Producciones Intemperie volvió a los escenarios con Oscuridad el pasado 4 de diciembre en El Umbral de Primavera, en Madrid. Escrita por Jan Vilanova, cuenta con la dirección de Gorka Lasaosa y Abel Vernet. Además, está protagonizada por Dafnis Balduz, ganador del Premio Cinemagavia 2021 a mejor actor de teatro, y Karlos Aurrekoetxea. Después de una recepción positiva durante diciembre, prorrogan durante el mes de enero, manteniéndose en cartel hasta el 29 de enero de 2022, todos los sábados a las 21:30 horas.
Duración: 65 min. apróx. Dirección: Gorka Lasaosa y Abel Vernet Dramaturgia: Jan Vilanova Producción: Producciones Intemperie
Entrevista a Dafnis Balduz por 'Oscuridad'
Sinopsis de 'Oscuridad'
Oscuridad nos lleva al fin del mundo, que llega a un aislado pueblo. Un conocido reportero de televisión va a cubrir el evento. Por suerte o por desgracia su coche se estropea a la entrada del pueblo. Llegar tarde al fin del mundo tiene sus pros y sus contras. Oscuridad es una reflexión trágica en clave de comedia negra que nos ayuda a indagar sobre la fe, la comida liofilizada y cómo afrontar el fin del mundo. (EL UMBRAL DE PRIMAVERA).
Hacia el fin del mundo
A pesar de que el fin del mundo esté en 2021 como un pensamiento recurrente en la población, siempre ha sido una temática que ha servido de inspiración a distintos creadores. Jan Vilanova lo aborda en Oscuridad desde una comedia disparatada, donde se disfruta del sin fin de situaciones hilarantes, rocambolescas y surrealista que se ponen sobre la escena. Por tanto, no se orienta a desentrañar los peligros que supondría el final de la humanidad, sino que propone un ejercicio donde el humor se adueña de los pensamientos. Sin embargo, también deja salir ciertas pinceladas de introspección, pero más en torno al comportamiento humano, que al propio hecho de dejar de existir. Por ello, se aplaude un punto de vista fresco, que no rompe con ese sello de identidad que crea, pero tampoco se queda en la superficie.
No siempre es fácil hacer de lo disparatado un ejercicio que vaya más allá de la propia comedia esperpéntica. Por este motivo, la obra adquiere un resultado más que favorable, dado que, dentro de ese remolino de situaciones, no se pierde en la banalización o en la absurdez sin más. Por lo cual, no cae en hacerlo excesivamente fácil, sino que mantiene una estructura firme y nada reiterativa. Gracias a este tratamiento en los personajes, se da una conversación entre ellos que capta la atención absoluta de los espectadores. Una vez se entra en sus rarezas, se disfruta al máximo, además de no necesitar una especial conexión, sino que son personajes tan extraños, que se hacen cercanos. El periplo de altibajos que se van exponiendo en su principal protagonista, es lo que permite que la historia alcance unos golpes de acción que motivan el relato hasta el final.
Juego de personalidades
Dafnis Balduz y Karlos Aurrekoetxea son los dos protagonistas de Oscuridad, manteniéndose ellos solos en escena durante toda la obra. Para comenzar, Balduz aborda su personaje desde ese prisma urbanita, insatisfecho y que es demasiado práctico. Su naturalidad invade y triunfa en esta esencia del personaje, lo que evita el caricaturizar en algunas de las escenas más histriónicas de la obra. Además, se ve esa transformación constante en distintas situaciones, pasando de la falsa educación hasta la explosión total. Uno de los aspectos más importantes a destacar en el trabajo interpretativo de Balduz es su expresividad. Impoluta, certera y en una continua efervescencia plena, no necesita de la palabra, yendo hasta el final con su personaje, y disfrutándolo. Toda esa montaña rusa de sensaciones se ve en su propio cuerpo, lo que hace que los asistentes disfruten muchísimo de su trabajo sobre las tablas.
Karlos Aurrekoetxea se encuentra en la escena con un desdoblamiento pertinente, que le permite jugar con lo extremas que son ambas estrategias interpretativas. Por un lado, ese aire más ingenuo, rozando lo poco inteligente, le permite sacar provecho a esa locura lunática, que contrasta con la interpretación de Balduz. Por tanto, esas diferencias entre ambos dan la posibilidad de que brillen sin necesidad de quitar la atención a su compañero. Después, su propia némesis, le da la ocasión de llevarlo a un plano totalmente distinto, pero del que también extrae ese humor crítico. No obstante, no hace un alegato de forma explícita, sino que, mediante el comportamiento de sus personajes, abre el debate a ciertos temas. En conclusión, los dos son el alma de esta obra, fabricando una sinergia potente. Así, llenan de carisma el escenario.
La acción sobre la escena
La propuesta artística de Oscuridad se plantea desde un minimalismo y un aprovechamiento del espacio acertados. Sin embargo, no hay que confundirlo con una puesta en escena más básica. Al contrario, logran que con los elementos que hay sobre la escena, y sus interpretaciones, se llene el plan de acción. Por tanto, hay varios objetos que facilitan ese humor más físico, ese efecto ascendente, que le da mayor dinamismo a la pieza teatral. Por eso, detalles como el pomo de la puerta, o los panfletos sobre el pueblo, por ejemplo, demuestran un planteamiento perspicaz. Son pequeñas pinceladas que, a pesar de, a veces, pasar inadvertidas por los espectadores, sin ellas, no fluiría tan bien la propia pieza teatral. Por ende, hay que aplaudir la labor de dirección, que ha sabido aunar todas estas piezas, para mayor brillantez al texto mediante todos esos factores que favorecen aún más el resultado.
Los cambios de tiempo y saber dónde encajar las partes de mayor actividad, hacen que la pieza teatral adquiera un ritmo extraordinario. Además, se acompaña de una duración perfecta, dado que no le sobra ni le falta nada. Es un constante flujo de energía, llegando a un final apoteósico, al nivel de la propia obra. No siempre es fácil mantener una esencia más distendida, y se valore la calidad de la propuesta siendo fieles a ese estilo. Por lo que, es innegable la excelente organización del equipo técnico. Después, hay una creciente ruptura de la cuarta pared, de una forma totalmente sutil y nada forzada, que logra crear cierta camaradería con el público. Como se ha mencionado antes, son puntualizaciones aparentemente pequeñas, pero que, viéndolas todas juntas, son uno de los motivos por los que esta pieza triunfa.
Conclusión
Oscuridad es una comedia disparatada, alocada, llena de energía y dinamismo, que se mezcla con cierta reflexión social sin perder la intención de pasarlo de una forma desternillante. El guion goza de un humor estupendo, que no cae en exageraciones ni en simplezas. Además, cuenta con dos actores que ponen toda la carne en el asador, Dafnis Balduz y Karlos Aurrekoetxea. Los dos disfrutan todo ese viaje de irreverencia, haciendo despertar carcajadas constantes en los espectadores. Asimismo, la propuesta escénica triunfa por el cuidado de los pequeños detalles, así como por una dirección impoluta. El fin del mundo se asimila mejor a través de la risoterapia que provocan las excentricidades y locuras de esta peculiar historia.