Tanto por la parte jóven como por la parte con más experiencia del elenco. Destacando la actuación de actores con mucha tabla como Juan Codina (como Max Estrella), Chema Adeva (como Don Latino), Ángel Ruiz (interpretando hasta 3 personajes) y Natalie Pinot (la parte emocional de todo este asunto).
La premisa de Valle-Inclán de enseñar una idea global de la sociedad del momento en continua decadencia, está más que conseguida en este montaje de Alfredo Sanzol.
¿Entonces?. Luces de bohemia
Tenemos por un lado el montaje innovador pero respetando la espina dorsal de la obra. Los juegos de luces que parten de los reflejos. Los cambios de voz que hacen algunos de los actores respecto a su voz original y la habilidad camaleónica que tienen otros tantos para adaptar su cuerpo al del personaje hacen, que en su conjunto, sea un obligado a ver esta temporada.
Un clásico español fidedigno, que no os recomiendo que os perdáis.