Medianoche es un excelente ejemplo de las screwball comedies, comedias alocadas, de los años 30 y 40. Si bien la película, como su director Mitchell Leisen, ha caído en un relativo olvido, está a la altura de los más exigentes estándares del género. El guion lo escriben nada menos que Billy Wilder y Charles Brackett, inspirándose en una historia de Edwin Justus Mayer y Franz Schulz. El reparto incluye a Claudette Colbert, Don Ameche y John Barrymore. Medianoche siempre se ha considerado como una brillante sátira de la burguesía y la alta sociedad.
Crítica de Medianoche
Resumen
Ficha Técnica
Título: Medianoche
Título original: Midnight
Reparto:
Claude Colbert (Eve Peabody)
Don Ameche (Tibor Czerny)
John Barrymore (Georges Flamarion)
Francis Lederer (Jacques Picot)
Año: 1939
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Mitchell Leisen
Guion: Charles Brackett, Billy Wilder
Fotografía: Charles Lang
Música: Friedrich Hollaender
Género: Comedia romántica
Tráiler de 'Medianoche'
Sinopsis de Medianoche
Escrita por Billy Wilder y basada en el relato de Edwin Justus Mayer y Franz Schulz. La joven americana Eve Peabody (Claudette Colbert) se pierde en París sin dinero, ante la desesperación, se hace amiga de un taxista, Tibor Czerny (Don Ameche), que intentará ayudarla en todo lo posible. Tibor la lleva a una fiesta de alta sociedad y Eve, haciéndose pasar por una mujer rica y elegante, atraerá la mirada de más de un hombre ocasionando más de un problema. Además, Eve, embelesada por la fiesta, se olvidará por completo de Tibor que, al parecer, está enamorado de ella.(Filmin)
Donde se puede ver la película
Próxima parada, París
El comienzo de Medianoche viene dado por algo tan genuinamente cinematográfico como un tren. En él llega a París Eve Peabody (Claudette Colbert), una joven norteamericana que trae consigo una exigua cantidad de dinero, ningún equipaje, y soprendentemente un vestido de noche. Llega sin un plan definido, dando botes desde Londres y Montecarlo, pero con una considerable picaresca que utilizará para intentar medrar en La Ciudad de la Luz.
Al abandonar la estación de trenes se produce el encuentro con Tibor Czerny (Don Ameche), un taxista húngaro que amablemente la pasea por las calles parisienses en busca de trabajo como cantante. Ni que decir tiene que, como mandan los cánones, algo parecido a un flechazo aflora entre los dos, estableciéndose una inmediata simpatía. Sin embargo no todo es romanticismo en Medianoche, y pronto comienzan una serie de peripecias bien aliñadas de cinismo.
Eve deja plantado a Tibor y se cuela en una estirada fiesta donde acude circunspecta la alta sociedad de París. Se trata de una velada musical que aburre a la concurrencia, evidentemente más preocupada por figurar que por deleitarse con Chopin, y que será el punto de partida de grandes y divertidos líos.
Cuestión de clases
Medianoche es una comedia sofisticada (un género en sí mismo) que se nutre en su mayoría de decorados elegantones y ambientes pudientes. No obstante, Wilder y Brackett ejercen de infiltrados en este mundillo y aprovechan para satirizar a la alta sociedad desde dentro. Se nos muestra como una clase fatua, superficial, caprichosa y ensimismada. Lo notaremos en los líos en los que se ve envuelta Eve, partícipe de varias tramas urdidas por excéntricos adinerados.
Ahí entra en juego Georges Flammarion (John Barrymore), un millonario que pretende usar a Eve para recuperar a su mujer Helene (Mary Astor) de las manos del playboy Jacques Picot (Francis Lederer). A todo esto, Tibor se muestra pertinaz en la idea de buscar y reencontrarse con Eve. Tarea para la que contará prácticamente con todo el gremio parisino del taxi.
