La temporada navideña se encuentra en pleno funcionamiento, con diversas propuestas para toda la familia. Una de ellas es Pinocho, el musical, un espectáculo que reinventa el famoso cuento. Además, lo lleva a tiempos modernos, introduciendo las redes sociales y la sociedad en red como contexto sociocultural. Se puede disfrutar desde el 28 de noviembre en el Nuevo Teatro Alcalá. Protagonizado por Ángel Martínez, Natalia Pascual, Sara Navacerrada y Antonio Villa, bajo la dirección y dramaturgia de José Masegosa. Una producción de SHOWPRIME, se puede disfurtar todos los domingos hasta el 30 de enero a las 12:30 horas en el Nuevo Teatro Alcala.
Título: Pinocho, el musical Título original: Pinocho, el musical
Reparto: Ángel Martínez (Pinocho)
Natalia Pascual (Troyana y Yana)
Sara Navacerrada (Cereza)
Antonio Villa (Grillo y Jony Fanegas)
Duración: 80 min. apróx. Dirección: José Masegosa Dramaturgia y versión: José Masegosa Escenografía y vestuario: María Arévalo
Iluminación: Juanjo Llorens Producción: SHOWPRIME
Tráiler de 'Pinocho, el musical'
Sinopsis de 'Pinocho, el musical'
Pinocho, el musical nos presenta a la joven Cereza, que inventó una máquina pero encontró un amigo. Cereza, una niña inventora de 14 años, intrépida, superdotada, extremadamente creativa, pero con un gran problema: sin don de gentes, así que tiene una ardua necesidad de tener amigos de verdad. Como no lo consigue, ni siquiera a través de las redes sociales, decide comenzar un experimento con el cual creará un niño androide (PIN8), que se convertirá en su mejor amigo. El experimento no sale como ella desea, y PIN8 resulta ser eso, un androide sin sentimientos.
Cereza procura educarle, le enseña incluso a mentir para que la quiera o se preocupe por ella. Nada funciona y Cereza cae en la desesperación. Pero la magia aparece, y de su increíble ordenador brota “Troyana”, un virus informático bueno, que le ayudará a darle vida a PIN8. Esto sucede, pero PIN8 solo sabe mentir, es lo único que le ha enseñado Cereza, así que a partir de ahí, comienza una aventura por conseguir que PIN8 sea un niño sincero y sobre todo, quiera de verdad a Cereza. Si no lo consigue, se convertirá de nuevo en un androide. (SHOWPRIME).
Para nuevas generaciones
José Masegosa retoma uno de los clásicos de todos los tiempos con Pinocho, el musical. Una de las aventuras para toda la familia que todavía perdura entre generaciones del todo el mundo. Sin embargo, lejos de abrazar la tradición del relato, lo actualiza en un contexto actual, donde los likes, los influencers y los youtubers son el nuevo trabajo del futuro. Aun así, mantiene la columna vertebral de la moraleja original, poniendo el foco en la importancia de no mentir y las consecuencias que puede traer esta acción. Además, ejerce una importante reflexión en torno a la sobreprotección y a la equívoca idea de justificar los medios por un fin positivo e importante. Por ello, se valora que conserve esa enseñanza tan importante, así como el envoltorio más accesible para las generaciones actuales.
Por otra parte, uno de los puntos más importantes de esta dramaturgia es la crítica directa que realiza sobre las redes sociales. En un momento en el que se encuentran en el punto de mira por los peligros que supone, la obra lanza un alegato sobre la educación del buen uso de ellas. Con lo cual, se aleja de un moralismo superficial, para permitir abrir la conversación entre grandes y pequeños sobre el mundo tecnológico. Asimismo, hay un tratamiento en los personajes cómico, lo que les da mayor viveza en varios casos. No obstante, algunas flaquezas que se presentan son ciertos análisis de situación, como la referencia a los falsos autónomos, que fluyen en el público adulto, pero no logran encajar totalmente con la historia principal. Son denuncias sociales que podrían haberse logrado con una mayor cohesión bajo un tono más relativo a la obra.
