El pasado 2 de octubre fue el estreno de Matar al otro, una comedia y thriller escrita por Rodrigo Cuesta. Samuel Silva es el director de este proyecto, acompañado de Valentina Braceras, Agustín Balbi, Sol Zavala y Jorge Domingo, en el reparto. Este título es parte de la trilogía de "La desconfianza". Comedia negra y misterio en una misma función, todos los domingos de octubre a las 18 horas en La Sala de Madrid.



Estreno de Matar al otro

Crítica de 'Matar al otro'

Ficha Técnica

Título: Matar al otro
Título original: Matar al otro

Reparto:
Valentina Braceras
Agustín Balbi
Sol Zavala
Jorge Domingo

Duración: 70 min. apróx.
Dirección: Samuel Silva
Dramaturgia: Rodrigo Cuesta
Diseño de vestuario: Matías Zanotti
Diseño de sonido: Ignasi Canals
Iluminación: Jose Manuel Martín López y Samuel Silva
Diseño escenográfico: Sofía José, Lucía Figueroa
Colaboradores escenográficos: Groundwire Studio, Facundo Montiel
Gráfica: Amandina Catrala
Asistencia de producción: Bárbara Brailovsky
Redes sociales y contenidos: Juanma Maslany y Jorge Domingo
Asistencia de dirección: Melissa Romero
Puesta en escena: Samuel Silva
Producción: Hipótesis Ficción

Tráiler de 'Matar al otro'

Sinopsis de 'Matar al otro'

Matar al otro nos muestra que durante una semana, en los apartamentos A de un edificio de siete pisos, se suceden asesinatos en serie. Seis chicas, una por piso y una por día, aparecen muertas en la bañera.

Hoy, el séptimo día, la puerta del 7A ha quedado abierta... (LA SALA). 



Matar al otro
Foto de Hipótesis Ficción

Descubre quién es el asesino

Rodrigo Cuesta se lanza al famoso género whodunit, donde el espectador debe descubrir quién es el asesino. Por ello, la trama deMatar al otro se basa en una rocambolesca recreación de los hechos, donde se exponen las motivaciones que podrían haber llevado a los personajes a realizar dichas acciones. Sin embargo, este libreto no cuenta únicamente con el misterio, sino que lo combina con una comedia esperpéntica, llena de extravagancia, que le da a la pieza un sabor especial. Gracias a ello, no se enroca en un sistema ya visto, sino que permite otorgarle una frescura que los asistentes agradecen. Una vez se está dentro, se disfruta de las rarezas y del dibujo estrafalario que se hace de cada uno de los personajes. Una casa de locos que ata todos los cabos al final de la función.

Únicamente, se halla una dificultad en arrancar con el relato, dado que tarda en lograr que el espectador se sumerja en la trama a contar. Por ello, aunque se entienda a largo plazo, sería interesante que se pudiera aligerar esa introducción para hacerla más atractiva. En consecuencia, todos los ingredientes que hacen especial a esta pieza no salen inmediatamente y puede pasarle factura para aquellos espectadores más impacientes. A pesar de ello, remontan una vez pasado ese primer tramo, siendo una experiencia donde hay sorpresa. Ha sabido marcar el camino hacia el que quiere ir, no complicando en demasía la trama, lo que le permite llegar a su culmen sin marañas que resolver. Por lo cual, la sensación es gratificante y una vez pasados unos días, se puede ver que han sabido luchar por marcar la diferencia.

Hipótesis Ficción
Foto de Wander Watson y Hipótesis Ficción

Entre extraños y conocidos

Ante una aventura esperpéntica de este calibre, se necesita una reparto que sea capaz de meterse en la piel de tan extraños personajes. Y así se hace. En primer lugar, Valentina Braceras utiliza una expresividad enfocada a lo facial, llevándolo al extremo, dando ese matiz de desequilibrio que necesita su personaje. Además, no escatima en darle hasta el máximo nivel, una decisión acertada, dado que sino daría la sensación de quedarse a medio gas. Con lo cual, aquí, más es más y en el caso de Braceras, es todo un éxito. Sobrecoge, crea extrañeza, pero siempre dentro de la verosimilitud. Por su parte, Agustín Balbi logra una labor corporal y expresiva muy bien ejecutada, así como un trabajo sobre el espacio muy bien desarrollado. Sin embargo, a pesar de buscar incorporar ese tono vocal de una forma natural, se puede intuir que no está del todo cómodo con ello.