Y así es cómo el guion de Medianoche nos ofrece una marcada dinámica de clases. Mientras la clase alta se basa en el disimulo, la apariencia, el engaño y un acendrado individualismo, la clase obrera (aquí los taxistas) se mueve por afanes más solidarios y desinteresados. No es una obra política, como puede ser Ninotchka por ejemplo, pero sí una cínica mirada a las costumbres de cada grupo.
Medianoche de fiesta
Medianoche tira de algunos elementos clásicos de la screwball cuando quiere ironizar sobre las clases adineradas. Uno de ellos son las fiestas, un evento social que acaba siendo un escaparate de vanidades y tramas ocultas. Curiosamente, en el mismo año 1939, Jean Renoir hacía algo relativamente parecido con uno de sus mayores clásicos, La regla del juego. Precisamente la parte de la fiesta es una de las más interesantes cinematográficamente hablando; otro tanto ocurre con el guion.
Wilder y Bracket optan por la burla ingeniosa, la sátira elegante y el humor. No se puede negar que Medianoche es una película enormemente divertida, con unos gags hilarantes. La fuente del humor se fundamenta en los brillantes diálogos (llenos de doble intención), las extravagante situaciones, y la permanente sensación de improvisación que han de tener los personajes para salir de un apuro. No es una película de muchas carcajadas, pero sí de una sonrisa casi permanente.
El componente romántico es otro pilar de Medianoche. Un ejemplo paradigmático similar son las screwball de Howard Hawks como La fiera de mi niña, Luna nueva, Bola de fuego, etc. También ocurre con las de Preston Sturges o Ernst Lubitsch. Suele ser común que una figura femenina irrumpa de forma huracanada en la vida de hombre, trastocando y transformado su vida. Quizá Leisen imponga un ritmo más calmado, pero Medianoche no está exenta de este elemento.
Rescatar del olvido
Medianoche, aunque es una película de cierto predicamento y no se puede decir que esté ninguneada, sin embargo sí que está relativamente olvidada. Dentro de las screwball comedies suele estar oscurecida por otras obras como las antedichas en el apartado anterior. Sin embargo puede mirar de tú a tú a los más selectos ejemplos de este característico género del Hollywood clásico, y ya en desuso (una pena) salvo algún ejemplo relativamente moderno como Crueldad intolerable (2003), de los Hermanos Coen.
También algo escondido en la memoria cinéfila está Mitchell Leisen. Quizá el hecho de que en sus inicios, antes del la dirección, se ocupara del vestuario y el diseño de producción de realizadores como Cecil B. Demille, le dio cierta fama de director "decorativo". Es decir, estiloso y refinado, pero sin la garra de otros. Craso error, Medianoche es un ejemplo de ritmo ejemplar. No debemos olvidar otros títulos como Si no amaneciera (1941), cuyo guion es también de Billy Wilder, o Adelante mi amor, (1940) un extraño caso de comedia que se inicia en la recién acabada Guerra Civil Española y que arremetía contra la neutralidad de los EE.UU en el conflicto.
En el apartado actoral destaca aventajadamente Claudette Colbert, que ya tenía experiencia en el género con Sucedió una noche (1934), y que enamora por igual a personajes y a espectadores con una actuación plena de encanto. Don Ameche está muy apropiado en su papel de bondadoso (y algo pesado) taxista enamorado. Se trata de un actor de larga carrera, que quizá sea recordado por los fans del cine ochentero por su papel en Entre pillos anda el juego (1983). John Barrymore, por su parte, aporta abolengo y buen hacer.
Conclusiones de 'Medianoche'
Medianoche es un perfecto ejemplo de la época dorada de las screwball comedies, y su mezcla de locura, sarcasmo y romanticismo. El estupendo guion de Billy Wilder y Charles Brackett casa a la perfección con la esmerada dirección de Mitchell Leisen. Interesará a los amantes del romanticismo no demasiado obvio, donde también hay lugar para la crítica social y de costumbres. Toda una joya a reivindicar.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM