Preestrenada en los festivales de Toronto y Sitges, Mantícora por fin verá la luz de todos los cines del país el viernes 9 de diciembre de 2022. Un brillante Carlos Vermut lleva adelante una joya cinematográfica haciendo de nuevo gala de su inteligencia, creatividad y sobre todo afilada sensibilidad para el séptimo arte más puro y clásico en lo que a sentido vocacional se refiere. ¿La mejor cinta española del año? No es descabellado pensarlo.



Mantícora película

Crítica de 'Mantícora' 

Ficha Técnica

Título: Mantícora
Título original: Mantícora

Reparto:
Nacho Sánchez (Julián)
Zoe Stein (Diana)
Catalina Sopelana
Javier Lago
Patrick Martino
Ángela Boix
Álvaro Sanz Rodríguez (Cristian)
Vicenta N'Dongo
Joan Amargós
Albert Ausellé (Raúl)
Miquel Insúa
Ignacio Ysasi (Médico Summa)
Chema Moro (Policía 2)
Aitziber Garmendia (Sandra)

Año: 2022
Duración: 115 min.
País: España
Director: Carlos Vermut
Guion: Carlos Vermut
Fotografía: Alana Mejía González
Música:
Género: Thriller psicológico
Distribuidor: BTeam Pictures

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Mantícora'

Sinopsis

Julián (Nacho Sánchez) es un exitoso diseñador de videojuegos que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana (Zoe Stein) aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz. (BTeam Pictures)

Videocrítica

Dónde se puede ver la película en streaming



De la visión profunda del director

No voy ahora a descubrir a Carlos Vermut, pero con Mantícora él sí nos desvela algo más de sí mismo y de su ya innegable talento. Con solo 42 años, el cineasta madrileño vuelve a demostrar su destreza como director en los dos puntos más importantes a la hora de valorar su trabajo: la potencia y creatividad de la visión que quiere trasladar al público y la habilidad según los recursos disponibles para llevar a cabo esta misión. Y vaya si lo hace, con una película al nivel de su aterradora y exquisita obra maestra Magical Girl con la que nos maravilló a todos en 2014. Yo he vuelto a quedarme boquiabierto, no por sus similitudes con esta, sino porque repite mucha personalidad e inteligencia.

Creo que es de justicia aplaudirle por conseguir hacer cine nuevamente, con las letras grandes. De vez en cuando se agradece que directores como él te sorprendan con propuestas diferentes, te cuenten una historia para la reflexión y te marquen hondamente. Como era al principio, sin tanto peso de la tecnología y dando mayor importancia narrativa a lo que hay detrás, esa profundidad planteada por el creador y transmitida poderosamente a través de los personajes principales, que en este caso solo son dos.

Por eso Carlos Vermut es genial, porque siempre ofrece al espectador ese plus. Y por esto mismo Mantícora es tan buena, una pieza sobresaliente que cumple su cometido. El madrileño quiere que miremos directamente a los ojos de Julián y entendamos sin azucarillos la metáfora de la mantícora que se encarna en él, porque en esta película nos habla del monstruo que habita en su interior. Con respecto a sus obras anteriores, es evidente que reduce mucho la complejidad estructural, sin tantos personajes, historias o ideas pululando. Se centra en dos o tres temas, eso sí, muy potentes.

En este sentido se nota que la nueva obra de Carlos Vermut es un producto bien elaborado, que ha contado con el tiempo adecuado de cocción, como ese cocido de la abuela, el de toda la vida, que debe estar horas a fuego lento, con los ingredientes más sabrosos, no demasiados, para que finalmente el resultado sea eso, un plato poco llamativo a simple vista pero de un contenido excepcional.

Zoe Stein

De su destreza en la dirección

Qué bueno es también Vermut como filmador, algo que ya sabíamos, a la hora de rodar con precisión lo que quiere transmitir, y con un estilo tan suyo, tan bello. Qué combinación de planos, qué pausas y silencios que dicen tanto de forma implícita y del todo sutil. Cómo es capaz de tener fija la cámara encuadrando una expresión facial durante largo tiempo y no hacerlo pesado, porque cobra su sentido específico por lo que has visto anteriormente y tiene el peso concreto para lo que verás después. Además, goza de una duración para la calmada presentación, el exquisito desarrollo del problema y un desenlace apoteósico.

