Luxor es un sobrio drama romántico coproducido por Egipto, Reino Unido y los Emiratos Árabes, que se sitúa en la ciudad egipcia del mismo nombre y narra el reencuentro entre dos antiguos amantes. La película está dirigida por Zeina Durra (The imperialist are still alive!), y protagonizada por Andrea Riseborough (Mandy, Oblivion), Karim Saleh (Iron man 2, Célula de crisis) y Michael Landes (Cruel summer, Maestro del crimen). La película ha pasado por el Festival de Sundance ,y obtuvo una nominación a Mejor Actriz en los British Independent Film Awards (BIFA). Filmin estrena Luxor el próximo viernes 13 de agosto, en exclusiva en España y en el marco del Atlàntida Mallorca Film Fest.
Crítica de 'Luxor'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Luxor
Título original: Luxor
Reparto:
Andrea Riseborough (Hana)
Karim Saleh (Sultan)
Michael Landes (Carl)
Sherin Reda (Dunia)
Shahira Fahmy (Leila)
Salima Ikram (Salima)
Ahmed Talaat (conserje)
Trude Reed (Sarah)
Indigo Rønlov (Indigo)
Janie Aziz (Angie)
Año: 2019
Duración: 85 min.
País: Egipto
Director: Zeina Durra
Guion: Zeina Durra
Fotografía: Zelmira Gainza
Música: Nascuy Linares
Género: Drama romántico
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'Luxor'
Sinopsis
Protagonizada por Andrea Riseborough, relata la historia de Hana una médica en misión humanitaria que, tras una época de mucha intensidad en Siria, se toma un descanso en la ciudad de Luxor, en Egipto. Allí se reencuentra con un viejo amor, Sultán (Karim Saleh), un arqueólogo con el que vivió un intenso romance muchos años atrás. El destino les ha vuelto a unir, ambos están solteros y sin hijos y Luxor parece un lugar idílico para su reencuentro, pero las reticencias, especialmente de Hana, parecen sofocar una y otra vez la llama del amor. (Filmin)
Dónde se puede ver la película
Dejando una guerra atrás
Luxor, aunque puede ser catalogado sin muchos problemas como un drama romántico, en realidad tiene un alcance mayor. Entre otras cosas es una odisea personal y un examen vital de cómo hemos conducido nuestra existencia. Es la historia de Hana (Andrea Riseborough), una médico que ha estado trabajando en la frontera sirio-jordana, atendiendo a los heridos en la zona de conflicto. Hana ha decidido poner pausa a esta fase tan dolorosa viajando a la ciudad egipcia de Luxor, en la que ya estuvo veinte años atrás.
En plena fase de desconexión, al parecer no del todo eficaz, se encuentra con Sultan (Karim Saleh) un antiguo amor de su anterior estancia en Luxor que trabaja allí mismo de arqueólogo. El encuentro que bien podría haber sido una agradable sorpresa, es el detonante de varios acontecimientos vitales para Hana. Por ejemplo, el renacer de su amor por Sultan o, en un sentido más amplio, un cuestionamiento de su actual modo de vida.
El reencuentro transcurre entre estéticos paseos engalanados con ruinas y antiguos templos egipcios, de manera cadenciosa, tranquila, casi contemplativa. Y es que Luxor no es un drama romántico al uso. Está visto a través del prisma autoral de la directora Zeina Durra, en el que es su segundo, e interesante, largometraje. De modo que no esperemos una especie de remedo de El paciente inglés, ni una sentimentalidad llena de alharacas y melodramatismo.
Tal como éramos
Es importante retomar la idea de que Luxor no es exclusivamente un drama romántico, porque de hecho no es una película romántica en el sentido canónico, o al menos habitual, del término. De un lado tenemos una ejecución basada en la mirada del cine de autor más reflexivo. Luxor no se basa en grandes gestos o situaciones afectadas y efectistas. Hemos de estar atentos a las sutilezas, a la expresión de los personajes, a sus ademanes. De hecho, los diálogos son más bien parcos y la propia composición de la imagen, dentro de su sencillez, acaba siendo más elocuente. Luxor rehúye con acierto cualquier estilismo trágico y se adentro en un terreno de meditación adusta.
La elección de Luxor como entorno para situar la película es acertado, y probablemente nada casual. Hana mira los restos arqueológicos de los templos y los vestigios del antiguo Egipto sintiendo algo de identificación con ellos. Como recuerdos del pasado que aún permanecen, o acaso como testigos del transcurrir del tiempo. Y es que Hana, a raíz del reencuentro con Sultán, evoca los sueños y aspiraciones de la juventud y no se siente satisfecha con el presente. He ahí porqué más que una película romántica, en realidad Luxor es una reflexión sobre la insatisfacción de la mediana edad, donde el amor es solo la punta del iceberg.
Hay algo distintivo en Luxor que la diferencia de otras propuesta de índole parecida. El entorno arqueológico y monumental confiere a la película un peculiar aire místico, casi misterioso, más intuitivo que racional. En este aspecto, en la conjugación de una relación amorosa y los vestigios físicos del pasado puede que evoque a Te querré siempre (1954), De Roberto Rossellini. Salvo que en aquélla, en lugar del antiguo Egipto, el pasado venía representando por los restos de Pompeya.
La ejecución de Luxor
A Luxor hay que acudir con predisposición. Se trata de una película de ritmo lento, bastante pausado, donde el espectador tiene que extraer sus propias conclusiones en base a pequeños simbolismo y a leves indicios y peripecias. En la mayor parte del metraje esta apuesta es exitosa, aunque a ratos camina en el filo del tedio, en el que afortunadamente no llegar a caer del todo. A veces esperamos una reacción más vehemente, como pidiendo que la dirección de Zeina Durra pise algo el acelerador. Sin embargo, a cambio de acomodarse al peculiar ritmo de Luxor, encontraremos la recompensa de una sólida historia.
Destaca con prominencia la actuación de Andrea Riseborough. Plasma a la perfección el talante confuso y perdido de Hana. Su actuación es tan sobria como la película, que encuentra una cómplice perfecta en la actriz británica para el cometido de mostrar emociones sin subrayados ni afectaciones. También es meritorio el trabajo de Karim Saleh como antiguo amor de Hana. Comparte algunas de sus defraudadas visiones del mundo, y la sensación de estar cada vez más lejos de los sueños de juventud. Hay una química entre los intérpretes leve pero coherente.
Zeina Durra lleva a cabo una labor de dirección sencilla, sobria y cuidada. No necesita de ningún virtuosismo para reflejar la psique de sus personajes, y además conseguir una película bella y plástica que aprovecha la belleza del entorno de Luxor. No es baladí que la belleza arquitectónica ande tan en consonancia con las sensaciones de los protagonistas. Acaso podemos achacar un ritmo demasiado lineal y que la falta de costumbre a este tratamiento de las relaciones, y otros temas, sean tan calmado. No obstante, no se puede negar su particular idiosincrasia.
Conclusión de 'Luxor'
Luxor va mucho más allá del romanticismo, es una aproximación inteligente y sobria a los sinsabores de la mediana edad que horadan nuestra capacidad para vivir el presente. Zeina Durra consigue conjugar los laberintos personales de sus protagonistas con la belleza arqueológica del entorno, encontrando un interesante matiz personal. A veces la película acusa un ritmo algo ralentizado que pueda hacerla relativamente hermética, pero imbuyéndonos de la premisa no lo notaremos en exceso. La magnífica actuación de Andrea Riseborough y el exquisito tratamiento de la historia, sin afectación, melosidad, o cursilería, dan lugar a una película francamente interesante.
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