Una creación futurista
El trabajo actoral que se ve en Pinocho, el musical se centra en especial en Ángel Martínez y Sara Navacerrada, siendo los principales protagonistas de este montaje. Para comenzar, Sara Navacerrada sabe cómo convertirse en una excelente maestra de ceremonias para el público infantil. Por ello, su forma de hablar, de expresarse, hasta de moverse, se plantean desde una alegría y luminosidad propicios para este tipo de producciones. Por consiguiente, esa exageración animada es el perfecto engranaje para llevar la voz cantante del show. A nivel vocal, resuelve sin problemas todos los números musicales. Por su parte, Ángel Martínez mantiene esa inocencia en su rostro, que aprovecha para disfrutar en escena, dando a su Pinocho una estrategia interpretativa enérgica, llena de vitalidad y absolutamente divertida. Varias de sus escenas son un auténtico espectáculo de risas, así como un muestra del carisma que le consolida como actor principal.
Después, Antonio Villa enfatiza con una personalidad propia, dando carácter a sus personajes, a pesar de no tener el factor visual siempre a su favor, como sucede con su Grillo. Por lo que, se hace presente su excelente labor, al quedarse en la retina de los espectadores sin la necesidad del uso del cuerpo. Ese aire más mordaz y un humor basado más en la tirantez, triunfa al estar bien medida, cuidando al público de menor edad. Asimismo, Natalia Pascual se alza con esos aires de villana de película, evolucionado en los otros personajes que interpreta. Se encuentra cómoda sobre la escena, desplegando una buena labor, que explora ese sentido más humano que maniqueísta, aunque ésta última este presente en algún momento. En resumen, el conjunto actoral realiza un trabajo que está en consonancia con el espíritu del espectáculo.
Divertimento infantil
Los musicales tienen una característica muy especial, que es aportar una energía particular sobre la escena, con una puesta en escena que atrae al público. No es necesario muchas veces un gran despliegue, mientras que, en otros, su brillantez se da por este motivo. En el caso de Pinocho, el musical, se apuesta más por una construcción ambiciosa, pero con un aprovechamiento minimalista de los elementos a utilizar. Por ello, la escenografía se va transformando según las necesidades que pide la dramaturgia, adaptándolo sin problemas. También se valora la coreografía y el trabajo del movimiento, que le dan ese toque más colorido. De igual manera, los números musicales encajan más en un perfil infantil y familiar, por lo que no hay una búsqueda de la espectacularidad, echándose en falta esa pincelada catártica.
El ambiente futurista coloniza la propuesta, dado que se basa en un mundo dominado por las nuevas tecnologías. Por esa razón, se aplaude la labor de la dirección de arte, que logra efectuar una construcción atractiva a ojos del espectador. Hay momentos en los que se puede extrañar algo más de dinamismo, dado que hay elementos comunes que se mantienen más estáticos sobre las tablas. No obstante, el compendio general es el de una experiencia agradable, para disfrutar con toda la familia, orientado sobre todo para los niños. Por tanto, al público adulto podría no fascinarle igual que a los niños, por lo que en este aspecto podrían haberse dado detalles artísticos que impactarán a nivel visual, sin cierto edulcorante más infantil. En conclusión, el musical cumple con lo que promete, siendo una experiencia sonora y dramática que deja un buen sabor de boca en ese espíritu naif.
Conclusión
Pinocho, el musical renueva el famoso cuento, para darle una visión actual y moderna, que critica no solo la mentira. Asimismo, también reflexiona sobre el impacto de la redes sociales, siendo este su principal cambio y el más importante. Gracias a ello, se debate sobre la importancia de una educación tecnológica, que todavía hoy no tiene una gran visibilidad general. A nivel interpretativo, el elenco se deja llevar por el divertimento, esa expresión desenfadada y ese ambiente colorido que se forma. También sucede lo mismo con la propuesta escénica, que triunfa sobre todo entre los más pequeños de la casa. Una revisión de los clásicos que adapta la moraleja a la sociedad en red, siendo interesante por la conversación que se forma.
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