Pequeño cúmulo de abismoses una coproducción del propio Centro Dramático Nacional, Cris Blanco y el Festival Grec de Barcelona. La obra escrita, dirigida e interpretada por Cris Blanco se estrenó el pasado 18 de octubre en el CDN (Centro Dramático Nacional),en una sala del Teatro María Guerrero y seguirá en taquilla hasta el próximo 12 de noviembre. Junto a ella, Rocío Bello, Oscar Bueno y Anto Rodríguez encarnan cuatro personajes de lo más normales, y de lo más curiosos, que con ayuda de una escenografía aparentemente simple, llevarán al espectador a vivir una historia de historias.
Título: Pequeño cúmulo de abismos Título original: Pequeño cúmulo de abismos
Reparto: Oihana Altube
Rocío Bello
Cris Blanco
Íñigo Rodríguez-Claro
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Cris Blanco Dramaturgia: Rocío Bello, Cris Blanco, Óscar Bueno y Anto Rodríguez Escenografía: Pablo Chaves
Iluminación: Miguel Ruz Velasco
Vestuario: Jorge Dutor
Diseño sonoro: Carlos Parra
Vídeo: Marta Orozco
Ayudante de dirección: Marta Orozco
Ayudante de escenografía: Lia González Álvarez
Fotografía: Geraldine Leloutre
Tráiler: Macarena Díaz
Diseño de cartel: Equipo SOPA Producción: Centro Dramático Nacional, Cris Blanco y Festival Grec de Barcelona
Tráiler de 'Pequeño cúmulo de abismos'
Sinopsis de 'Pequeño cúmulo de abismos'
¿Es lo mismo un agujero negro que un agujero de gusano? ¿Se trata de la misma diferencia que hay entre el pitorro de un botijo y la boca de un porrón? ¿Qué hay dentro de los agujeros negros? ¿Qué hay detrás de la pared del Teatro María Guerrero? ¿Es nuestra infancia ese lugar feliz al que querríamos volver? ¿Llegaremos vivas a cumplir los 80? ¿Será posible tener a los 80 algún tipo de privilegio si no los tuvimos en los años 80? ¿Cómo sabe una persona que no tiene privilegios? ¿Es el acceso a la cultura un privilegio? ¿Hay algo que no sea distinto a lo que nos hicieron creer en los 80? ¿Son las preguntas pequeños actos revolucionarios? ¿Son estos actos revolucionarios suficientes para generar un Pequeño cúmulo de abismos? (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Escenografía
Una sala vacía. Eso te encontrarás si, como yo, asistes al María Guerrero. Dos columnas negras que resaltan sobre un horizonte opaco que forma la pared en el mismo tono. Era imposible anticipar lo que después se convertiría en interactivo desde la butaca dentro de aquel habitáculo. O al menos así sería hasta que una pequeña fisura apareciese en la pared y la hiciese algo más transparente. Será a través de ese pequeño agujero por el cual nos llevarán hasta el final. Por tanto, será ese un final en el que, literal y figuradamente se caiga la pared. Será también un final en el que podamos ver aquello que llevaba nuestra protagonista tanto tiempo explicando: la obra que ella protagoniza habla de sus recuerdos.
¿De qué habla este pequeño cúmulo de abismos?
Cris Blanco habla de Pequeño cúmulo de abismos como “un homenaje a esa imaginación que nos salvó. Un intento más de entender la realidad, o de rodearla acercándonos a todas las fantasías que podamos, desde todos los ángulos posibles, todos los barrios y todos los tiempos” y a mi solo se me ocurre añadir, que también es un lugar ameno, una catarsis para el espectador; quien, entre carcajadas, se ve reflejado en los miedos y curiosidades de los personajes.
Qué sucede sobre el escenario
Sobre el escenario encuentras una mujer de mediana edad cumpliendo un sueño y luchando contra una serie de obstáculos que solo se le acumulan. Se ve esa convivencia entre su soledad y su ambición detrás de esos pequeños fracasos que le van desarmando su ensayo principal. Pero ella no está sola, a Cris Blanco le acompaña Rocío Bello, quien da vida a una técnica de sonido del CDN. La interpretación de Bello se ganó el corazón del público a carcajada limpia, aunque la técnica de sonido aparentemente fuese algo más antipática, la ironía cala en los allí sentados.
Ambas dos funcionan como el ángel y el demonio en el hombro del espectador juzgando la escena. Blanco encarna las ganas de sacarlo adelante. Bello esa desilusión, ese hartazgo, y esas pocas ganas de estar en el trabajo aguantando a alguien que tiene ilusiones que no compartes. Esta obra desglosa la empatía del espectador, despertando en él dos perfiles de simpatizante: el de la actriz ilusionada con su primera obra en un teatro de éxito y el de la técnica de sonido que no quiere seguir haciendo un trabajo que no le corresponde.
Este punto de partida entre las protagonistas casi antipódico, se aunará cuando surja un problema común: la posibilidad de perder el trabajo. Y será ahí donde comiencen a sucederse sus aventuras; que no se repiten, pero riman bastante.
Conclusión
De esta obra se podrían decir muchas cosas -y todas buenas-. Pero para mí lo más importante es ver que es una historia de frustraciones humanas. Es ciencia ficción pero de personas de verdad. Es innegable que la historia es surrealista; pero verla atravesada por tantos sentimientos desagradables e ilusión -o no tanta- por seguir adelante la hace real. Esas actrices que estaban en el escenario podrían ser personas de la calle si en vez de lidiar con un agujero negro estuviesen cambiando una bombilla. Todas hemos sentido nostalgia, y ganas de conseguir otra cosa. Una actriz frustrada que ejerce de guardia de seguridad del teatro es una historia de gente corriente. Pequeño cúmulo de abismos es una obra hecha para provocar en quienes allí asisten una carcajada y la sensación de estar acompañado. Y así lo hacen.