Mefisto for ever es la adaptación libre de la obra de Klaus Mann teatralizada por Tom Lanoye, que podemos ver hasta el 26 de marzo en el Teatro Fernán Gómez. Está dirigida por Álvaro Lavín y protagonizada por Sonia Almarcha, Elisabet Gelabert, Esperanza Elipe, Iván Villanueva, Paula García Lara, Nacho Redondo, Darío Frías y Cristina Varona.



Estreno de Mefisto for ever

Crítica de 'Mefisto for ever'

Ficha Técnica

Título: Mefisto for ever
Título original: Mefisto for ever

Reparto:
Sonia Almarcha
Elisabet Gelabert
Esperanza Elipe
Iván Villanueva
Paula García Lara
Nacho Redondo
Darío Frías
Cristina Varona

Duración: 110 min. apróx.
Dirección: Álvaro Lavín
Traducción: Julio Grande
Adaptación libre de Mefisto de: Klaus Mann
Texto:
Tom Lanoye
Iluminación:
Luis Perdiguero
Diseño audiovisual:
Elvira Ruiz Zurita
Música:
Iñaki Salvador
Espacio sonoro:
Alberto Granados
Escenografía y vestuario:
Anna Tussell y Arantxa Ezquerro
Diseño Gráfico:
Causa efecto
Ayudante de dirección:
José Luis Sixto
Asistente de producción:
Sara Pérez
Dirección técnica:
Rafael Catalina
Producción: Meridional Producciones, Vaivén Producciones
y El Gatoverde Producciones

Tráiler de 'Mefisto for ever'

Sinopsis de 'Mefisto for ever'

Después de que la extrema derecha llegue al poder, una compañía de teatro reflexiona sobre cómo proceder. Algunos deciden irse, otros se quedan. Kurt Köpler decide conducir la pelea desde adentro. La belleza es el arma del artista. ¿Pero cuánto tiempo puedes seguir así? ¿Dónde termina la estrategia y dónde comienza el compromiso fatal?

Kurt Köpler no es un cínico arribista como Hendrik Höfgen, el protagonista del Mefisto de Mann. En manos de Lanoye es mucho más complejo, mucho más trágico: un actor (el "gran actor" por excelencia) que pacta con los tiranos convencido de que milita en la causa del Bien. Cree, ingenuamente, que podrá mantener su libertad artística y "atacar el sistema desde dentro", y luego, cuando las cosas empiezan a venir mal dadas, piensa que así podrá salvar vidas.

"La obra de Lanoye transcurre en 1936, en Centroeuropa, cuando la ascensión de Hitler. En un importante teatro público, se produce un relevo significativo. Su director decide exiliarse por razones políticas y quien ocupa la vacante es otro profesional de la escena, convencido de que podrá enfrentarse al nuevo régimen con un teatro comprometido." (TEATRO FERNÁN GÓMEZ). 



Mefisto for ever
Foto de Laura Enrech

La cultura es política

Ocho actores en escena con vestimenta oscura salpicada de manchas y un denso maquillaje blanco que agrieta sus rostros. Dominan el gris y el negro también en la poderosa escenografía de Anna Tusell que se mantiene sin cambios durante toda la función. Estamos en un teatro público, un edificio emblemático con mucha historia en una ciudad presa de un momento social y político convulso. Tanto que las actrices y actores que ensayan Hamlet no pueden quedarse al margen de lo que sucede en la calle, porque la cultura es política, como le dice el gerente del teatro (Iván Villanueva) a Kurt al principio de la obra.

Al principio, cuando todo está por suceder, aunque el espacio sonoro y visual nos adelanta horas aciagas, nos permitimos el beneficio de la duda. Incluso la esperanza. La esperanza de que el pueblo se mantendrá unido y no permitirá la barbarie, el exterminio. Sin embargo…

¿Quién podía saber entonces lo que iba a suceder? ¿Cómo discernir cuando se tiene la avalancha casi encima? Lo que sucede dentro del teatro se contagia sin remedio de lo que sucede en el mundo, a pesar de los esfuerzos de Kurt Köpler (Sonia Almarcha) en aislar la escena de toda palpitación social. Los ensayos de Hamlet, Ricardo III y El jardín de los cerezos son interrumpidos de forma intermitente por agentes internos y externos, por decisiones ajenas e indignas. Köpler asume la dirección del teatro tras el exilio de su director y lo convierte en un bastión de la resistencia. O eso dice pretender.

Teatro Fernán Gómez
Foto de Laura Enrech

La cultura está por encima de la política

En Mefisto for ever hay que destacar el grandioso trabajo de Sonia Almarcha en el papel de Kurt, así como el de Darío Frías que interpreta al ministro de Cultura, sin desmerecer al resto del elenco que salvaguarda los vaivenes del ritmo con maestría. Elisabet Gelabert se desdobla en dos personajes aparentemente antagónicos: la gran dama del teatro judía y la actriz sin talento que la sustituye por imposición del régimen. Gran elección la de esta actriz a la que tuve la oportunidad de descubrir en Veraneantes de Miguel del Arco y cuyo arte interpretativo no ha cesado de madurar.

Dicen que todo está en Shakespeare, Chéjov y Goethe, pero sin artistas que amplifiquen sus ideas y pongan voz a sus reflexiones, ese todo quedaría en nada. Y qué sería de las sociedades si no hubiera parlamentos teatrales en los dar voz las distintas realidades y confrontar nuestras propias creencias. Necesarios para el entretenimiento, pero también para la maduración de las ideas y la asimilación del pasado. Lo de que no se repita se ha dicho en demasiadas ocasiones y no por mucho insistir parece que funcione, más bien al contrario, parece que estamos condenados a repetirlo una y otra vez.

Dejamos en el aire la pregunta de si el teatro nos salva de toda barbarie.

Mefisto for ever
Foto de Laura Enrech

Conclusión

Mefisto for ever adapta libremente la obra Mefisto, de Klaus Mann, escrita durante su exilio en 1936, en plena II Guerra Mundial. Una obra que no se publicó en su país natal, Alemania, hasta 1956 y que, incluso entonces, fue objeto de polémica. Una obra que aborda el tema del poder y su relación con la libertad (también de expresión), el totalitarismo y las contradicciones que apresan el alma humana. No se me ocurre mejor conclusión que lo que la propia compañía Meridional expone sobre el texto:

“En España, la inacabable noche franquista y la inherente corrupción material y moral que conlleva toda dictadura alimentaron con generosidad la teoría de la resistencia útil desde el interior del sistema. Aunque aquí proliferaron los vividores de espíritu acomodaticio y chaquetero, hubo quienes practicaron un posibilismo de buena fe que, en el ámbito de la cultura, defendieron la posible connivencia entre poder político y libertad de creación”.

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