"Orlando": Más allá del género y del tiempo

Orlando está ambientada en Inglaterra, siglo XVII. Orlando es un joven de la nobleza cuya curiosidad por la vida y amor por la literatura le llevarán a una vida llena de aventuras: será amante de Isabel I, dejará de envejecer, se enamorará de una princesa rusa, huirá a Constantinopla… Pero para poder completar su historia y acabar de escribir su poema El Roble tendrá que afrontar un gran desafío: una mañana al despertar es una mujer… Virginia Woolf plantea en una de sus obras maestras, llena de comedia y espíritu crítico, temas como el género, la identidad, la vida, el amor, la belleza o las convenciones sociales. (TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO). 

¿Qué nos hace ser quienes somos?

Publicada en 1928, Orlando. Una biografía es la cumbre de una de las mejores escritoras del siglo XX. Virginia Woolf narra con una prosa prodigiosa las peripecias de este peculiar Orlando, a quien el paso del tiempo no parece afectar. Además, la mutación de sexo que sufre en un momento dado le lleva a experimentar el mundo como mujer y como varón. La novela se convierte, de este modo, en un título imprescindible dentro de la cultura trans y del feminismo.

Vanessa Martínez se enfrenta al reto de dirigir y de adaptar una novela cargada de lirismo. La prosa modernista de Virginia Woolf está llena de musicalidad y de ricas descripciones. El trasvase al escenario hace necesario sacrificar la densidad lingüística del original en favor de un texto más dinámico. Vanessa Martínez recurre al artificio de los biógrafos que a modo de narradores van hilando las diferentes aventuras del protagonista durante cinco siglos. Logra, con ello, mantener el sentido de la aventura y de la maravilla del original sin traicionar, en ningún caso, el espíritu feminista y transgresor del texto.

Una propuesta inteligente y divertida

Carolina Rocha encarna a Orlando. La actriz logra hacer de la transformación del protagonista un hecho fluido y natural. Sin fisuras. Es convincente tanto en la fase masculina como en la femenina, encarnando así las preguntas cruciales de la obra. ¿Es el género (el atuendo, la actitud, las maneras) una esencia que mana de forma natural del sexo del individuo? ¿Qué es, en suma, lo que hace a Orlando ser quien es?

Junto a ella, brillan también Gustavo Galindo, Pablo Huetos, Pedro Santos y Rocío Vidal que encarnan con una enorme sentido de la comedia a los más variopintos personajes, indistintamente masculinos o femeninos, de forma coherente con la intención del texto. Todos ellos nos brindan escenas francamente hilarantes, gracias a unas interpretaciones con gran carga de teatro físico.

La escenografía de Alessio Meloni salva la multiplicidad de tiempos y espacios con una propuesta simbólica muy bella donde las hojas de los libros tienen todo el protagonismo. Se subraya así el leitmotiv de la obra, el amor por la literatura. Desde los primeros balbuceos poéticos del joven protagonista hasta su consagración como autor/autora con la publicación de su obra, Orlando está hecho de palabras y de páginas. Las mismas que cubren casi por entero el escenario.

También es destacable el trabajo de vestuario de Paola de Diego, que nos hace viajar desde el siglo XVI al XX a través de incontables pelucas, sombreros, guardainfantes y levitas, a los que el protagonista sabe adaptarse, tanto en su versión femenina como masculina.

Conclusión

Orlando de Virginia Woolf es una encantadora y muy divertida aproximación al texto de la escritora británica. Con un sobresaliente trabajo actoral y una minimalista pero eficaz escenografía, la Compañía Teatro Defondo ofrece un montaje muy disfrutable para quienes conocen y aman el texto original pero también para quienes se acercan a él por vez primera.

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