Los hermanos Fabio y Damiano D’Innocenzo juegan con el cambio continuo de las coordenadas del cine sobre la periferia romana. Su segundo largometraje —tras La tierra de la suficiencia de 2018—, Queridos vecinos (Bad Tales), recupera este argumento, tan clásico en el cine italiano, y que, gracias a la imaginación de las nuevas generaciones de cineastas, parece no pasar nunca de moda. El filme estuvo nominado a mejor guion en los Premios del Cine Europeo y a 13 categorías de los Premios David di Donatello. Y fue ganador a mejor guion en el Festival de Berlín en 2020. Queridos vecinos se estrena en cines el 18 de junio.
Crítica de Queridos vecinos (Bad Tales)
Resumen
Ficha Técnica
Título: Queridos vecinos
Título original: Favolacce / Bad Tales
Reparto:
Elio Germano (Bruno Placido)
Tommaso Di Cola (Dennis Placido)
Giulietta Rebeggiani (Alessia Placido)
Gabriel Montesi (Amelio Guerrini)
Justin Korovkin (Geremia Guerrini)
Lino Musella (Professor Bernardini)
Barbara Chichiarelli (Dalila Placido)
Max Malatesta (Pietro Rosa)
Ileana D'Ambra (Vilma Tommasi)
Cristina Pellegrino (Susanna Rosa)
Giulia Melillo (Viola Rosa)
Laura Borgioli (Ada Tartaglia)
Año: 2020
Duración: 98 min.
País: Italia
Director: Damiano D'Innocenzo, Fabio D'Innocenzo
Guion: Damiano D'Innocenzo, Fabio D'Innocenzo
Fotografía: Paolo Carnera
Música:
Género: Drama
Distribuidor: Flamingo Films España
Tráiler de 'Queridos vecinos (Bad Tales)'
Sinopsis
Varias familias viven en una especie de limbo a las afueras de Roma. La tensión puede explotar en cualquier momento, aunque al final son los más pequeños de la casa los que provocan el colapso. (Flamingo Films España)
Premios
- Premios del Cine Europeo: Nominada a mejor guion. 2020
- Festival de Berlín: Mejor guion. 2020
- Premios David di Donatello: 13 nom. incluyendo Mejor película y dirección. 2020
Dónde se puede ver la película en streaming
Todos los caminos conducen a Roma
Érase una vez un suburbio y…, de nuevo la periferia romana. Sin embargo, Queridos Vecinos no vuelve a los barrios habituales, con las desoladas calles de hormigón a las que estamos acostumbrados. No se trata de reproducir el retrato que nos ofrecía Mamma Roma, ni tampoco el de Dogman (película de Matteo Garrone en la que colaboraron con la escritura del guion). Aquí se trata de villas unifamiliares con hermosos salones, terrazas, jardines y cenas al aire libre. Lo cual significa que, después de todo, estamos ante vidas acomodadas, aunque no falten las preocupaciones, especialmente a nivel psicológico y social.
La aparente tranquilidad de este barrio residencial esconde una densa telaraña de envidia, rivalidad e hipocresía, pero sobre todo, la desesperación de vidas que se se dejan arrastrar por la fuerza de la inercia. La cámara se entrega a primeros planos, de personajes o de objetos insignificantes, y, cuando se aleja a un plano general, parece estar espiándolos desde ángulos muy inverosímiles, entre los árboles o detrás de un sofá.
Una fábula negra
El filme comienza con el diario de una niña que nos traslada hasta Spinaceto, durante un caluroso verano romano. Pese al sol abrasador y el sudor en la piel de los personajes, el espectador percibe un escalofrío, intuye que algo, tarde o temprano, explotará. La hábil fotografía apaga los colores, transformando el cielo en una cubierta de plomo bajo la que se mueven las familias protagonistas. Son los gestos, las palabras escupidas entre los dientes y las sonrisas distorsionadas del excelente elenco —Elio Germano, Ileana d'Ambra, Tommaso di Cola o Max Malatesta— quienes minan la ilusión de una buena relación entre ellos.
Las reacciones de los personajes desorientan: las de los adultos, como si padecieran un trastorno bipolar; y la de los niños, que parecen incapaces de comprender la utilidad de los sentimientos. Ellos observan con frialdad lo que ocurre, como si estuvieran sometidos a la deriva afectiva que corroe a todo su entorno.
Lo real y la ficción
D’Innocenzo intentan definir constantemente su propio estilo, pero todavía sufren de algo demasiado impostado. El giro al que someten la realidad adquiere los contornos de un thriller de ciencia ficción: intentan convertir las metáforas en algo explícito, dentro de una narrativa que persigue el equilibrio entre la verdad del escritor y la verdad de lo que es real.
“Lo siguiente está inspirado en una historia real. La historia real está inspirada en una historia falsa. La historia falsa no está muy inspirada”. De ese modo, Queridos vecinos cuenta lo indecible, el horror, la fascinación monstruosa y, en cualquier caso, la muerte; es más, el Fin está siempre presente, latente, en la sombra.
Su imaginación nunca es la liberación del dominio de la realidad, puesto que nunca pasa realmente a la imagen, sino que se queda a nivel de escritura; el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Es un pesimismo programado, una broma cínica e inquietante en la que los ecos de Lynch o Haneke se pierden en una larga ola de visiones sucias y desagradables.
Conclusiones de 'Queridos vecinos'
Queridos vecinos (Bad Tales) es una historia oscura y sin salida, una fábula siniestra donde se muestra ferozmente un mundo en el que no hay héroes ni princesas. Una película sin precedentes en la escena italiana que se aleja del clásico relato donde la periferia es un teatro de crímenes brutales. Aquí, más bien, nos encontramos con un bosque de susurros que nos conducirán hasta las garras del lobo.
Reportaje de Queridos vecinos (Bad Tales) en Días de Cine TVE
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