Sol Zavala lleva una parte importante del peso de Matar al otro, convirtiéndose en parte de su columna vertebral. Durante los primeros minutos entra en calor con el personaje, no destacando ahí todo lo que pudiera, pero después da rienda suelta a su trabajo dramático sin problemas. Por ello, se deja llevar por la energía de la pieza, dejándose fluir, no buscando el rigor, sino ser parte de este retrato disparatado y grotesco, pero siempre con una coherencia en lo que está haciendo. Lo único, como detalle, es que hay momentos en los que se difumina en el trabajo coral y podría seguir haciéndose notar con su presencia escénica. Para terminar, Jorge Domingo completa el elenco, tiene escenas realmente buenas, además de zambullirse en toda esa locura física. Sin embargo, todavía le falta algo de cuerpo y fuerza a su trabajo dramático, aunque se encuentra bien encaminado.

Hipótesis Ficción
Foto de Hipótesis Ficción

El punto de vista

Una de las razones por las que sorprende Matar al otro es la propuesta escénica, donde desean realizar aquello de mostrar las distintas perspectivas. Lejos de hacerlo parando entre escenas, la puesta en escena utiliza aquello de la magia del teatro, donde hay elementos que en la vida real podrían parecer ridículos, pero aquí funcionan. Por tanto, ver a los personajes, literalmente, haciendo la croqueta para posicionarse espacialmente en el lugar que les toca, se convierte en un parámetro a aplaudir. Gracias a ello, se formula y se establece muy bien la personalidad que transmite el conjunto artístico. Por otra parte, la estética mantiene ese efecto estrafalario, las pelucas, el vestuario elegido, la puerta movible... y el color, fundamental, siguen una coherencia interna, donde se ve un planteamiento perspicaz y efectivo.

El ritmo de la obra es dinámico en la mayor parte de su extensión, solo que durante las primeras escenas va más a fuego lento, aunque a nivel técnico y artístico ya va sentando las bases. Por ende, a pesar de ser algo más paulatino en lo narrativo, en lo creativo logra un comienzo más logrado. Únicamente, hay alguna parte que se puede hacer algo más repetitiva, al estar continuamente cambiando de visión, por lo que podría ser interesante dosificarlo en menos partes. Por otro lado, la banda sonora, donde no faltan enganches que sean muy reconocibles por el gran público, envuelve la escena, siendo un acierto aquellos más instrumentales que fomentan la acción artística. Por último, la dirección actoral es un éxito, dado que los propios actores se convierten en expresión visual, siendo un aspecto a destacar de la obra.

Matar al otro
Foto de Hipótesis Ficción

Conclusión

Matar al otro es un whodunit esperpéntico lleno de humor y con una personalidad fresca. Gracias a ello, se establece un guion estrafalario, que presenta a unos personajes extravagantes y exagerados. Por ello, logra combinar ambas facciones para establecer un sello de identidad que le da un toque original y singular. Además, cuenta con un reparto en alza, destacando unas estupendas Valentina Braceras y Sol Zavala. Luego, la puesta en escena mantiene la coherencia estética que demanda, utilizando elementos aparentemente ridículos que se convierten en efectivos, una propuesta muy bien aprovechada. Un quién es quién llevado a un espejo excéntrico y divertido, donde el misterio termina por cohesionar un relato atrayente y particular.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
matar-al-otro-critica-teatroUn whodunit esperpéntico lleno de humor y con una personalidad fresca. Gracias a ello, se establece un guion estrafalario, que presenta a unos personajes extravagantes y exagerados. Cuenta con un reparto en alza, destacando unas estupendas Valentina Braceras y Sol Zavala. Luego, la puesta en escena mantiene la coherencia estética que demanda, utilizando elementos aparentemente ridículos que se convierten en efectivos, una propuesta muy bien aprovechada. Un quién es quién llevado a un espejo excéntrico y divertido, donde el misterio termina por cohesionar un relato atrayente y particular.

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