El pasado 19 de enero llegó al Teatro Lara Me quedé antigua, obra escrita y dirigida por Benja de la Rosa. Esta obra reflexiona sobre las relaciones tóxicas, el cambio del paradigma de la fama en el mundo de la cultura y la peligrosidad de las nuevas tecnologías. Además, está inspirada en "El asesinato de la hermana George", dirigida por Robert Aldrich. Se puede disfrutar todos los jueves a las 19:30 horas en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara hasta el 9 de marzo.
Título: Me quedé antigua Título original: Me quedé antigua
Reparto: Patricia García Méndez
Veki Velilla
Carmen Mayordomo
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Benja de la Rosa Dramaturgia: Benja de la Rosa Producción: Patricia García Méndez y Fernando de la Puente
Producción ejecutiva: Patricia García Méndez y Fernando de la Puente
Idea original: Benja de la Rosa
Ayudante de dirección: Manuel De Durán
Escenografía: Lucía Alvariñas
Iluminación: Manuel De Durán
Vestuario: Rubén Raposo
Dirección y montaje de audiovisuales: Manuel Romo
Fotografía y cartel: Josema Mateos Producción: Kramer Producciones
Sinopsis de 'Me quedé antigua'
Me quedé antigua nos presenta Adriana Tomás, protagonista de la exitosa serie La hermana George, que ha sido adquirida por una nueva plataforma cuyas cláusulas le están perturbando. Adriana comienza a sospechar que la quieren despedir de la serie donde interpreta al icónico personaje protagonista de una monja entrañable. Al mismo tiempo vive una relación con Susi, una Gen z que tiene lo mismo de cándida que de ambiciosa. La irrupción de Valentina, una importante jefa de contenidos digitales, provocará que el futuro de ambas, se tambaleé tanto personal como profesionalmente.
Benja de la Rosa aborda las relaciones tóxicas y los peligros de las nuevas tecnologías con una obra inspirada, muy libremente, en la película de Robert Aldrich El asesinato de la hermana George. (TEATRO ESPAÑOL).
Lo que está por venir
El paso del tiempo y el cambio de los paradigmas en la industria audiovisual es una realidad que se encuentra en continuo debate. Benja de la Rosa aborda el contraste generacional en Me quedé antigua, obra teatral que expone de manera cómica y ácida las nuevas realidades a las que se someten algunos artistas de la mal llamada "antigua escuela". En primer lugar, hay que aplaudir el humor muy bien atinado en varias partes, lo que hace que no sean pocas veces en las que las carcajadas emergen del patio de butacas. Por tanto, se agradece esa crítica mordaz a la sociedad y a los referentes que cada vez conquistan más espacios mediáticos. Así, se aprecia la perspicacia con la que ha afrontado este tema, viéndose una muy buena conexión con el film de "El asesinato de la hermana George", al contraponerse ambas realidades en distinto tiempo pero con un desenlace similar.
Sin embargo, dentro de esa hilaridad jocosa y, en ocasiones, sarcástica y ofensiva, se halla un texto en el que rápidamente se conoce el posicionamiento del texto a esta casuística. Por ende, el discurso acaba por tomar un cariz en el que decanta excesivamente hacia un lado, quedando algo maniqueo. En consecuencia, podría haberse sacado más partido al enfrentamiento entre las dos generaciones y no acabar por caricaturizar en exceso a la generación Z. Prueba de ello, es el discurso de su protagonista, en el que realiza una radiografía que roza levemente la presuntuosidad. A pesar de ello, el guion respira frescura, se ve talento para la comedia y contiene esa picardía que hace que sorprenda en varios momentos. Se ve claramente el bagaje cultural de su autor, siendo amplio.
Divas y tik-tokers
Tres mujeres son las encargadas de dar vida a Me quedé antigua. En primer lugar, Patricia García Méndez demuestra, una vez más, ser una brillante actriz de comedia, en especial, en papeles que requieren fuerza. Por ello, se agradece ese talante, esa vigirosidad, esa aspereza, que hace que se disfrute mucho de su labor sobre las tablas. Gracias a ello, se desmelena y deja salir su lado más socarrón, dándole momentos de auténtica diva. Además, lo adereza con momentos en los que se ve una humanidad necesaria para no convertirse en un cliché. Por lo que, no se mantiene en una sola línea, sino que se presenta una evolución interesante. Únicamente, si hubiera que señalar algo a mejorar, hay momentos en los que está excesivamente pendiente de los espectadores y se muestra algo más nerviosa. Excepto por ello, su labor es potente.
Después, Carmen Mayordomo es un torrente escénico, es maravillosa en escena. Por un lado, triunfa con esa comedia gestual, que se acompaña muy bien con una expresividad con la que sabe sacar jugo a cada intervención sobre la escena. Asimismo, se agradece que sus diálogos los sazone con auténtico carisma, lo que hace que su trabajo sea uno de los puntos más destacados del montaje. No hay ningún aspecto a mejorar en su interpretación. Por último, completa el reparto Veki Velilla, la cual se presenta como una tik-toker desenfadada. A pesar de ser una propuesta aparentemente más fácil, Velilla impregna de verdad a su personaje y le ofrece algunos detalles que permiten que no se quede en el mero estereotipo. Aun así, frente a dos volcanes interpretativos, queda algo menos lúcida sobre la escena.
El cine teatral
Una de las influencias artísticas claras de Me quedé antigua es el efecto cinematográfico del que bebe Benja de la Rosa para ofrecer una propuesta que se mueve entre lo puramente cinematográfico y lo teatral. Por un lado, se ve una escenografía que cumple con su cometido, con un diseño de luces adecuado, donde en alguna ocasión se debería cuidar la intensidad, dado que a veces da la sensación de penumbra. Después, el atrezzo se ajusta a lo que necesita la pieza, por lo que, lo meramente teatral, llega a las expectativas generadas. Sin embargo, lo cinematográfico, aunque se agradece en algunos momentos, termina por independizarse en exceso del montaje en conjunto. Por ende, da la sensación de funcionar como pieza aislada, pero no fluye de la misma manera con el resto de elementos estéticos y visuales.
Aun así, hay que agradecer que cada vez se presente más riesgo a la hora de combinar ambos lenguajes, ya que aquí, por ejemplo, con las escenas de la serie, consigue una contextualización muy bien llevada. Después, el imaginario creativo en torno a cada uno de los personajes está muy bien definido, valorándose que hayan sabido cuidar cómo se desea plasmar la personalidad de cada una de ellas a través de la simbología, incluyendo el vestuario. Para terminar, el ritmo es fluido, encumbrándose en aquellas partes más cómicas, rebajando levemente en las escenas más reivindicativas. Una propuesta que explora la 'guerra' entre generaciones, mediante una ligereza y humor que impregna la identidad global del espectáculo en su aspecto más técnico y artístico.
Conclusión
Me quedé antigua es una comedia que reflexiona sobre la evolución de la cultura en tiempos actuales, con una crítica mordaz a la generación Z. Por un lado, se valora esa hilaridad ácida que envuelve la pieza, pero se echa en falta que haya un prisma más complejo y se aleje de un maniqueísmo más pronunciado. Después, el reparto está excelente, en especial, una maravillosa Carmen Mayordomo. A nivel técnico y artístico, se valora que se combine lo audiovisual y lo teatral, aunque todavía queda por definir su fluidez. Aun así, la identidad de la pieza está construida de una forma sólida y efectiva. La batalla constante de los cambios de valores en la realidad cultural se subliman en una catarsis humorística que triunfa en su sarcasmo y su perspicacia.