Una noche de locos es una comedia para todos los públicos, con toques de acción y temática juvenil. Dirige la realizadora estadounidense Trish Sie (Dando la nota 3). En el reparto destacan Malin Akerman (Proyecto rampage, Contrarreloj), Ken Marino (Pesadillas, Veronica Mars) y Joe Manganiello (Magic Mike, Stano). La distribuye mundialmente Netflix, pudiendo verse en VOD desde el 21 de agosto.
Crítica de 'Una noche de locos'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Una noche de locos
Título original: The Sleepover
Reparto:
Malin Akerman (Margot)
Joe Manganiello (Leo)
Ken Marino (Ron)
Karla Souza (Jay)
Cree Cicchino (Mim)
Sadie Stanley (Clancy)
Enuka Okuma (Elise / Figura oscura)
Erik Griffin (Henry Gibbs)
Maxwell Simkins (Kevin)
Heidi Garrow (Stand In / Photo Doble)
Janelle Feigley (Mujer en vestido azul)
Daniel Washington (Head of Security)
Lucas Jaye (Lewis)
Año: 2020
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Director: Trish Sie
Guion: Sarah Rothschild
Fotografía: Conrad W. Hall
Música: ----
Género: Comedia
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'Una noche de locos'
Sinopsis
Prepárate para una noche sin igual. Durante una fiesta de pijamas con sus mejores amigos, dos hermanos descubren que su madre, Margot (Malin Akerman), no es lo que parece. Ahora es un ama de casa normal y corriente, pero fue una ladrona de guante blanco que se acogió al programa de protección de testigos. Cuando ella y el padre de los niños (Ken Marino) desaparecen, obligados a dar un último golpe con el exnovio de Margot (Joe Manganiello), los hermanos tendrán que rescatarlos en pocas horas. (Netflix España)
Donde se puede ver la película
La familia Finch
Una noche de locos empieza como una canónica película para pubescentes en trance de asistir al instituto. Niño bocazas, hermana estudiosa, invitaciones a fiestas y vergonzantes vídeos virales. De paso también conocemos a la familia Finch. El niño bocazas es Kevin Finch (Maxwell Simkins) y la hermana estudiosa es Clancy (Sadie Stanley). Sus padres son Ron y Margot Finch (Ken Marino y Malin Akerman).
Kevin es un poco desastre y Clancy es vista con desdén por las chicas populares de la clase. Nada nuevo bajo el sol; todo parece surgido de cualquier lugar del Disney Channel. Como no podía ser de otra forma, las relaciones con los padres son bastante mejorables. Margot protege con demasiado esmero a sus hijos (sobre todo a Clancy) y Ron es un padre excéntricamente alegre.
Kevin y Clancy ven a sus padres como unas personas prosaicas, sin ningún encanto particular. No obstante, se avecina una peripecia que mostrará algunas facetas que, de algún modo, todos tienen ocultas. Algo se barrunta ya desde el inicio de lo que será Una noche de locos. Niños traviesos pretendidamente adorables y rebeldía adolescente corriente y moliente. De guarnición, una ráfaga de chistes casi a ritmo de sitcom, de los cuales no muchos dan en el blanco.
La doble vida de mamá
Llega un momento en que Una noche de locos cambia de tercio. Todo parece, dentro de lo que cabe, de lo más normal. Un amigo de Kevin, Lewis (Lucas Jaye), viene a casa de los Finch a dormir, mientras Clancy medita un plan para escaparse a una fiesta sin que sus padres se enteren. El thriller enseña la patita cuando los padres, esto es Margot y Ron, son secuestrados. Poco a poco se descubre que en realidad Margot tuvo un pasado como ladrona de alto standing y que cuando se casó estaba en un programa de protección de testigos.
Grosso modo tanto los hijos de Margot, que por cierto se llama realmente Mathilde, como su marido han vivido una farsa a su lado. Pero eso es lo de menos. Ahora Kevin y Clancy, a pesar de sus cortas edades, están ocupados trazando un plan para localizar y rescatar a sus padres. A la fiesta se unen el mencionado Lewis y también Mim (Cree Cicchino), una amiga de Clancy.
Jóvenes y veteranos
Una noche de locos, en realidad se bifurca en dos historias. Ambas compiten en cuanto a cantidad de disparates. De un lado se revela que Margot ha sido reclutada, a la fuerza, para dar un gran golpe, lo que hará que se encuentre con Leo, un antiguo socio (Joe Manganiello). De convidado de piedra arrastran al pobre Ron, cuya persistente torpeza será la principal fuente de humor (o algo parecido).
La otra historia es la juvenil. Cuatro adolescentes, dos de ellos casi ni llegan a esa edad, sorteando una especie de gynkama de pistas que previsiblemente los llevarán hasta sus padres. Esta parte en realidad se basa en muchos antecedentes, y muchos trucos ya vistos. Hay un aire a lo Chris Columbus (guionista de Los Goonies y director de Aventuras en la gran Ciudad o Solo en casa). Es decir, niños y jóvenes enfrentándose a un peligro que por edad les sobrepasa enormemente, pero que sin embargo superan mientras hacen todo tipo de monerías. En el caso de Una noche de locos, a veces ridículas, a veces medianamente graciosas. Como se venía anunciando, también recuerda a las películas de Spy kids.
Huelga decir que el resultado no llega a acercarse a sus modelos. En ambas historias los principales polos de hilaridad son los más histriónicos. Si miramos la trama de adultos es Ron quien mueve a risa, y para ello Ken Marino pone todo tipo de caras raras, dice frase "graciosas", y arrasa con su torpeza. En la parte juvenil es el pequeño Kevin, (Maxwell Simkins), quien lleva la voz cantante en cuanto a comicidad, a base de ciertas picardías pueriles y trastadas varias.
Un poco de acción
Una noche de locos incluye una pizca de acción y thriller. Sin mucha intensidad, ni mucha pericia, pero al fin y al cabo hay un robo de por medio y es indispensable que haya algo de movimiento. La mayoría de la veces es pura rutina pero, de forma inadvertida, hay pasajes en que Una noche de locos resulta en que resulta eventualmente entretenida. Al menos el ritmo no flaquea, lo que fluctúa es el acierto de los gags, a veces cansinos, a veces repetitivos.
Malin Akerman y Joe Manganiello son los que llevan la voz dominante en la parte de acción. Quien tuvo, retuvo, y ellos fueron dos profesionales del latrocinio con sobrada formación. Akerman está más convincente en esta tarea, y aunque se la ve un poco despistada, no alcanza la desidia que a veces roza Manganiello. Tampoco es que se profundice mucho en esta tendencia, si acaso un par de coreografías sin mucha complicación y poco más.
Trish Sie hace lo que puede en las labores de dirección. El estilo está cercano, en sus momento más movidos, al videoclip (tiene experiencia, de hecho, en esas lides), y la principal labor de Sie es mantener ritmo y poner un poco de orden en un guion delirante incluso para los cánones del género. No se puede destacar nada en exceso, salvo la relativa fluidez de la película. Todo parece genérico, como resultado de un algoritmo para encontrar un público apropiado e incrementar los visionados del target concreto.
Conclusiones de 'Una noche de locos'
Una noche de locos parece más un movimiento estratégico de Netflix para alcanzar un nicho objetivo de público, que una película de cierta significación. Se trata de captar a padres e hijos y reunirlos alrededor del género familiar. Pero como en cualquier género, no se puede vivir solo a base de banalidades. La falta de aspiraciones no redime a la película de la falta de encanto. Aun así, justo es reconocer que a ratos es extrañamente entretenida.
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