El pasado 2 de junio fue el estreno de Mi discurso de boda, obra teatral escrita por Rubén Omar Mendoza y dirigida por Alberto Sabina. Para Sabina es su regreso a las tablas, conocido por títulos como "Matar cansa", "La furia" o "Mi padre es un hombre". Asimismo, en el equipo cuentan con Paula Martínez como principal protagonista, a la cual hemos podido ver en obras como "Capullo, quiero un hijo tuyo" o "Los madrileños y sus apellidos". Se puede disfrutar todos los jueves a las 22 horas en La Escalera de Jacob.
Título: Mi discurso de boda Título original: Mi discurso de boda
Reparto: Paula Martínez (Maite)
Duración: 60 min. apróx.
Dirección: Alberto Sabina
Dramaturgia: Rubén Omar Mendoza
Fotografía cartel: Coolsoulhunter
Cartel: Pedro Vera
Medio oficial: Cinemagavia
Producción: Glez Producciones SL
Sinopsis de 'Mi discurso de boda'
Mi discurso de boda nos muestra cómo La oportunidad de hablar en una boda es algo que Maite no puede dejar pasar. Más aún cuando ya lleva algunas copas encima. Allí, delante de un conjunto de lo más variopinto de familiares y amigos, Maite se da cuenta de que debería haber hecho caso a la lista de consejos para un buen discurso de boda que había leído en internet. Sin posibilidad de dar marcha atrás, Maite pasea por las circunstancias de su vida que la han llevado hasta ese momento. Especial importancia adquiere la “parejita”: su hermana y la mujer de esta que, desde el público, observan cómo Maite se sumerge en un pasado donde no todo son recuerdos felices. Con la memoria siempre presente de su padre, Maite hace un repaso de personas que con sus actos, inocentes o no, la han convertido en la mujer que es, con sus traumas y sus fortalezas. (GLEZ PRODUCCIONES).
Retorcer la verdad
Rubén Omar Mendoza escribe Mi discurso de boda, una tragicomedia que parte del acto que hace mención a su nombre. Nacido de una pieza de microteatro, este espectáculo teatral ha evolucionado muy favorablemente en su versión larga. No es nada fácil lograr lo que se consigue en el libreto, llevando hasta el final la comedia más ácida sin dejarse ningún pelo en la lengua. Sin embargo, lejos de poder provocar incomodidad o fastidio, consigue mostrar la calidad y manejo de la palabra al retorcerlo de tal forma que provoca las carcajadas en el público. Por lo cual, no es un humor al uso, más comercial, sino que detrás de esa hilaridad tan peculiar, se halla una reflexión en el que se muestran las taras de Maite, la protagonista. Todo un acierto.
Como se suele decir, para que algo haga reír es necesario que haya dolido antes y así lo demuestra esta obra. No busca concesiones, no quiere quedar bien, sino explorar la naturaleza humana en su lado más precario y traumático, llevándolo a lo irrisorio que pueden resultar las desgracias. Además, no solo triunfa en aquellos golpes de acidez, sino también en su parte más personal. Así, hay varios momentos en los que no se necesita del vehículo de la comedia para transgredir en la mente de su protagonista. Con lo cual, se establece un diálogo con el espectador, donde se habla de la pérdida, de la desilusión, del cambio y del trauma. Una desnudez bien combinada, que equilibra la evolución del texto, sublimándose en un final a la altura de su recorrido.
Sola ante el peligro
Protagonizar una obra como Mi discurso de boda es un reto a nivel interpretativo, dado que los giros de guion y los distintos tonos que se perpetran en el espectáculo imprimen la necesidad de cierta capacidad para afrontarlos. Por tanto, Paula Martínez parte de un reto actoral que crea curiosidad en saber cómo se desenvuelve ante la escena. Además, no se encuentra apoyada por una puesta en escena más cargada, sino que lo afronta solamente con su cuerpo y su voz, no pudiéndose respaldar por muchos más elementos en escena. Aun así, mediante esa sencillez consigue brillar en su máximo esplendor, al transmitir todo ese frenesí de emociones y sensaciones que pasan por sus personajes. Con lo cual, al encontrarse sola en el escenario, la mirada se posa en ella y lo aprovecha para exponer todo su trabajo dramático que desempeña sobre las tablas. Espectacular y emotiva.
Ya se había podido ver en trabajos anteriores su buena relación con la comedia, pero lo que realiza aquí va un paso más allá. La combinación entre tragedia y humor crean una dicotomía que aprovecha, lo que hace que Martínez se muestre ácida y humana, cruel y frágil, sarcástica y emocional. Por lo que, afortunadamente, emplea ese contraste tan marcado para exprimirlo al máximo. Hay autenticidad, verosimilitud, a la par que sencillez y cercanía. Es realmente complicado interactuar con un texto de este calibre y lograr mantener la atención en el espectador en todo momento. También se aplaude el uso de esa expresividad no verbal, está soberbia en escenas como, por ejemplo, cuando se deshace de la carta. Sin duda, se podría decir sin ningún problema, es uno de los mejores trabajos profesionales de Martínez hasta el momento.
Luces de recuerdo y delirio
La propuesta escénica, dirigida a manos de Alberto Sabina, lleva en una dirección muy clara a Mi discurso de boda y se puede resumir en “ir al grano”. Se deshace de florituras que pudieran distraer de los elementos más potentes de la propuesta, al poner el foco tanto en la palabra como en el trabajo actoral. Por lo cual, su mayor arma es darle esa crudeza escénica que seduce a los espectadores y demuestra que a veces lo sencillo es lo más efectivo. De esta manera, se ve el desempeño de la dirección en dar dinamismo mediante distintos estadios en la energía de la actriz y de la propia dramaturgia. Así se plantean puntos de fuerza muy bien seleccionados, al mismo tiempo que se deja reposar aquellos pensamientos que lo necesitan. Con lo cual, el ritmo es preciso.
A nivel artístico y técnico, se ofrece una composición de iluminación discreta, acentuando algunas partes en las que se necesita remarcar el carácter de dicha escena. Sin embargo, durante el estreno, se percibieron algunos problemas que evitaron que se pudiesen disfrutar como debiera ser. En algunas partes dio la sensación de entrar a destiempo, así como parpadear y dejar en sombra a la actriz. Lo mismo sucede con algunos de los visuales, o diapositivas, que se pudieron ver en pantalla. Algunos de ellos se podrían haber explotado más, pero al no realizar la acción en su momento, perdieron efecto. Un ejemplo de ello fue la entradilla de una canción, que anticipó lo que se iba a ver posteriormente. Aun así, con el tiempo, se puede pulir para que técnicamente encaje dentro de la coreografía del directo. Además, no afecta gravemente al resultado en conjunto.
Conclusión
Mi discurso de boda es una comedia ácida, con golpes de verdad que retuercen el texto llevándolo a su máximo esplendor. Las carcajadas encierran reflexiones profundas, que permiten vislumbrar temas interesantes como el pasado, el trauma, las relaciones y el amor propio. Una dramaturgia estupenda. Asimismo, Paula Martínez brilla totalmente, siendo uno de sus mejores trabajos interpretativos. Así, se enfrenta sola a la escena, siendo el auténtico catalizador de la pieza teatral. Chapó. La puesta en escena es sencilla, pero gana en su efectividad de poner el foco en sus dos grandes armas: el texto y su actriz. Una confesión hilarante con unos matices que elevan su contenido, al mismo tiempo que desnuda a su intérprete en una agitación emocional y visceral de altura.
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