Y como he dicho, este trabajo escondido del director, que en el resultado final puede no destacar demasiado, tiene mucho nivel y es fundamental para que todo encaje, cada elemento esté en su lugar, pensado al milímetro, para que colabore con el discurso de fondo. No hay cosas al azar ni de relleno, algo muy del madrileño y tan presente en Mantícora. Y esta labor fascinante deja en bandeja de plata el poder más vistoso a los intérpretes, en este caso un espléndido Nacho Sánchez y una notable Zoe Stein, que juntos hacen una combinación potente, pero incluso el primero, como gran protagonista, goza de todo el foco por separado. Él está nominado al Goya por mejor actor y ella como actriz revelación. Y no está de más decir que Carlos Vermut es candidato a los premios de director y guion original, que es suyo.

Nacho Sánchez, Zoe Stein

De su delicado tratamiento

Mantícora también funciona porque el director transporta a la pantalla su visión sobre cosas que suceden y que le aterran como ser humano. Traslada esos miedos auténticos, de la propia realidad, a una obra eminentemente realista. Si tiene que hablar del deseo sexual reprimido de un joven, su oscuridad interior que se encarna en una pedofilia y demás temas delicados, lo hace, de forma explícita aunque respetuosa. Pero de manera limpia y transparente, sin coquetear con el hiperrealismo, el ficcionado ni haciendo malabares para distraer la atención. Habla de algo que es verdad y te lo narra con mimo, sin prisas ni atajos, con la pausa necesaria para que te atrevas a escarbar en los muchos detalles sobre la personalidad de Julián, su contexto y sus relaciones, incluida Diana.

Vermut desea que captes, a través del primer acto, la solitaria vida del joven actual, formado y con trabajo estable, en una rutina supuestamente saludable y para la sociedad aparentemente respetable. Que en el segundo acto de Mantícora comprendas lo que tantas veces hay detrás de esa presunta normalidad, hasta los pecados más graves e impulsos sexuales más terroríficos, y también el papel potenciador que toma la realidad virtual en la actualidad. Y en el tercer acto debes aceptar las consecuencias de una evolución natural de las decisiones erróneas, que el protagonista ha tomado, incluso las que aparentemente no hacen daño a nadie como son las de la realidad virtual, pero que evidentemente tienen unas consecuencias gravísimas. Es magnífico porque deja claro que no hay dos vidas, la material y la virtual, sino una sola, la de la persona integral, y que cada paso dado debe ser consciente y maduro.

Y voy más allá, dentro del tono tan duro, realista y perturbador que presenta, el cineasta nos cuenta algo más que una simple historia sobre una inclinación condenable como la pedofilia. Quiere que miremos hacia ahí porque como sociedad nos hace falta, porque esto sucede, y porque el tratamiento que se hace tantas veces es reduccionista. Es necesario reflexionar sobre esta realidad, que los jóvenes pueden estar desprovistos de una educación sexual adecuada y de unos medios pertinentes para afrontar ciertas situaciones extremas. Personas que, llegadas a estos límites, no tienen cabida en este sistema frío e inhumano. Y Julián concretamente se refugia en la realidad virtual.

Mantícora película

De su justificación de la persona

¿Julián es un monstruo? Detrás hay mucho más, una persona que ha llegado ahí por muchos motivos, entre ellos decisiones, propias e impuestas seguramente. Carlos Vermut no quiere que empatices con el terrible hecho de la pedofilia, sino que comprendas lo que ha podido suceder y no etiquetes tan fácilmente. Nos muestra a un chico real, con traumas heredados y rutinas algo viciadas, pero que intenta hacer bien las cosas. Un monstruo que se sabe tal e intenta controlarse. Por eso no se recrea en el morbo ni quiere ruido, sino que en todo momento veas al individuo detrás de esa inclinación, la persona completa. No humaniza la pedofilia, sino a Julián que la está sufriendo. ¿Os suena? Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Y también podríamos hacer una última lectura de Mantícora, casi en la línea del continente mitológico, donde la carga dramática también descansa en la relación entre Julián y Diana. ¡Estamos ante la bella y la bestia! Pero en una versión algo torcida donde ella no es la clásica figura atractiva y de modelaje, sino que su alegórica figura se amolda a los gustos del monstruo en cuestión. Vemos más bien una chica de aspecto clásico masculino, aniñado incluso, con una línea de atractivo que entona con el pecado del protagonista. De ahí que el final sea tan poético como irónico.

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Conclusión de 'Mantícora'

Mantícora es fácilmente TOP películas españolas de 2022, y de lo mejor a nivel internacional. Otro sobresaliente para Carlos Vermut, que vuelve a deleitarnos con su talento para tratar excepcionalmente realidades humanas tan complicadas de llevar al cine, sobre todo con esa delicadeza. Bravo por su visión, su capacidad y sus películas. Ojalá más así en el futuro.

Reportaje de Mantícora en Días de Cine TVE

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