Otra vuelta de tuerca es una película de terror dirigida por Floria Sigismondi, que se basa en la clásica novela de Henry James del mismo nombre. Es la segunda adaptación del libro que se produce este año, tras la serie de Netflix La maldición de Bly Manor. En el reparto encontramos a Mackenzie Davis (Terminator: Destino oscuro, Tully), Finn Wolfhard (It, Stranger things) y Brooklynn Prince (The florida project, Home before dark). En EE.UU y en varios países se entrenó en Enero de 2020. En España se puede ver en cines desde el 11 de diciembre.
Crítica de 'Otra vuelta de tuerca'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Otra vuelta de tuerca
Título original: The Turning
Reparto:
Mackenzie Davis (Kate Mandell)
Finn Wolfhard (Miles Fairchild)
Brooklynn Prince (Flora Fairchild)
Niall Greig Fulton (Quint)
Denna Thomsen (Jessel)
Mark Huberman (Bert)
Barbara Marten (Mrs. Grose)
Año: 2020
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Floria Sigismondi
Guion: Chad Hayes, Carey Hayes (Novela: Henry James)
Fotografía: David Ungaro
Música: Nathan Barr
Género: Terror. Thriller
Distribuidor: Entertainment One Films Spain
Tráiler de Otra vuelta de tuerca
Dónde se puede comprar la novela
Sinopsis
Durante más de cien años, una historia profundamente inquietante se ha ido transmitiendo para aterrorizar al público. Otra vuelta de tuerca nos traslada a una misteriosa finca campestre en Maine, donde Kate (Mackenzie Davis), es contratada como niñera a cargo de dos niños problemáticos, Flora (Brooklynn Prince) y Miles (Finn Wolfhard). Pronto descubrirá que tanto los niños como la casa esconden oscuros secretos y las cosas no son lo que aparentan.
Dónde se puede ver la película en streaming
La institutriz nueva
Otra vuelta de tuerca, el clásico de Henry James, es una novela prolífica en adaptaciones. La más destacada es la que hizo Jack Clayton en 1961, con una inconmensurable Deborah Kerr. Además de captar el espíritu de la novela, contaba con la diestra pluma de Truman Capote en la adaptación, lo que significaba una inteligentísima ambigüedad aderezada con topo tipo de símbolos, cercanos incluso al psicoanálisis. Este mismo año la serie de Netflix, La maldición de Bly Manor, ha vuelto a utilizar como material la misma novela, enriqueciéndola con algún relato más del propio Henry James. Incluso uno de los prohombres del cine quinqui, aunque era más cosas, como Eloy de la Iglesia hizo su propia versión.
El comienzo es el usual. Es decir, una institutriz (o tutora) nueva llega a un lúgubre caserón para hacerse cargo del cuidado de dos niños. La tutora es Kate Mandell (Mackenzie Davis) y los niños Flora Fairchild (Brooklynn Prince) y su hermano Miles (Finn Wolfhard). La elección de la época en la que ocurre la acción es curiosa. No sucede en el S. XIX, pero tampoco es contemporánea. Conocemos a Kate justo el día en que muere Kurt Cobain, el malogrado líder de Nirvana. 5 de Abril de 1994. Antes de partir hacia su nuevo trabajo con los niños, se despide de su compañera de piso y de su madre, Darla (Joely Richardson), recluida en una institución mental.
El encuentro de Kate con los niños está acompañado de pequeños malos presagios, como bien puede comprobarse en el momento en que conoce a Flora. Floria Sigismondi aplica todas las fórmulas del manual de casas sujetas a un encantamiento, y pronto comienzan a hacer acto de presencia apariciones, ruidos inquietantes y demás material de uso habitual en las películas de terror.
Banalización y sustos
Otra vuelta de tuerca, respecto de sus orígenes literarios y otras adaptaciones, pierde el sentido de la sugerencia y de la atmósfera, progresivamente ominosa. La presencia de Kate en la mansión viene dada por una sarta de sustos convencionales, que a cualquier espectador familiarizado con el terror no afectarán lo más mínimo. De hecho, mediante uno de estos sustos es como Kate conoce a Miles. Con nocturnidad y alevosía. De tal modo que una obra peculiar dentro su género empieza a correr el riesgo de convertirse un ejercicio de estilo de lo más rutinario.
La relación de Kate con los niños también es menos interesante. Mientras Henry James ( y Jack Clayton) nos ofrecían una relación ambigua y equívoca, donde Miles parecía tener dentro sí incluso cierta pulsión sexual hacia su institutriz, Floria Sigismondi nos muestra a un adolescente grunge cabreado con el mundo. Que no se ajuste a las fuentes originales no es per se una garantía de mediocridad, si a cambio ofreces una alternativa interesante. Mike Flanagan, en la serie de Netflix, nos ofrecía una buena historia de amor gótico y un mejor estudio de personajes.
Otra vuelta de tuerca, aun así, sigue basándose en la relación entre Kate y los niños. Dicha relación se va enrareciendo por la actitud exageradamente hostil de Miles y por una comportamiento anormal de Flora. La sombra de dos antiguos sirvientes, Peter Quint y la señora Jessel parece estar tras de ello. Sin embargo, el hilo conductor está disperso, es divagante y va a salto de mata. Quién sabe si por el guion de Chad Hayes y Carey Hayes (autores del guion de las dos películas de The conjuring) o por un montaje extraño. Pero la historia, no produce ni congoja ni interés.
