La ópera prima de Basilio Martín Patino, Nueve cartas a Berta, es una película esencial del Nuevo Cine Español que a mediados de los años sesenta, y a raíz de las Conversaciones de Salamanca que coordinó el propio Patino, pretendía fomentar una nueva ola de contenidos y estilos alejados del cine del régimen pero que pudieran sortear la censura franquista a través de nuevos lenguajes.
Crítica de 'Nueve cartas a Berta'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Nueve cartas a Berta
Título original: Nueve cartas a Berta
Reparto:
Emilio Gutiérrez Caba (Lorenzo)
Mary Carrillo (Laura)
Elsa Baeza (Mary Tere)
Iván Tubau (Jacques)
Rosa Fúster (Regina)
Montserrat Blanch
José María Resel (Benito)
Cecilia Villarreal (Azafata)
Yelena Samarina (Trini)
Antonio Casas (Isidro)
Josefina Serratosa (Rafaela)
Coral Pellicer (Chica)
María Elena Flores (Otra chica)
José María Casaux (Jerónimo)
Manuel Domínguez Luna (Don Eleuterio)
Año: 1966
Duración: 92 min.
País: España
Director: Basilio Martín Patino
Guion: Basilio Martín Patino
Fotografía: Luis Enrique Torán (B&W)
Música: Carmelo A. Bernaola, Gerardo Gombau
Género: Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'Nueve cartas a Berta'
Sinopsis
Clásico indiscutible y patrimonio del cine español. Todo ello de la mano de uno de nuestros grandes cineastas más olvidados, Basilio Martín Patino. Un desgarrador romance que inmortalizaron Emilio Gutiérrez Caba y Elsa Baeza.
Años cincuenta. Lorenzo es un estudiante salmantino que acaba de pasar un verano en Inglaterra, donde ha descubierto otras formas de vida y otros horizontes, además de conocer a Berta, hija de un exiliado, por la que se siente atraído. A su regreso, el ambiente tradicional de su familia, sus amigos y su novia le resultan agobiantes. Se agudizan sus inquietudes en cartas dirigidas a esa Berta que quedó en el extranjero... (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un retrato existencial
Nueve cartas a Berta es la reflexión existencial de Lorenzo, un joven que anhela el tiempo que acaba de pasar en Londres, desde donde regresa a su ciudad natal, Salamanca, en la que encuentra un ambiente anacrónico que le asfixia por su falta de horizontes y estilo de vida, tan alejado del mundo que ha podido conocer en la capital inglesa. Lorenzo recuerda el aire fresco que ha supuesto para él salir de España en una época en la que viajar, más que nunca, significaba crecer y aprovechar la vida sin ataduras. Su vuelta le hace caer en un estado de apatía y reflexión constante que le impide adaptarse, verbalizándolo en esas cartas a Berta que actúan como vía de escape para expresarse en medio del vacío.
Pero Lorenzo, interpretado por un Emilio Gutiérrez Caba que ese año estrenó también La caza, dos de sus primeros y más importantes papeles, se hará mayor aprendiendo a disimular, guardando en silencio sus deseos y reprimiendo una libertad en favor de continuar, de seguir, al tiempo que acaba perdiendo una ingenuidad que desaparece en el mundo adulto. Así, Nueve cartas a Berta es un espejismo de una realidad paralela, que se topa con la de la época en España, y de la juventud, proceso vital en el que nuestra mirada va cambiando, exigiendo ansiosa revivir y prolongar lo que nos parece fascinante, pero que a la vez nos sumerge en el desencanto cuando vemos que nada va a la velocidad que queremos en ese momento.
Moderna y cíclica
Paradójicamente, Nueve cartas a Berta se mantiene muy actual. Las sensaciones que transmite, libres de una trama y estructuras narrativas convencionales, y con una temática universal, llegan al espectador con toda su energía tras un tono documental y cotidiano con el que se denuncia a una sociedad antigua llena de rancias costumbres y de imposiciones morales que impiden avanzar, como hiciera Miguel Picazo en La tía Tula (1964).
Las sensaciones y pensamientos que recorren a su protagonista, las de un joven entre mundos contrapuestos (unos que mueren, otros que bostezan, y el de aquellos que desean vivir por encima de todo…) que es consciente de la lenta transición que sea hace vital para personas de su generación, supone una visión muy cercana a la que, quizá, muchos jóvenes hoy podrían sentir, y que se asemeja a las que hemos visto en multitud de películas independientes de los últimos años.
Ese cineasta fundamental
Basilio Martín Patino fue uno de los cineastas más libres e independientes de nuestro cine. Perseguido por la dictadura franquista, se atrevió a abrir camino cuando la represión intelectual estaba en su punto más cruel y muchos directores de cine soñaban con rodar en libertad. No fue gratis para él: pagó el precio de la incomprensión y el aislamiento, no solo del ámbito institucional y político, contra el que luchó abiertamente en sus películas, e incluso del ámbito cinematográfico (en el que no se integró como parte de la industria), sino del público, que apenas pudo conocer obras suyas, algunas tan magnéticas y críticas como Queridísimos verdugos (1977) o Canciones para después de una guerra (1971). Autor auténtico y singular de nuestro cine, Martín Patino inició con Nueve cartas a Berta una carrera brillante e intermitente plagada de valentía, innovación y compromiso.
Conclusión de 'Nueve cartas a Berta'
Nueve cartas a Berta representa a la perfección la búsqueda de una identidad propia que perseguía la sociedad española en los ramplones años sesenta, así como el que buscaba el propio cine español, explorando nuevas formas de narrar y rescatando temáticas clave que había que mostrar y de las que había que desahogarse, en ocasiones con fórmulas tan intimistas y sensibles como las que esta pequeña obra de culto de nuestro cine utiliza con suma inteligencia.
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