El aspecto de Otra vuelta de tuerca
La ambientación de una película de terror de estas características es un ingrediente que no se puede soslayar. La localización, en Irlanda, hay que reconocer que es bastante adecuada, pero el resultado final es algo asimétrico. Es decir, el aspecto exterior de la casa y sus jardines cumplen a la perfección con las característica del terror gótico al que pretende emular. Sin embargo el interior está desaprovechado. En lugar de ver amplísimos espacios, tortuosas escaleras, y una mansión en todo su despliegue arquitectónico, Otra vuelta de tuerca se centra en unas pocas habitaciones. Todo ello repercute en dar un aspecto prosaico y de baratura a una producción donde Dreamworks está detrás.
Floria Sigismondi siempre ha mostrado gusto por lo oscuro y por lo deforme. Es conocida sobre todo por sus vídeos musicales y por haber dirigido algunos episodios de El hombre en el castillo y El cuento de la criada. La nómina de artistas que han solicitado surs servicios es amplia e ilustre: The Cure, David Bowie, White Stripes, Interpol, Marilyn Manson, Christina Aguilera... Que domina los ambientes lúgubres y torturados es evidente (vean el vídeo de The beautiful people para Marilyn Manson), pero su trabajo en Otra vuelta de tuerca es un poco light. Sí que hay lugares y momentos sueltos de una oscuridad perturbadora, pero en general el estilo parece plano. Puede que aplique algunos recursos del videoclip, pero ni siquiera se nota la garra que suele tener en ellos.
La versión de Jack Clayton tiene un sentido mucho más lúgubre y enrarecido, además de un trabajo de fotografía en blanco y negro absolutamente descomunal. Tampoco recoge la directora el espíritu de la novela. Así que Otra vuelta de tuerca tiene un permanente sabor a material desaprovechado.
Las actuaciones de Otra vuelta de tuerca
El peso de las interpretaciones de Otra vuelta de tuerca lo lleva Mackenzie Davies. Hace un esforzado papel de niñera que poco a poco siente va enloqueciendo, sin mucha brillantez, pero con cierta voluntad. Acaso la misma actriz se sienta tan perdida como nosotros dentro del guion. Finn Wolfhard, conocido sobre todo por su destacado papel en Stranger things, hace lo que puede como adolescente cabreado con todos, pero en realidad solo consigue enervarnos tanto como al personaje de Kate. Lo bueno de la película de Clayton es que Miles era todavía un niño, por lo que su comportamiento era más chocante, por lo tanto más perverso.
Brookynn Prince no destaca mucho en el papel de Flora. Si acaso, en una de las escenas más dramáticas y ruidosas de la película, pero no hay nada trascendente que se pueda decir sobre su desempeño. Los demás personajes son casi insignificantes, incluyendo una increíblemente inocua ama de llaves, la señora Grose (Barbara Marten) cuya presencia llegar a ser casi inexplicable en la trama. Por lo tanto, el nivel de las actuaciones se contagia del tono general de insatisfacción.
Historia de un proyecto
El proyecto de una nueva versión de la novela de Henry James ha sido largo más largo y dificultoso de lo que parece. Hubo un primer momento en que Spielberg quería volver a relacionarse con el género de terror, y por medio de Amblin Entertainment contrató a Juan Carlos Fresnadillo para dirigir la adaptación de Otra vuelta de tuerca. Por discrepancias en el guion el proyecto se paralizó y Juan Carlos Fresnadillo fue despedido. El proyecto se retomó con Floria Sigismondi al frente y con guion de Chad y Carey Hayes. Y quizá esto fuera parte del problema. Los hermanos Hayes parece que hubieran querido traspasar el espíritu de The conjuring a Otra vuelta de tuerca. Craso error, habida cuenta de la distinta naturaleza de ambas historias. La dinámica de sustos y jumpscares no cuadra bien con la complejidad psicológica de la historia original.
Sobre el guion, cabe decir que confunde complejidad con sinsentido, y un final abierto a interpretaciones con una concatenación de retruécanos absurda e ininteligible. Sobre esto hablamos en el spoiler.
Consideraciones sobre el final
El final es tan abrupto como casi incomprensible. Da la impresión de que no se sabía cómo cerrar la historia. Aquí abajo menciono alguna consideración.
Spoiler
La ambigüedad de la novela y de la obra de Jack Clayton nos llevaba a un terreno de represión psicosexual, donde el fantasma de Quint y la señora Jessel estaban en la cabeza de la institutriz. Pero Miles también tenía algo de perverso, dejando terreno para la ambigüedad interpretable. Aquí la ambigüedad se reduce a un recurso aleatorio y algo cutre, donde la huida con los niños es una especie de sueño. Y se deja caer que las visiones que ha tenido Kate son producto de una locura heredada de su madre. La última visión es la de Kate en la institución mental donde está su madre. ¿Quién es la figura que se da la vuelta? ¿Es la madre de Kate o la propia Kate? ¿Qué ha sido real de lo que hemos visto? Demasiado lío para nada
Conclusión de 'Otra vuelta de tuerca'
La adaptación de Floria Sigismondi de Otra vuelta de tuerca es una decepción por su inocuidad en la puesta en escena, su pobre concatenación de sustos, y por un guion farragoso y confuso. No es condición necesaria para una buena película ser fiel a un texto o a una versión anterior, pero la contrapartida que recibimos es demasiado pobre como para estar satisfechos. Los muy aficionados al terror puede sentirse cómodos y disfrutar algún momento aquí y allá, pero el material entre manos da para hacer algo mucho más robusto e interesante.
Reportaje de Otra vuelta de tuerca en Días de Cine TVE
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